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El Día de la Lealtad: inicio de la revolución social argentina

Por redacción
| 18 de octubre de 2014

La República Argentina festeja el Día de la Lealtad el 17 de octubre. El día que se produjo el hecho histórico más importante del siglo XX, no hay otro más importante. Así como el siglo XIX tiene un 25 de Mayo y un 9 de Julio como muy importantes.

 

El peronismo considera el 17 de octubre su día fundacional. Pero ese día comenzó en la Argentina la revolución social, que venía muy retardada.


El peronismo considera el 17 de octubre su día fundacional. Pero ese día comenzó en la Argentina la revolución social, que venía muy retardada. A fines del siglo XIX, -a fines de 1800- la era industrial era un hecho que había transformado la economía, el comercio internacional y que había cercado al mundo en una red comercial impresionante. Los estados que tenían industrias tenían una ventaja en la balanza comercial, y a su vez, internamente, tenían una gran crisis social por la explotación que hacían sobre los obreros. Esto desencadenó las críticas y una mirada optimista sobre el capitalismo, como lo fue el marxismo, y paralelo a él otras doctrinas sociales que el marxismo descartaba porque no las consideraba científicas.

 


Así llegó el siglo XX, después del hundimiento del Titanic, se produjeron las primeras revoluciones sociales. La Primera Guerra Mundial y dentro de ese marco, con todos los sufrimientos del mundo del proletariado, de la gente humilde, se produjeron las revoluciones sociales, en Rusia y en México. La de México nos pica cerca, porque se habla el mismo idioma y teníamos problemas parecidos. En Rusia se ve involucrada toda Europa, que tiene cerca una revolución y en medio de la guerra, con todo lo que significó, llamó la atención en todo el mundo. Comenzó así la revolución en todo el mundo que de alguna manera comenzó a adherir.

 


Las revoluciones sociales tienen una característica: cada nación la hace a su medida. Porque depende de una legislación interna y también hay que vencer a las oligarquías internas que se oponen a la revolución social.

 


Argentina se convirtió en retardataria porque no produjo revolución y para no producirla y demorarla aún más, comenzó una serie de golpes de Estado. El primero contra Yrigoyen en los años ‘30, cuando asumió Uriburu, que vio que este concepto de la república caló hondo y no le gustaba a los argentinos vivir con dictadura y sin elección popular. Tuvo que llamar a elecciones y produjo el fraude patriótico: llamaron a elecciones, pero hicieron trampa. Más o menos como lo que vemos en estos tiempos, cuando los políticos han inventado maneras de elecciones, con planes prebendarios, con fiscales, con La Matanza, la zona de Buenos Aires, nichos muy parecidos a aquéllos, una suerte de fraude patriótico.

 


Hasta el '43 fueron años muy denunciados por la tremenda corrupción que se produjo en la clase política. Uno de esos fue el negociado de la CHADE  (Compañía Hispano Americana de Electricidad) que necesitaba una autorización y una mirada del Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires. Ese cuerpo hizo un tremendo acto de corrupción con el negociado de la CHADE y el radicalismo se vio envuelto en denuncias. Otro acto de corrupción fue el de los sorteos en la lotería, donde se sacaban siempre los mismos o elegían uno que no había comprado nadie y se lo quedaban ellos. Estaban involucrados los niños cantores, que anunciaban los números.

 


Así estaba el país en el año ‘43, llamado fraude patriótico. Corrupción en el mundo de la política, corrupción en el mundo, corrupción en el Colegio Militar de la Nación, en los sorteos de la lotería. También en unos terrenos que habían vendido mal.

 


El país no tenía esperanza, los obreros sumergidos, había varias centrales obreras. Se produjo un golpe de estado el 4 de junio del '43, también conocido como el golpe del GOU (Grupo de Oficiales Unidos), organizado por un grupo de coroneles del Ejército. Llegaron y nadie les creyó, tenían muchas dudas, pero la situación de corrupción era tan tremenda que se hicieron todos los distraídos, como ha pasado en otra época de la historia de la Argentina donde esto sucedió.

 


Los obreros, cuando aparecieron las centrales obreras que había en ese momento, dudaron muchísimo. Fue hecho por un grupo de militares jóvenes y entre ellos estaba el coronel Perón. Perón quería un acercamiento con los trabajadores, le hablaron y se dieron cuenta que ese muchacho parecía que les estaba hablando con verdad. Entre dudas, se comenzaron a acercar y le hicieron pedidos, entre ellos, la creación de una Secretaría del Trabajo. Las internas militares fueron cambiando de mano y al final decidieron que quedara el gobierno en manos de Farrell y se creara una Secretaría de Trabajo.

