18°SAN LUIS - Domingo 28 de Abril de 2024

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La Independencia argentina (primera parte)

Por redacción
| 09 de julio de 2014

La Argentina es el único país del mundo que tiene dos fechas de nacimiento, festejamos dos fechas patrias. El 25 de Mayo todo el mundo se saluda, a nivel oficial, con un “Feliz día de la Patria”. Pero cuando llega el 9 de Julio, dicen otra vez: “¡Feliz día de la Patria!”. Es como si hubiera dos fechas de nacimiento.
Y cuando hay dos fechas de nacimiento es confuso, porque no se sabe qué día festejar, qué día recordar. Los argentinos tenemos dos días, con diferencia de 6 años, entre uno y otro. En realidad el 25 de Mayo pusimos un gobierno propio y nos levantamos contra la autoridad española en Buenos Aires. Dijimos que nos gobernaríamos, nos desprenderíamos de Cisneros, del obispo Lué y pondríamos nuestro propio gobierno. El acta del 25 de Mayo decía que ésa era una “junta provisional” mientras estuviera preso Fernando VII, es decir, era una junta hecha bajo el amparo, las órdenes o el respeto a quien era rey de España, reconocido por los patriotas del 25 de Mayo. Nadie habló ese día de libertad, independencia, autonomía. Ahí nació un sector de patriotas, un grupo que veía que eso era insuficiente y empezaron a hablar de libertad e independencia.
Una de las etapas de ese proceso fue en diciembre de 1810, cuando Mariano Moreno dictó el decreto de supresión de honores, en el que dice que los pueblos son libres, que no hay que tener honores, que no les gusta el rey. Y todo porque un señor Duarte había brindado y dado rango casi de emperador a don Cornelio Saavedra. Todos dijeron: “No, no le den importancia, estaba con algunas copas de más “. A eso, Moreno respondió: “Ningún ciudadano, ni ebrio, ni dormido, debe tener impresiones contra la libertad de su país”.  Y dictó el acta de Supresión de Honores.
Esto después fue insuficiente y se llamó al Congreso Grande, una especie de congreso constituyente, que fue la Asamblea del año '13, y comenzó a encauzar la Revolución de Mayo. Se emitió moneda con el lema  “en unión y libertad”, se hizo el Himno y se avanzó sobre la Constitución y la república. Allí es donde manda sus representantes, con instrucciones maravillosas, José Gervasio Artigas, casi el único caudillo federal con ideas republicanas, profundas, serias, que tenía perfectamente en claro lo que quería de la Argentina y del país. Pero lo rechazaron, no lo aceptaron los diputados y ése fue un retroceso.
Comenzó a tomar el liderazgo San Martín y el Ejército del Norte que quedó en manos de Güemes. San Martín reencauza el objetivo de Independencia, la lucha contra España y fijando claramente que España es el enemigo, que se trata de una guerra por la Independencia. Inició su plan de ir por Mendoza, cruzar los Andes, liberar Chile y después unir los ejércitos buscando liberar el Perú. De esa manera terminarían con los ejércitos españoles, se cerraba la guerra de la Independencia y seríamos libres.
Pero San Martín dijo que no podríamos luchar así, dependiendo de Fernando VII, sino que debíamos declarar la Independencia. Y fue él quien promovió que el Congreso de Tucumán la declare. En la Independencia también hay varios 9 de Julio y varias actas, son todas distintas y muestran lo que es la Argentina hoy. Y por eso, cuento que Cristina no irá este año a Tucumán, y no es porque tenga gripe.
El Himno Nacional Argentino lo escribió Vicente López y Planes en 1812 y la música fue un pedido de la Asamblea del año '13 que se delegó en Blas Parera, quien era un catalán que estaba viviendo en la Argentina. Por la letra, López y Planes no cobró nada, en cambio por la música de Blas Parera se pagó.
La Asamblea Constituyente aprobó el himno como Marcha Patriótica el 11 de mayo de 1813. Blas Parera en el año '17 abandonó la Argentina, vivió en Río de Janeiro y finalmente se fue a vivir a España, donde murió. Dicen que muchas veces en su país le recriminaron por qué había puesto la música. Lo cantó por primera vez, el 14 de mayo, en su casa, doña Mariquita Sánchez de Thompson.
La marcha patriota de la que hablamos duraba como veinte minutos y se tocó en un clavicordio en la casa de Sánchez de Thompson. Se cantaba, se repetía, era como una opereta. Recién en el año '47, en el gobierno de Juan Manuel de Rosas, a esta marcha patriótica se la llamó Himno Nacional. Pasó el tiempo y cerca de 1880 se redujo la marcha patriótica a casi la letra de hoy, a pedido de la Embajada de España. Así fue que se acortó. Cosa que no hicieron otros, por ejemplo con la Marsellesa, que recién fue considerada himno nacional de Francia en el siglo XX, que se disminuyó pero no en el fervor patriótico, ni en su significado profundo. Con nuestro himno sí disminuimos su energía revolucionaria y cambiamos el sentido a aquella marcha patriótica, que era de lucha y fervor por el patriotismo que despertaba la guerra de la Independencia contra España.
