Los empleados de la Dirección de Bromatología Municipal dijeron basta. Ayer a la mañana decidieron cortar la atención al público en la ex estación de trenes por un par de horas. Reclamaron porque están hartos de trabajar en oficinas que tienen las paredes humedecidas y descascaradas, de sufrir la caída de mampostería y de notar que está latente el peligro de que el cielo raso se venga abajo, de que no funcionen los baños y que se queden dos por tres sin agua de red. Y advirtieron que si los dos últimos no están solucionados, el martes no ingresarán a trabajar.
“La gente que viene a hacer trámites nos saca en cara que cómo les podemos exigir a ellos si las instalaciones están en estas condiciones”, expresó Viviana, una de los quince trabajadores que planteó sus quejas al director de Recursos Humanos, Santiago Velázquez, en la explanada del antiguo edificio primero y en el salón central después.
El taponamiento de uno de los baños del primer piso fue el detonante para que el personal dejara sus escritorios a la espera de respuestas municipales. Al mediodía quedaban vestigios del problema con las tímidas goteras y los charcos de agua que decoraban la única escalera habilitada. “Hay días en que no se puede estar por el olor a caca y orina”, graficó Luciano, vestido con la campera de inspector.
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