Fondos buitres, peor que antes

Se pronunció la Corte de Estados Unidos y rechazó el pedido de apelación de Argentina, con lo cual el expediente de los fondos buitres volverá al juez Griesa y tendrá que hacerlo cumplir. Queda una instancia tras este fallo, que es una apelación por parte del estudio jurídico que tiene contratado la República Argentina en Estados Unidos, una instancia de reconsideración. La apelación ya fue rechazada, sólo queda pedir que se reconsidere. Argentina tiene 25 días para hacer esto.
Mientras tanto, el expediente vuelve al juez Griesa. Si se rechaza esa reconsideración, la Argentina diría que entra en “default técnico”.
Los bonos reestructurados ya están pagos, lo que tiene que hacer es poner a los fondos buitres en las mismas condiciones. Argentina le pagó a los fondos reestructurados y a los buitres les dijo que no.
Merece que en estos días empecemos a hablar de por qué se dio esta situación, qué son los fondos buitres y por qué está en manos del juez Griesa una decisión soberana de la Argentina. Todo esto nos lleva a mucha confusión y tratan muchos de confundir, porque al final, los fondos buitres sabemos que son buitres, sabemos dónde están y no decimos quiénes son. Cuando queremos conocer los nombres se hacen todos los distraídos, oficialismo y oposición.
Aparentemente, todos juegan la ficha en contra de los fondos buitres, hasta el Gobierno norteamericano, que hizo una señal y jugó aparentemente en contra. Pero en el fondo, los tenedores de los fondos buitres, el poder real de esos fondos, están muy cerca de la Casa Rosada, muy cerca del epicentro de la llamada oposición, muy cerca de todos.
Son los mismos pillos de la Argentina que gobiernan y desgobiernan a la vez, los mismos. La misma cara, la misma moneda. Es complejo el tema.
Ahora entran a correr los tiempos para la Argentina. Supuestamente Argentina no podría cumplir el fallo, las reglas de juego que ella misma se impuso, por voluntad y elección del señor Néstor Kirchner y continuidad de la señora Cristina Fernández de Kirchner, quienes, hablando en nombre de una revolución inexistente, nos hacen creer que han arreglado la deuda externa.
Nos hacen creer. El que se lo crea, que se embrome. No han arreglado nada. Estamos igual o peor que antes, porque estos son unos pícaros.