Caso Abel Ortiz: sus familiares piden que aparezca como sea

A 69 días de la desaparición de Abel, el menor de los diez hermanos Ortiz, la familia está al borde del colapso. Dicen que la paciencia se les agota y, junto con esa intranquilidad, a algunos de ellos comienza a desvanecérseles la esperanza. A esta altura Valeria espera las dos caras de la moneda, la buena y la mala. Marcela, en cambio, confía en que el más compinche de sus hermanos aún está vivo, quizás al cuidado de alguien que se encontró con él en medio de un campo y no sabe que sus seres queridos lo están buscando. Carolina, a pesar de la angustia y la desesperación, trata como sea de mantener a flote la ilusión de hallarlo con vida. Dice que eso le da fuerza para seguir adelante. Las tres coinciden en un punto: quieren que el hombre de 30 años aparezca cuanto antes, vivo o muerto.

Hace 69 días que desapareció Abel, el menor de diez hermanos.

—¿Cómo ven encaminada la investigación?

—Valeria: Muy trabada. (Los investigadores) No se movieron los primeros quince días y en ese tiempo, a lo mejor, mi hermano estaba vivo o cerca. Demoraron, dilataron todo. Después de que empezamos a hablar en los medios, recién comenzó a moverse todo. Desde el primer momento dijimos que la de Abel no era una desaparición común y corriente. Estuvimos los nueve hermanos declarando, dos horas cada uno, en la Comisaría de La Ribera.

—¿Eso no sirvió de nada?

—Marcela: No puede ser que tarden tanto en determinar si la sangre que hallaron es de mi hermano. Primero nos dijeron que tardarían como veinte días para saber si es de animal o de ‘Pochi’. Lo mismo pasó con el hisopado. No sé cuántos días pasaron hasta que vinieron de San Luis a darles un turno a mis papás, para después sacarles las muestras de saliva. Creo que si hubieran querido hacer ese estudio con más rapidez lo hubieran hecho y la espera no sería tan dolorosa para nosotros, la familia, que contamos los días y las horas. Tampoco sabemos quién es la fiscal.

El periodista les comenta que es la N° 2, Rosario Verdugo.

—Marcela: no teníamos ni idea. Y se supone que ella nos tiene que acompañar, estar con nosotros, pedir medidas, intervenir en la causa.

—¿Les gustaría que la causa pase a un juzgado Penal?

—Marcela: Todo va a depender del juez en el que caiga.

—Valeria: Vamos a esperar hasta el miércoles. Nos dijeron que ese día van a definir si sigue o no en el juzgado donde está ahora (el Contravencional y Correccional). Si vemos que todo sigue igual, no nos vamos a quedar con que nuestro hermano desapareció simplemente. Nos moveremos a nivel nacional. Iremos canal por canal para que la noticia se dé a conocer en todo el país.

—Carolina: Quiero apelar a que si alguien vio algo, lo mínimo que sea, si vieron a Abel subir a un auto, que lo golpearon, que lo vieron discutiendo o si notaron algún movimiento raro en una casa, lo que sea, nos avise. Porque lo que para uno es una pavada a nosotros nos ayuda a unir cosas, a entender lo que pasó con ‘Pochi’. Le pedimos a la gente que se apiade de nosotros. Ni siquiera hace falta que vaya a la Policía, puede hablar con nosotros, hacerlo en forma anónima si tiene miedo. Nos ayudaría mucho.

—¿Cómo está la familia?

—Valeria: Mal. Esperando, por lo menos, saber algo. Pienso que hay que encontrarlo. No estamos en la dictadura como para pensar que la gente desaparece. Hoy no puede suceder eso. Sea cual sea el motivo por el que está desaparecido, mi hermano tiene que aparecer, muerto, vivo, quebrado, golpeado o lo que sea.

—Carolina: Pasan los días y es como que tenés menos esperanza de que aparezca con vida. Seguimos luchando y sosteniendo que puede estar vivo. Ojalá lo hallemos vivo y eso nos permite luchar por él.

—Marcela: Yo creo que como alguien lo golpeó, ‘Pochi’ perdió el conocimiento y una  persona, un hombre de campo, que no está enterado de quién es, lo encontró y está viviendo con él. Porque si estuviera muerto o tirado a la orilla de la ruta, en Sampacho, como dijo esa chica (la testigo clave de 16 años), ya lo hubieran hallado. En los dos meses que pasaron, cualquiera que pasó por ahí tiene que haberse cruzado o haber visto el cuerpo si estuviera muerto.

—Valeria vuelve a tomar la batuta de la charla y con voz firme y segura resalta:  Necesitamos respuestas. Para los que sean culpables, si no hay justicia del hombre creo que va a haber justicia de Dios. Lo que queremos ahora es que lo encuentren, nada más. Después se verá lo demás.