La última promoción de maestras celebró sus 45 años de egresadas

Las alumnas de la última promoción de maestras  nacionales normales de la Escuela N° 2 “Paula Domínguez de Bazán” cumplieron cuarenta y cinco años de egresadas y decidieron reencontrarse el viernes, en una misa en la capilla de San Antonio. Algunas tenían décadas sin verse.
María del Carmen Pagano observó la llegada de cada ex compañera de colegio detrás de la puerta, desde el vestíbulo de la Iglesia. El frío, que a las 19 pareció dar tregua, no le impidió esperar afuera más temprano. Pagano, a la que las demás definieron como una entusiasta, organizó el encuentro.  
De las setenta y ocho alumnas que salieron en 1969 del tradicional centro educativo, fueron unas veinte, acompañadas por sus familiares. Todos participaron de una reflexión interna, casi sin cruzar palabras, y de la oración dedicada a aquellas que ya no están, para que “alcancen la luz eterna y divina”. El intendente capitalino, Enrique Ponce, asistió en memoria de su hermana, Ana María, desaparecida durante la dictadura militar de 1976 y egresada del '69.
Antes de la Eucaristía el cura dedicó palabras de alabanza por la labor docente: “Hace falta esfuerzo, dedicación y entusiasmo para lograr transmitirles a los alumnos las ganas de conocer. En cierta manera el fin de la escuela también es formar buenas personas”, dijo.
 A la ceremonia simple y silenciosa le siguió el bullicio de las charlas que se fueron tejiendo entre los pequeños grupos de mujeres. Los diálogos saltaron de fecha y ciudad, primero quisieron ponerse al día y luego, a medida que la noche avanzó, retornaron a los recuerdos colectivos de aquellos tiempos de jumper blanco y moño azul. Aunque las anécdotas no se limitaron solamente al sitio donde aprendieron el arte de enseñar, en el edificio frente a plaza Pringles, sino que también recordaron la vez que se ausentaron para ir a armar una carroza, las salidas a los cines Rex y Roma, que estaban ubicados uno casi frente al otro, y los asados en la casa de María Vera con los chicos del Colegio Nacional.
Fuera de la capilla, como si quisieran ganarle al reloj y recuperar momentos compartidos, acordaron ir a cenar e hilvanar el hilo de su historia.