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El negocio de la basura

Por redacción
| 23 de julio de 2014

Me duele el corazón. Hoy vi cartoneros en San Luis y me dolió el corazón. Cuando surgieron, se trataba de gente desesperada que no tenía qué comer, no tenía nada y salió a buscar entre la basura restos y residuos para alimentarse o para encontrar un objeto de valor y poder venderlo. Se calcula que hubo 22 mil, de los después llamados “cartoneros”, en la Ciudad de Buenos Aires. En ese contexto fue elegido diputado Mauricio Macri, actual jefe de Gobierno de la Ciudad y quien quiere ser también presidente de Argentina.
De los cartoneros, Macri dijo que robar basura es lo mismo que cualquier otro robo. Él definió la situación de hambre, de desesperación de la gente, como un delito. Ignorancia y maldad la del ingeniero, hijo de Franco Macri.
Éste era el drama de la Argentina de 2002. Así empezó esta historia y se fue quedando hasta que hoy los cartoneros son una parte de la geografía cotidiana en la Ciudad de Buenos Aires y que no pasa en ninguna ciudad del mundo. Es fruto de un desamparo, de una omisión de los gobiernos.
Macri conoce el negocio de la basura porque es hijo del dueño del Grupo Macri, uno de los grupos económicos más grandes de la Argentina, con negocios además en Brasil y Uruguay. El Grupo creció enormemente con el negocio de la basura, centrado en el Grupo Manliba, que manejó el negocio de la basura en Buenos Aires entre 17 y 20 años, con un contrato originado en la época de la dictadura militar.
Manejar el negocio de la basura no tiene nada de malo. Implica primero que la recojan y luego que se provean de lugares para dejarla, es decir lugares públicos para depósito. Además, tienen que clasificarla según los materiales. Cada uno de estos pasos, a una escala impresionante, genera un negocio.
Todo lo que es metal, por ejemplo, tiene un destino. Hay que imaginar cuántas cosas de metal tiramos por día o durante el año y multiplicarlo por la cantidad de habitantes. Eso genera un negocio de miles y miles de kilos de metal, entre ellos bronce, aluminio, cobre. También están los cartones que se venden a la industria que recicla papel.  Parece así cumplirse esa ley que dice que “en la naturaleza nada se pierde, todo se transforma”. En la basura nada se pierde, todo se reordena y se convierte en un negocio.
Está por un lado el negocio de quien recolecta la basura y por el otro los cartoneros que aparecieron primero por una situación de hambre y después empezaron a convertirse en servidumbre, esclavitud, marginalidad, profundización de la pobreza. Los organizaron en una situación cuasi mafiosa, similar a la película “Nido de ratas”, que hace referencia a las organizaciones de los estibadores del puerto, que adjudican lugares y la paga diaria. Así son también manipulados los cartoneros. 
Los cartoneros terminan siendo trabajadores, pero sin ningún tipo de protección. No están protegidos de contagios ni heridas por meter la mano en la basura. Toda esta desprotección se profundiza cuando el Estado ausente permite que alguien lo sindicalice, corporativice, manipule o convierta en una especie de esclavo. Por supuesto que todo es trabajo en negro. Hay un orden de manejo de la basura y un orden paralelo, cuasi mafioso, donde hay gente desprotegida.
El tema de la basura, más su negocio, deben tener control municipal, cada municipio debe preocuparse  y debería ser un tema central. El intendente es quien mantiene la ciudad y debe mantenerla para que esté como la recibió y que, a su vez, vuelque sus sueños sobre ella, la mejore y dé calidad de vida. No es que el intendente es hijo de otro que fue intendente, y que no fue muy bueno en su gestión y que por ser “hijo de” maneja corporativamente el gremio y va a Buenos Aires a pedir plata que después distribuye. Eso no es ser intendente.
