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Son los tiempos de la firma digital

Por redacción
| 24 de mayo de 2014

El Gobierno nacional recibió una carta, como es habitual todos los años, cuando los jefes de estado tienen un gesto hacia nuestra fecha patria, así como lo hacemos los argentinos, a través del Ejecutivo Nacional, para las fechas patrias de cada estado. Es protocolo, una fórmula que está impresa.
La carta en cuestión era del Vaticano, del papa Francisco, el argentino Jorge Bergoglio. Una carta más afectuosa que las normales.
El Gobierno argentino, en forma absolutamente correcta, puso la carta en su portal. Apareció sorpresivamente monseñor Guillermo Karcher, encargado de ceremonial del Vaticano, y desmintió su autenticidad. Dijo: “Es un artista quien hizo este collage, uno se queda sorprendido, nunca ocurrió algo así”. Y despertó una polémica al decir que alguien lo hizo “de mala leche”, e incluso pidió disculpas por esas palabras vulgares que usó para desmentir la autenticidad de la carta.
Karcher desmintió y todos los medios descalificaron al Gobierno. Oscar Parrilli, el secretario general de la Presidencia, mostró la carta y el sobre con el sello del Vaticano. Se armó una situación de comedia absurda, donde tomaron jerarquía algunas cosas muy simples, como un saludo de cumpleaños por el 25 de Mayo. Que la Argentina quede enredada en estas cosas, es de cuarta.
El Vaticano desmintió la desmentida, con lo cual es más ridículo todo, porque salió a decir que la carta es auténtica y dieron por cerrado el tema. Incluso El Diario de la República le dedicó una página completa al tema.
En la carta, el Papa saluda a la Argentina por la fecha Patria, pide a la Presidente un clima de diálogo y que recen por él.
La carta de saludo existe. Fue un papelón el del señor Guillermo Karcher y también de los medios que hasta mandaron enviados especiales al Vaticano. Es todo verdadero y hay un circo montado, ¿querrán desviar la atención?
Karcher está en el Vaticano desde 2006. Es un obispo nacido en Buenos Aires. Ayer actuó con mucha imprudencia al desmentir una nota que realmente no tiene nada de excepcional, ni de extraordinario. No sabemos por qué Karcher salió con ese exabrupto, ese papelón.
En San Luis tenemos un tema con firmas falsas. Parece ser que el Concejo Deliberante de San Luis dictó una ordenanza obligando al señor Intendente a hacer una obra de cloacas. Y parece que el Intendente vetó esa ordenanza y que, en base a ese veto y esa situación, el propio Intendente denunció que se estaría generando un conflicto de poderes. Lo denunció ante la Justicia, como una exageración del poder del Concejo Deliberante, que generó un conflicto de poderes. Así, ponía al Municipio un poco en víctima de un procedimiento republicano. Se detectó, por la pericia caligráfica, que la firma del decreto de veto a la ordenanza sería falsa.
Tendrá que aclarar el Intendente si la firma es falsa o verdadera. Si es falsa, todo el procedimiento de la denuncia se caerá y quedará como una burla a la Justicia. Si es verdadera la firma, es un juego que no se entiende. Hay que aclarar esto porque, hay un delito o una cortina de humo para tapar no sé qué. Hay que profundizar esto, porque no está claro.
Esta controversia con las firmas sucede porque el Gobierno nacional no le ha dado el reconocimiento a la calidad de la firma digital que tiene la provincia. Si existiera la firma digital, la burocracia no tendría estos problemas de tener que hacer estas aclaraciones. Son los tiempos de la firma digital. Es la era de la inteligencia, del Internet, hay que apurarse, están todos como paralizados  y volviendo al pasado. Hay una vuelta permanente al pasado.

 


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