 


Perón comenzó a trabajar como si fuera lo más importante del país y la convirtió en lo más importante. Desde el Gobierno, que era militar, apareció un coronel que se hizo amigo de los sindicalistas, los trabajadores, de la clase obrera y comenzó a trabajar con ellos. Esto despertó una situación bastante extraña y comenzó una comunicación especial con este personaje que era nuevo para el país. El coronel Juan Domingo Perón había estado en Mendoza, pertenecía a la Infantería de Montaña (no a la Caballería, que es como una oligarquía del Ejército). Estuvo también en Europa de agregado en una embajada en Italia. Todo esto hacía raro a este personaje, porque había bebido en fuentes de la política europea y luego había estado en la Cordillera de los Andes, donde se había relacionado con el mundo del interior.

 


Su madre venía de familia de culturas originarias, su apellido era Perón Sosa. Este acercamiento con los trabajadores despierta confianza a los obreros. Esa confianza se tradujo en la Secretaría de Trabajo y en más de cien convenciones colectivas que comenzó a firmar Perón. Se unificó la CGT y se convirtieron en amigos de Perón.

 


Sin que se dieran cuenta, muy lentamente, fue haciendo la revolución social, con algunas legislaciones. Comenzó a aparecer una luz de que en la Argentina podía haber una revolución social. En esos días hubo una tragedia: el terremoto de San Juan que quedó prácticamente en la ruina. El Gobierno, con sensibilidad ante una tragedia de esa magnitud, hizo un acto solidario en el Luna Park de la ciudad de Buenos Aires. Allí concurrieron personajes del Gobierno, entre ellos Perón, ya que quien pivoteaba el acto era la Secretaría de Trabajo, porque los que más sufrieron fueron los más humildes y los trabajadores. Apareció, entre las figuras del mundo del espectáculo, María Eva Duarte, que era una artista de cine y radionovelas, que fue tapa de revistas y conocida en el mundo del cine. Se conocieron y se enamoraron. Eso generó un Perón “mediático”: un militar enamorado de una actriz de cine.

 


Por el año '45, en junio, hubo una movilización de trabajadores que voceaba: “Perón presidente”. Esto despertó en la oligarquía un terrible miedo. Se hizo una marcha, encabezada por los radicales, en la que aparecieron la Embajada de los Estados Unidos y lo que se conocería como la Unión Democrática, los sectores militares más reaccionarios. Comienzan a aparecer en las marchas los nombres de Perón y de Rawson por el otro.

 


A todo esto, Perón ya no era sólo secretario de Trabajo, sino, que era ministro de Defensa y vicepresidente de la Nación. Era el hombre fuerte de Farrell. Empezaron a pedir que se hicieran elecciones, comenzó una lucha por el poder, el futuro que vendría, supuestamente con la democracia restablecida. Rawson provocó una suerte de golpe de Estado al gobierno de Farrell. Farrell le pidió a Perón que se fuera.

 


Perón el 10 de octubre se fue y dijo un discurso con el que buscó la fuente de legitimidad, que ya no era el Ejército que lo había echado, sino que sus amigos estaban entre los trabajadores. Dio un discurso de despedida donde hizo un recuento de todas las legislaciones, las convenciones colectivas que había dictado, el salario y el aguinaldo -que aparece como el sueldo número 13, muy criticado por la oligarquía, la jubilación, etcétera. Todo esto generó expectativa. Perón dejó esto insinuando el camino futuro y se retiró. Cuando se fue, lo vieron peligroso, lo apresaron y lo mandaron preso a la isla Martín García. En esos días, Perón mandó varias cartas que después fueron interpretadas y muy comentadas, donde dijo que la historia lo justificaría, que hizo todo lo posible, que escribiría un libro contando todo. Pidió que hablaran con Evita porque quería casarse con ella, que Farrell le diera el retiro y que la cuidaran porque estaba desamparada.

 


Por otro lado, los trabajadores y la CGT comenzaron a dividirse en dos aguas: la CGT que se hizo amiga de los Estados Unidos (la del Partido Comunista, Pro radical y Pro Unión Democrática) dijo que Perón venía del nazismo, del fascismo, de la derecha. Las otras CGT dijeron que era el hombre que les había traído las reivindicaciones sociales y era quien garantizaba los avances sociales, la revolución social, en la que Argentina estaba demorada.