En Argentina, los patriotas luchábamos para independizarnos de España, porque nos tenía sujetos como una colonia. Fue una guerra de la Independencia, que si meditamos profundamente, es la única guerra que se justifica: la de la Independencia, porque es la guerra por la libertad de cada uno de los pueblos.
Tenemos esas cosas terribles los argentinos, así como tenemos dos días de la Independencia, tenemos casi dos himnos: el originario que tenía una simbología y el que después fue reducido para quedar bien con todos, para no decir nada, para ningunearnos a nosotros mismos. Respeto el himno, pero me encanta escuchar el otro himno, el original.
Hay una banda de heavy metal que canta el Himno Nacional como aquella vez, con el fervor revolucionario de entonces y que deberíamos tener aún hoy, porque es el mejor homenaje a nuestros patriotas. “Tren loco” lo canta en su álbum “Sangresur” con el nombre “Himno nacional clandestino”. Algunos dicen que es Iorio quien lo canta, aunque él lo negó.
La letra de López y Planes describía la situación del tirano, de la maldad, de la opresión, del genocidio que provocaban los españoles sobre nuestros territorios, y cómo se evidenciaba el orgullo, la fiereza, el valor, la valentía, el fervor patriótico, que ponían los criollos para defenderse de este vil invasor. Por eso es que el pueblo respondía el llamado de las armas que había generado el General San Martín, en su gesta, en la lucha por la Independencia, la guerra de la Independencia. Y San Luis obediente respondió como narra el poeta Antonio Esteban Agüero en su “Digo el llamado”.
San Martín dejó a Güemes a cargo del norte argentino, que era un constante frente de invasiones por parte de los españoles que estaban en el Alto Perú, que es hoy el territorio de Bolivia. Desde allí hacían avanzadas sobre el norte argentino, porque no podían entrar por la Cordillera, ni por mar. Uruguay fue siempre un Estado tapón, aunque ya no respondía a la orden de los porteños, siempre estaba en la misma que nosotros, porque estaba el gran Artigas. Paraguay se había sacado el yugo español y tenía su propio gobierno. Entonces San Martín sólo tenía problemas en el norte y tenía que intentar apagar los focos realistas y ganar la guerra. Siempre se discutió, y hay muchos libros escritos, sobre por qué eligió San Martín lo que parecía imposible: el cruce de los Andes y liberar a los pueblos. Pero él se dio cuenta de algo: no se podía comprometer a la gente si no declaraba primero la Independencia, ni despertar el fervor patriótico si no se declaraba primero la Independencia, porque parecía una lucha sólo para mantener un gobierno.
Eso no le gustó mucho a los porteños y cuando San Martín estaba en Mendoza intentaron desplazarlo del poder, de su cargo de gobernador de Mendoza y de Cuyo. San Luis ya pertenecía a la región de Cuyo y nuestro gobernador era San Martín. Alvear pretendió destituirlo, pero triunfó San Martín porque tenía a su suegro en la Logia Lautaro, en Buenos Aires, que le cubrió  la espalda. Logró mantenerse y que la Argentina viera en la gesta sanmartiniana la campaña por la guerra de la Independencia como la campaña correcta.
En esa etapa de la historia hay que analizar la participación de San Luis, porque esa historia no la enseñan en la escuela y desde Buenos Aires nos hacen creer cosas que no son. San Martín en San Luis tenía dos amigos, uno de ellos era Vicente Dupuy, que describe maravillosamente en “Digo el llamado”, el poeta Agüero. El otro aliado, con quien afianzaron los lazos de amistad al ver que tenían un proyecto común y dieron importancia al tema de la Argentina, la guerra de la Independencia, era Juan Martín de Pueyrredón. Este patriota, por su disidencia con los gobiernos de Buenos Aires, estaba preso en San Luis, que era una cárcel abierta. Acá generó un grupo de intelectuales que quería la Independencia argentina, comulgó con los ideales sanmartinianos y propios.
Lo cierto es que San Martín, pide que San Luis nombre a Juan Martín de Pueyrredón como diputado al Congreso que se reuniría en Tucumán en 1816. Esto no les gustó a los porteños. San Martín pidió al Congreso que eligiera una suerte de presidente de los argentinos, que se llamó Director Supremo. Ese sistema parlamentario eligió a Juan Martín de Pueyrredón, el puntano, por así decirlo, porque estaba viviendo en San Luis y había sido diputado por San Luis. Pueyrredón se hizo cargo del gobierno nacional. San Martín ahora sí tenía a su hombre, una personalidad como Pueyrredón, en Buenos Aires, como titular del ejecutivo y él estaba al mando del Ejército Libertador. Entre los dos tomaron la decisión de que no se podía avanzar un solo paso sin que se declarara la Independencia argentina. Esto hizo el Congreso de Tucumán el 9 de Julio de 1816.

 


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