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Festejo en la Puerta de Brandeburgo

Por redacción
| 20 de julio de 2014

La Puerta de Brandeburgo es la puerta de entrada de la ciudad de Berlín. Cuando sucedió la Guerra Fría, Alemania fue dividida en dos: Alemania Occidental administrada por la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) que tenía como hegemonía a los Estados Unidos y el Pacto de Varsovia que eran las fuerzas orientales, que tenían como centro a la Unión Soviética, a la Rusia Soviética.
La Puerta de Brandeburgo se perdió en esta ciudad de Berlín que estaba dividida en dos y tuvo un estatus especial, porque una parte era administrada por Alemania Federal y la otra por el Pacto de Varsovia.
La Puerta es una obra de arte neoclásica, inaugurada en el año 1791. Dicen que ésa era la entrada de Berlín, aunque durante la Guerra Fría se confundió y quedó como en el medio. Es un monumento cultural enorme.
En 1795 se le agregó a esta puerta, una torre con la forma de la Acrópolis de Atenas, un carro tirado por cuatro caballos y una victoria alada. Esta cuadriga, cuando fueron los bombardeos sobre Berlín, en la Segunda Guerra Mundial, fue destruida. Después lentamente se fue reconstruyendo. Cuando cayó el Muro de Berlín se unieron la Alemania Oriental y la Alemania Occidental y utilizaron la Puerta de Brandeburgo como un símbolo de paz y unión de los pueblos, un monumento cultural extraordinario. Por entonces tocó la orquesta de Daniel Barenboim la 9ª Sinfonía de Beethoven y quedó como un símbolo.
Ése fue el lugar que utilizaron los alemanes para festejar el título de Campeón del Mundo de Fútbol. Es interesante el aspecto cultural y lo que significa la Puerta de Brandeburgo en la época de la Guerra Fría. Berlín quedó en la Alemania Oriental, sin embargo había quedado como un estatus compartido y se podía visitar la ciudad por cualquiera de las dos Alemania.
En ese lugar organizaron el festejo máximo los alemanes, en un símbolo de paz, sin peleas. Un festejo masivo que para ellos significa 10 mil personas, una multitud. Pero no pararon el país, ni declararon feriado, no se volvieron locos, ni declararon patriotas a los futbolistas. Fue un partido de fútbol.
Fue una forma prudente de entender el fútbol, más racional. Quizás esos 10 mil eran los más fanáticos, porque en los reportajes los hinchas decían: “Es un día histórico, no me podía perder esto”. La selección pasó en el avión, saludó y se festejó tranquilamente en la Puerta de Brandeburgo. Racional festejo de fútbol, así es como debe interpretarse.
En cambio en Argentina acechaban los medios para ver quién se quedaba con el triunfo o a quién le echaban la culpa de un fracaso. Y terminamos con violencia. Y como no pudieron echarse la culpa, ni adjudicarse el triunfo, cambiaron de tema, nos dejaron con el fanatismo, nos pusieron fanáticos, dijeron que los jugadores eran héroes nacionales. Una exageración.
No es para tanto. Es un partido de fútbol.

 


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