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El derecho a decir lo que pienso

Por redacción
| 15 de abril de 2014

En noviembre de 2011, cuando estaba terminando mi gobernación de San Luis y el pueblo acababa de elegir en correcta y justa democracia a Claudio Poggi como el actual gobernador, tomé una decisión. Errada, sabia, humilde, soberbia, como se quiera llamar, pero una decisión al fin: cambiar mi domicilio electoral a la Capital Federal.
La idea era fundamentalmente dejar en claro que yo iba a ejercer mis derechos políticos en la Capital Federal y no en San Luis. Esto de “no en San Luis” no era una situación de abandono a la provincia, ni de que me quería desligar de nada. Simplemente me parecía correcto, frente al liderazgo nuevo de Claudio Poggi, mantener una suerte de silencio, de acompañar, de no meterme, de mantenerme alejado, de no perturbar, de que no se interpretara nada y además decir, desde luego, "en San Luis no me voy a meter". Y dije que esto lo iba a hacer por dos años.
Hace unos días, tres o cuatro, hice el procedimiento inverso: tomé la decisión y cambié mi domicilio electoral a la provincia de San Luis, más concretamente a la ciudad de San Luis.
Es decir que he tomado la decisión de ejercer mis derechos políticos en la provincia de San Luis, y por supuesto que cuando ejerzo mis derechos políticos es en toda plenitud, lo que significa el derecho a elegir y ser elegido, el derecho a opinar, a soñar, a peticionar y a participar plenamente en política, con lo cual queda clara la nueva situación.
Creo haber cumplido esto de ser un facilitador del liderazgo de Claudio Poggi y creo que ha llegado la hora de volver a opinar, a ejercer mis derechos plenos en la provincia de San Luis. Lo he hecho después de pensar mucho, no vayan a creer que no. Tampoco vayan a creer que me ha resultado fácil, porque he notado, sentido, que en muchos casos ha habido una suerte de… no sé cómo llamarlo, vamos a decir ninguneo, irrespetuosidad, no comprensión, por parte de muchos funcionarios, nuevos funcionarios, diría. Aunque algunos viejos también.
Esto no es agradable porque es como querer sacarlo a uno sin previo aviso, porque sí. Hasta con cierta picardía o maldad, y eso no me gusta.
También he notado que algunos no entienden lo que es la legitimidad, y me refiero sobre todo a los funcionarios del Gobierno de la provincia, a muchos de ellos, no a todos, pero casi diría a un 80% de ellos.
La legitimidad se da cuando una persona, una institución o el pueblo, te dan el consenso y el apoyo para gobernar. La legitimidad la tiene en forma directa el jefe del Ejecutivo, que ha logrado imponerse en una elección. Y el pueblo vota a la persona, al programa o a las ideas, y mientras más explícitas estén las ideas, más legitimidad hay. A la legitimidad hay que mantenerla y ganarla día a día.
Pero el funcionario que es sumado al equipo de Gobierno no tiene una legitimidad directa: tiene una legitimidad indirecta, que es acompañar, en este caso al Gobernador, en su programa, en sus ideas, en sus antecedentes, en su fuente originaria del poder, que son los partidos que lo han llevado al Gobierno. Y esto es algo que algunos no han interpretado bien y que a mí me genera la mayor preocupación.
Veo que hay muchos funcionarios, ministerios, secretarios de Estado y sobre todo muchos municipios que no han entendido, no entienden o se hacen los distraídos, sobre esto de la legitimidad.
La legitimidad para gobernar es interpretar este consenso primero que se les otorgó en un programa e ir cumpliéndolo. Cuando te abrís de eso y falla eso, estás buscando gobernabilidad, que es otra cosa. Es cuando ya no tenés legitimidad y estás buscando cómo gobernar e ir tirando la pelota para adelante, para que las cosas salgan, para asegurarte.
Yo veo, y eso es lo que me preocupa y por lo que quiero volver, participar y opinar, que hay muchos que no entienden la legitimidad y se van convirtiendo lentamente en una suerte de egoísmo sobre el poder. Creen que el poder es para satisfacer expectativas individuales o que no tienen nada que ver con el bien común y el interés general.
Esto no es lindo, no es bonito. Es como aquella vez que alguien muy importante dijo: “Guarda con los aprovechados”, que son aquellos que llegan al Gobierno sin que les interese mucho la legitimidad, sino que les interesa cómo aprovecharse del poder. Y veo muchos aprovechados, muchos, lamentablemente más de lo que normalmente se soporta en un Gobierno. Muchos intendentes y comisionados municipales aprovechados. También hay muchos que no y a los que respeto enormemente, pero ya vamos a decir quién es quién, de a poco, porque con mis derechos políticos es algo que tengo derecho a hacer, a decir lo que yo pienso.
Esto es lo quería decir hoy. Estoy como aprendiendo de nuevo, acá, frente a la computadora, a la radio, y acostumbrándome de nuevo. Hoy quiero empezar así: contando que estamos en San Luis, que vamos a participar en San Luis, que vamos a ejercer los derechos políticos en San Luis y que hay muchas cosas que no me gustan y que hay otras con las que estoy de acuerdo.
Así como el funcionario y el propio Gobernador tienen el derecho del mundo de decir: “Yo con lo que hizo Alberto estoy en muchas cosas de acuerdo y en otras no”, algo que entiendo perfectamente y cuyo criterio me parece racional, también deben interpretar que yo voy a hablar de las cosas con las que estoy de acuerdo y con las que no.
Pero lo que queda en claro es que estoy en San Luis para ejercer mis derechos políticos, que son fundamentalmente los de elegir y ser elegido.

 

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