14°SAN LUIS - Lunes 29 de Abril de 2024

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Hablemos de la deuda interna

Por redacción
| 17 de julio de 2014

A un papá, una mamá y dos hijos, con los sueldos que entran a la casa, no les alcanza para cubrir las necesidades básicas. Tienen que pagar luz, gas, comida y el estudio de los chicos y no les alcanza. Se supone que con una entrada razonable, un salario mínimo, ya estaría cubierta la familia y no estaría en situación de pobreza. Cuando no le alcanza la plata para comer, para pagar el gas, la luz, las necesidades mínimas, la educación, la salud, está en pobreza.
La Argentina fue líder en América Latina como el país con menor pobreza. Y por más que hablen los políticos, y digan una cosa o la otra, Argentina hoy no lidera la región, muy por el contrario, lentamente ha ido cayendo. Muy lamentable. Entre los países con menos pobreza de América hoy están Uruguay y Chile.
Los índices que se conocen ubican a Uruguay como el primero de los 10 países con menos pobreza en América Latina, aunque Uruguay tiene más del 10% de pobreza, con lo que no se puede sentir contento con su trabajo en este sentido, porque tiene una deuda interna. Chile le sigue a Uruguay, después están Brasil con el 20%, Costa Rica, Venezuela, Perú, Ecuador y recién ahí aparece la Argentina, con casi el 30% de pobreza. O sea, muy al contrario de lo que dice el discurso oficialista, el discurso kirchnerista, que sostiene que se ha mejorado en este aspecto. Se puede haber mejorado parcialmente en algún momento, pero ya se volvió a lo mismo del principio de la década.
Esta década que el kirchnerismo ha llamado con muy mal gusto “ganada”, con un desprecio intelectual a la Argentina y un desprecio intelectual a su propia militancia. Esto está mal porque, si oculta estos índices, está haciendo políticas equivocadas y en contra de los más humildes. Una “década ganada”. ¿Qué hemos ganado? Hemos aumentado la pobreza. Los ganadores, aunque mal dicho, serían los ricos. Los pobres son perdedores, porque cada vez hay más pobres. Argentina se ubica casi en el 30%, Panamá llega casi al 30 y Paraguay supera el 30.
Uruguay, Chile, Brasil, Costa Rica, Venezuela, Perú y Ecuador están mejor que la Argentina, que está en octavo lugar, llegando al 30% de pobreza. Quiere decir que si se ve en una fila a 10 personas, hay casi 3 a quienes nos les alcanza para vivir.
Tal vez en San Luis esto no suceda, porque hay otra política. Pero en Argentina esto pasa y el INDEC dejó de dar estos índices. No hace el índice de las necesidades básicas para no plantear la pobreza. Y no estoy hablando de la indigencia porque, si sumamos a la pobreza la indigencia, se hace un índice mucho mayor. La indigencia es cuando no alcanza ni para comer.
De este casi 30% de pobreza, más del 20% vive a la orilla de los basurales o de las zonas contaminadas, zonas marginales. Los chicos están criados entre los basurales, nuestros hijos, nuestros argentinos. ¿Por qué no nos preocupamos de esto?
Cuando esto sucede y van los argentinos a festejar un subcampeonato al centro de Buenos Aires, van también los chicos que están en esos lugares y con esos problemas. Los chicos que ven la orgía de corrupción que hace la FIFA con la reventa de entradas. La miran por televisión. Esta comparación es terrible, es odiosa, tremenda.
Y esto lo tapamos, no lo queremos mirar, lo escondemos debajo de la alfombra. Pero aparece, porque es la realidad argentina. Aparece un índice de pobreza tremendo, que antes era al revés, liderábamos América Latina y la región. Ahora no lideramos nada. Estamos con los problemas más graves. América Latina está liderando el mundo en la mayor cantidad de pobreza. Antes hablábamos de los problemas de África, de India. Ahora nosotros lideramos el mundo en pobreza y no nos preocupamos. Decimos la “década ganada”.
Inventamos una verdad que no existe. La alimentamos y creamos un mito. Empezamos a hablar cosas que no son, que sólo creó un grupito, pero no es la realidad. Todo el análisis de la realidad se cae, la única verdad es la realidad. La realidad indica que tenemos un índice de pobreza tremendo. Ésta es la deuda social, no es la década ganada, no se ganó nada. Estamos retrocediendo. Castigando a nuestro pueblo con una deuda interna cada vez mayor.
Los corporativos del poder, los partidos políticos no quieren hablar de la deuda externa, en cómo cumplir y hablan mal de los fondos buitres. Pero no dicen que la deuda externa es ilegítima, arbitraria, fraudulenta. Todo el esfuerzo está puesto en cómo pagar una deuda externa ilegítima, arbitraria, fraudulenta. Y mientras tanto tenemos una deuda interna gravísima, que no miramos, ni nos preocupamos.
Hay que ser gobernante de los pobres, estar junto a los humildes, ésta es la única verdad. Seas de derecha, de izquierda, de centro, de ultra izquierda. La única verdad está en acompañar a los humildes, a los sumergidos, a los que más necesitan, a los que están sufriendo, a los que tienen dolores. Ésa es la misión que tenemos en la vida de ser solidarios, ése es el lugar.