 


En estas dudas, por debajo de todo esto, que nadie sabe por qué sucedió- y es algo inexplicable en la historia de la Argentina-, por debajo de las conducciones, el 14 y 15 de octubre, cuando le iban a pagar algunos sueldos, en algunos lugares, los obreros reclamaban las reivindicaciones de Perón y las patronales les decían: “Andá a cobrarle a Perón”. Al parecer, estas cosas chiquititas y enormes a la vez, en el espacio político de un mano a mano, castigaban y dolían como un latigazo. En el submundo de la tierra, en los “cabecita negra”, que así llamaban a los trabajadores del interior que habían migrado a Buenos Aires, los “grasas”, los desplazados, los humildes, los trabajadores explotados, las mujeres, los jóvenes, empezaron a decir que querían a Perón.

 


La CGT había llamado a una huelga para el 18 de octubre. Pero antes, sin conducción, aparecieron los humildes y los pobres diciendo: “Queremos a Perón”. Se produjo un fenómeno en todas las plazas del país, salieron los obreros: “Queremos a Perón”. En todos lados lo mismo. En Buenos Aires fueron de Ensenada, de La Plata, de Avellaneda, cruzaron el puente aunque se lo levantaron para que no crucen: “Queremos a Perón”.

 


Eso se llama en la historia argentina el Día de la Lealtad. Fue el pueblo argentino que salió a la calle, ocupó las plazas y pidió a Perón. Los intelectuales -como Jauretche- después contaron que ellos estuvieron ahí y que se sumaron. Fue puro pueblo el 17 de octubre. El pueblo argentino lo hizo, nadie es el dueño del 17 de octubre.

 


Imaginen el susto de la policía, hubo algunos caídos, represión en algunos lugares. Fue un enorme susto para la oligarquía que no supo qué hacer. Estaba acorralada.

 


La Plaza de Mayo estaba ocupada, hay fotos históricas donde se ven los obreros y hombres de trajes metiendo los pies en la fuente. “Fecha fundacional del peronismo”, reza el epígrafe de la foto. Eran dos hermanos que fueron caminando desde muy lejos, uno de ellos ya rengueaba y cuando llegaron no vieron otro alivio que meter los pies en la fuente de la plaza. Muchas personas los vieron y comenzaron a imitarlos. La oligarquía lo vio de una forma agresiva. Fue un día de sol, de primavera. Un día peronista.

 


La oligarquía estaba nerviosa, comenzaron los llamados, el Ejército se conmocionó. El presidente Farrell había tenido el aval unos días antes, lo ratificaron y echaron a Perón. Él tenía el poder militar. Los grupos opositores estarían muy asustados con la pueblada y la ocupación de los trabajadores de las plazas.

 


Aprendí esto porque lo vi en la resistencia peronista. Cuando había una oportunidad de pronunciarse decían: “Queremos a Perón”. Que significaba: queremos los derechos sociales, trabajo, dignidad, convenciones colectivas, salarios dignos, viviendas, salud para todos, que los chicos vayan a la escuela, que respeten a nuestras mujeres.

 


Perón estaba en la isla Martín García y Farrell a las 11 de la mañana lo mandó a buscar y lo llevaron al Hospital Militar donde había ido muchas veces. Pero era un Perón diferente, se mantenía en absoluto silencio, con hermetismo total. Nadie pudo saber qué pensaba.

 


A las 11 de la noche, Farrell lo mandó a buscar, a un Perón absolutamente victorioso y necesario. Farrell le dijo: “Coronel, ¿qué hacemos? Perón dijo: “Llame a elecciones”. Después Perón lo saludó: “Hasta luego”, y Farrell le dijo: “No, no se vaya coronel. Hable con esta gente para que se vaya a su casa”.

 


Y ahí se produce el discurso del 17 de octubre:

 




“Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme satisfacción: pero desde hoy, sentiré un verdadero orgullo de argentino, porque interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la Patria.

 


Desde esta hora, que será histórica para la República, que sea el coronel Perón el vínculo de unión que haga indestructible e infinita, para que nuestro pueblo no sólo posea la felicidad, sino también sepa dignamente defenderla. Esa unidad la sentimos los verdaderos patriotas, porque amar a la patria no es amar sus campos y sus casas, amaremos a nuestros hermanos.

 


Y ahora, como siempre, vuestro secretario de Trabajo y Previsión, seguirá luchando al lado vuestro por ver coronada la obra que es la ambición de mi vida, que todos los trabajadores sean un poquito más felices.

 


Es la hora del consejo, que lo doy con mi corazón tan abierto como puede presentarse, tan abierto ante una cosa que tanto amo, el pueblo. Recuerden trabajadores: únanse; sean hoy más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse en esta hermosa patria la unidad de todos los argentinos".

 


(Versión abreviada)

 




El discurso emociona hasta las lágrimas y ahí se logra entender lo que fue el 17 de octubre. El mismo Perón contó después lo que pasó, que le pidieron que tranquilice a los trabajadores y que él pidió elecciones. En ese discurso dijo que pedirá el retiro de las Fuerzas Armadas y se convertirá en el primer trabajador, anunciando que será candidato a presidente. Eso tranquilizó a los trabajadores que volvieron a sus casas.