El intendente es una persona que elige el ciudadano para que cuide la ciudad, para que la mantenga linda, limpia, con luz y que a su vez dé servicios al vecino: recolección de residuos, limpieza, forestación, espacios verdes, transporte, salud, seguridad, educación. Una de sus primeras preocupaciones debe ser la basura.
Para el tratamiento de la basura se debe llamar a una licitación para que una empresa se haga cargo de recolectarla, clasificarla y se transforme en algo útil. Hoy todo lo que es plástico se recicla, por ejemplo para hacer ladrillos de plástico. Todo se recicla y se convierte con las nuevas tecnologías en nuevos elementos que ingresan al comercio, mejoran la calidad de vida o sirven de nuevo a la población.
Cuando el intendente no se preocupa, empiezan a generarse basurales, porque hay basura en cualquier lado, no se recicla nada y la gente más humilde se mete a buscar. Y es ahí cuando aparece alguien que dice: “Andá a traerme cartones que te los compro”. Ése, que es un malvado, un mafioso, le compra a alguien que trabajó todo el día, los cartones, las botellas, los metales por 10 pesos, 20 pesos, 40 pesos, como para que coma. Ésta es la vida del cartonero.
Macri tiene en este momento 12 mil cartoneros, les ha dado un uniforme y cree que con eso es una suerte de Eva Perón de la justicia social.
En San Luis no es necesario que lleguemos a esta situación. Creo que el intendente no sabe para qué es intendente. El señor Ponce tiene que cuidar la ciudad de San Luis, su jurisdicción. Cuidarla hoy, mañana, pasado. Pensar en cuidarla, que esté limpia, linda, con luz, con espacios verdes, sin basurales, que la gente no tire los residuos en cualquier lugar, que no haya baldíos abandonados que generan espacios de delitos. Tienen que haber lugares para los jóvenes, un ritmo ordenado de ciudad. Y una de las cuestiones principales es el tema de la basura y puede encontrar mucha gente que se acerque a solucionar el problema porque es un negocio.
Pero advierta que cuando aparezca alguien que está buscando recolectar, detrás de él hay un mafioso que el intendente está protegiendo. Éste es el problema. Así como Macri protege a los mafiosos de la basura en Buenos Aires, el señor Ponce está protegiendo a quien tiene un cartonero a su servicio y le genera una servidumbre.
También dicen que esos cartoneros tienen planes sociales de la Nación. Sería tremendo que les den planes y los conviertan en una especie de esclavitud y servidumbre para recoger basura, como lo hacen los cartoneros, sin ningún tipo de control, tirándolos en la marginalidad, al hambre, a la miseria, pobreza. Esto es el señor Ponce que viene de una ideología en la que “dicen” cosas a favor de los trabajadores que son mentira, porque lo que muestran es otra cosa. No debe rodearse de La Cámpora, con ese discurso mentiroso que tienen, ese mito.
Chicos de La Cámpora, miren a los cartoneros, cuéntenme por qué en la ciudad que ustedes gobiernan hay cartoneros, hay esta pobreza, que no hay en otras ciudades de San Luis y si las hay, son iguales que ustedes, un desastre.
Una provincia que tiene los mejores índices favorables de pobreza y marginación, pleno empleo, no puede por descuido, por favorecer a un mafioso, por amiguismo, pagar a una persona como servidumbre para que recoja basura. ¿Esos amigos tiene Ponce?
Ponce debe querer a San Luis, es nuestra ciudad. Hay que quererla para ser intendente, gobernador, ministro. No les creo que quieran a San Luis, no le creo a casi nadie, no sólo a Ponce.
Ellos vienen en nombre de una posición de izquierda, de una revolución social. ¿Sabrán su propia historia, que vienen de las sombras más oscuras de la historia reciente y ahora se quieren colgar como adalides de los derechos humanos?
Esa mujer cartonera que vi hoy es víctima de la violación de los derechos humanos que produce el intendente de San Luis, Ponce y su equipo.

 


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