Hablemos de la pobreza en la Argentina, de la deuda interna, de los asentamientos en las zonas con extrema pobreza, después hablemos de salud, del hospital público. Busquemos las raíces de los problemas.
También podemos hablar de cómo cayó la educación, cómo han caído las universidades argentinas. La Universidad de Buenos Aires estaba entre las mejores del mundo y ahora está entre las más bajas, perdida. Ha decaído con enormes presupuestos mal administrados, sin preocupación, y sin pensar que la educación necesita hoy otra mirada, porque estamos en otra era.
Cuando uno mira con perspectiva histórica a quienes vivían la Revolución Francesa o la Revolución Industrial ellos no se daban cuenta de que estaban parados en medio de una revolución. A la Argentina  le pasó eso, no se daba cuenta. Mientras el mundo iba evolucionado en esa suerte de mejoramiento del contrato social, de la vida en sociedad, estamos prácticamente en guerra civil. Hemos vivido en un clima de guerra civil desde nuestro 25 de Mayo o el 9 de Julio en adelante. Casi sin parar en una guerra civil. Llenos de odio y nunca pensando en lo estratégico, en dónde estamos parados. Así pasó y vino la revolución social y tampoco nos dimos cuenta. Estábamos acá, reprimiendo los movimientos sociales, hasta que un día nos dimos cuenta y nos peleamos los argentinos, entre que éramos peronistas o antiperonistas.
Ahora estamos viviendo la era digital, una revolución científico tecnológica, esta revolución de los  medicamentos, de la medicina, de la ciencia y la técnica, que dan más calidad de vida. Y no nos damos cuenta. Tenemos la educación sumergida y cada vez retrocedemos más. Y en los pocos avances que hay, y lo digo en San Luis, se retrocede y no se entiende. Y tenemos a la  tradicional Escuela Normal “Juan Pascual Pringles” que no ha dado clases, no empiezan todavía, y a su vez no hay respuesta para los chicos.
Falta una mirada de la realidad, lo más objetiva que se pueda, con los índices en la mano. Porque los índices del Instituto de Estadísticas y Censos, o cualquier otro, debieran ser para gobernar mejor, para leerlos, no para ocultarlos.
Hablo a los políticos, a los politiqueros, a quienes están sentados en el sillón  de intendente, de gobernador, de ministro, de secretario de Estado, de funcionario. Ellos tienen índices para leer y eso es bueno. Porque los índices dicen cómo marcha la economía, el tema social, la salud, cómo reaccionaron los índices frente a la política desarrollada. Cuando vean esos índices se darán cuenta de que las cosas no están bien. Y allí deben tener una mirada estratégica, mirar un poco más allá de sus narices.
Mirar la realidad y ver cómo se puede transformar. Es aceptado por todo el mundo que uno de los sentidos es la justicia social, que no haya más pobres, que no haya tanta diferencia entre ricos y pobres, una brecha tan grande. ¿No quieren mirar los índices, mirar la realidad y darse cuenta de que no puede haber asentamientos, basurales ni tirar el agua de las cloacas al río?
La sociedad pide que eso no lo hagan, porque perjudican a todos. No deben mirar tanto a la próxima elección, sino que hay que mirar la realidad, tratando de gobernar bien. Porque si gobiernan bien, en la próxima elección no tendrán problemas. El problema lo tiene el político cuando no gobierna bien y ahí viene la tramoya, la trampa, cómo comprar el electorado, cómo embromarlo. Eso es politiquería, no es política.
Cuando veo los índices sociales, los índices de educación, que son los índices de la realidad, creo que hay quienes no los leen. Hay que leerlos porque marcan cómo se está gobernando. Deben mirarlos, hacer una pequeña autocrítica. Los índices de seguridad son lamentables en San Luis.
Le pediría a la Escuela Normal, que está en huelga y ojalá supere sus problemas, que haga una medición de la calidad educativa y verá que, pese a la huelga, mejorará la calidad educativa, porque los chicos están aprendiendo más con la computadora que con lo que les enseñan en la escuela. Y no me refiero a la Mixta solamente, me refiero a todas las escuelas. ¿No nos damos cuenta de eso? La falencia de la escuela está en la parte de la sociabilización, que los chicos aprendan el sistema de convivencia, que no se peleen entre ellos, aprendan a convivir y ayudarlos a que se integren en  la comunidad. En la era digital hay que dejar que los chicos accedan al mundo digital, hay que guiarlos en la educación, pero también enseñarles a convivir, dejarlos jugar.
Tenemos estos problemas en educación, en salud, en seguridad, en medio ambiente y todo ronda la pobreza, la indigencia. Por eso tenemos que ser aliados de la gente humilde. Ahí están los gobiernos, junto a los humildes. Claro que cuesta si el político está pensado en la próxima elección.
Pobre San Luis, pobre Argentina, pobre ciudad de San Luis, pobre Provincia de San Luis, pobre República Argentina, pobre región de Sudamérica, el Mercosur.

 


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