 


Al otro día pidió el retiro militar y se presentó como candidato a presidente. La elección se produjo con el Partido Laborista y un sector de la Unión Cívica Radical, Junta Renovadora. Triunfó el 24 de febrero de 1946 y días después asumió como presidente de la Nación. Fue un gobierno lleno de realizaciones, no sólo en el campo de trabajo, sino también en el campo del progreso de la Argentina, sobre todo a nivel estructura social, industrial y económica.

 


El 17 de octubre se llama el Día de la Lealtad porque Perón dijo que a partir de ese día habría un vínculo indestructible entre los trabajadores argentinos y su gestión. Y efectivamente, Perón, con quien siempre se entendió, fue con los trabajadores. Vínculo nacido en un día de lucha, de incertidumbre y de gloria, el día fundacional en el que nació la revolución social. El día que nació la lealtad peronista, que es de ida y vuelta: del pueblo a Perón y de Perón al pueblo.

 


Después de eso, en sus gobiernos, los 1° de Mayo y los 17 de Octubre eran días de concentración popular en la Plaza de Mayo donde Perón hacía una suerte de diálogo directo con el pueblo.

 


El 17 de octubre de 1945, el día más importante del siglo XX, cuando comenzó la revolución social.

 


Suenan los acordes de la Marcha Peronista:

 




Los muchachos peronistas

 


todos unidos triunfaremos,

 


y como siempre daremos

 


un grito de corazón:

 


¡Viva Perón! ¡Viva Perón!

 


Por ese gran argentino

 


que se supo conquistar

 


a la gran masa del pueblo

 


combatiendo al capital.

 



¡Perón, Perón, qué grande sos!

 


¡Mi general, cuanto valés!

 


¡Perón, Perón, gran conductor,

 


sos el primer trabajador!

 



Por los principios sociales

 


que Perón ha establecido,

 


el pueblo entero está unido

 


y grita de corazón:

 


    ¡Viva Perón! ¡Viva Perón!

 



    Por ese gran argentino

 


    que trabajó sin cesar,

 


    para que reine en el pueblo

 


    el amor y la igualdad.

 



    Imitemos el ejemplo

 


    de este varón argentino,

 


    y siguiendo su camino

 


    gritemos de corazón:

 


    ¡Viva Perón! ¡Viva Perón!

 



    Por esa Argentina grande

 


    con que San Martín soñó,

 


    es la realidad efectiva

 


    que debemos a Perón.

 



 La marcha peronista fue prohibida y creada como una marcha de los trabajadores gráficos. Se modificó, luego se grabó y fue tomada como si fuera una marcha sin autoría. Se piensa que viene de una marcha de los gráficos, un gremio muy combativo. Antes la comunicación era un papel que iba de mano en mano, con ellos nació la Federación Gráfica Bonaerense. Dicen que ahí nacieron los sonidos de la Marcha Peronista y la versión más famosa la hizo Hugo del Carril, que cuando estuvo preso, todos los días a las 20, se paraba en su celda y cantaba las estrofas de la marcha. Su hijo contó que se hizo muy amigo de Perón y le tenía mucho afecto. Fue un facilitador para que comience en el cine argentino en su máximo apogeo. Era un gran director de cine, cantaba como un pasatiempo.

 


Esta marcha es la que se canta en todos los actos. Es una marcha de lucha, de resistencia, revolucionaria y la aprendimos a cantar todos en la resistencia peronista, donde estaba prohibida. Cantarla era un acto de desafío al poder y con sólo cantarla eras candidato  a ir preso.

 


Nelly Omar fue la versión femenina de Hugo del Carril. Ella también cantaba “La descamisada”, donde nombra a Evita y a Perón.

 


(Suenan los acordes de La Descamisada, milonga)

 



Soy la mujer argentina,

 


la que nunca se doblega,

 


y la que siempre se juega

 


por Evita y por Perón.

 



Yo soy la descamisada,

 


a la que al fin se le escucha,

 


la que trabaja y que lucha

 


para el bien de la Nación.

 



La que mañana en las urnas

 


hará valer sus ideales,

 


para que sigan triunfales

 


las obras del General.

 



Yo soy la descamisada

 


surgida del peronismo,

 


que ostenta el justicialismo

 


como emblema nacional.

 



Soy la mujer argentina,

 


que el 17 de octubre

 


la que de orgullo se cubre,

 


porque es grande mi nación.

 



Yo soy la descamisada,

 


que si es necesario un día,

 


hasta la vida daría

 


por Evita y por Perón.

 


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