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La libertad de los chicos

Por redacción
| 17 de agosto de 2014

Cuando hice un curso sobre Derecho Constitucional, el profesor solía decir que la incorporación de los derechos humanos nuevos en la Constitución es muy difícil de describir. Decía, que era como una enorme catarata de derechos sobre los que no tenemos una sistematización. Pero sí sabemos algo, una clasificación que se ha hecho y me parece la más didáctica para llegar al tema: a los derechos humanos los podemos tomar por generaciones.
La primera generación de los derechos humanos es la de los derechos, llamémosle, de la Revolución Francesa. Para hacerlo fácil son los que están en el artículo 14 de la Constitución Nacional, los derechos de la burguesía naciente en ese momento que empujó y volteó a los feudos y la monarquía. Algo interesante también es que nació el constitucionalismo, una suerte de onda europeizante, un anticipo de lo que fue la globalización después sobre la Revolución Francesa. Los derechos humanos y los principios del constitucionalismo que, sumado lo que pasó en Francia con lo de Estados Unidos, apareció la República. Nosotros en América Latina somos todos republicanos, no aceptamos la palabra monarquía.
Una cuestión fundamental es que los derechos humanos tienen que estar escritos en la Constitución. Por eso, la Constitución tiene un apartado que se llama “Declaración, Derechos y Garantías”. Es la garantía constitucional de los derechos humanos.
Argentina ha sido siempre muy retardataria en aceptar los derechos humanos, hemos preferido llegar casi a la guerra civil entre nosotros, antes que aceptar los derechos humanos. Imaginen que el último cartel que el Coronel Pringles vio decía: “Religión o muerte”, Facundo lo mató en 1831. En 1789 fue la Revolución Francesa y en 1791 la Primera Enmienda de los Estados Unidos donde se incorporan todos estos derechos. Cuarenta años después nos estábamos matando nosotros, entre Federales y Unitarios, y seguimos matándonos.
Recién con la Constitución se incorporaron los derechos humanos de primera generación, en ese artículo 14.
La primera generación tiene un origen en Francia, viene por una onda europeizante, tiene como fuente el constitucionalismo y tiene una clase social que la impulsa, la burguesía.
Después llegan los derechos humanos de segunda generación, que son los derechos sociales. Con todo lo que hizo el Capitalismo. Nacen en México y en Rusia.
Dos revoluciones distintas, de distinto signo. Esto es importante también saberlo; porque las revoluciones sociales, de derechos sociales, son todas de fuentes nacionales. Ya no son una onda europeizante, ni tienen un carácter global. Cada nación establece sus propios derechos sociales con los alcances o limitaciones que cada nación ve. Nada que ver la revolución rusa con la mexicana. Y nosotros, como siempre, retardatarios.
En 1917 ubicamos las revoluciones sociales y nosotros recién en 1945, con el 17 de octubre, empezamos a ver que teníamos que hacer la revolución social y empezamos a matarnos entre peronistas y antiperonistas. Una pésima costumbre argentina.
Si queremos aceptar como dato, podemos decir que en 1957, esa Constitución renga puso el 14 Bis, donde estarían los derechos sociales. Si hablamos seriamente, podemos decir que el grupo social de desplazados, que era el Peronismo, la aceptó con la tercera presidencia de Perón y recién adquirió grado constitucional en la reforma de 1994. De 1917 a 1994, casi  80 años después alcanzamos los principios de la revolución social y los incorporamos.
Segunda generación, entonces, son los derechos sociales. La fuerza está en la clase social de los trabajadores, los marginados, la mujer. Los derechos sociales, la salud, la educación, la vivienda digna, salario digno y la jubilación.
Después llegó un fenómeno nuevo que son los problemas internacionales y la globalización. Aparecieron los derechos humanos de tercera generación, que se producen a raíz de los conflictos que surgen para todos los habitantes del planeta porque parece que las naciones no conviven muy bien. Hay relaciones de buena vecindad, donde unos son los buenos y otros son los vecinos, y no funciona.
Hemos tenido que establecer, mediante tratados internacionales, derechos humanos de tercera generación y se han hecho todos por fuentes distintas: son tratados internacionales a veces bilaterales, a veces multinacionales, a veces multilaterales y a veces de la propia Naciones Unidas, cuando logra consenso general.
Así aparecen los derechos políticos y sociales, los derechos de la Mujer de Beijing y El Cairo. Siempre digo que estamos retardados porque a Beijing lo tenemos, pero no incorporado, porque tenemos una reserva: donde dice que el cuerpo de la mujer le pertenece, sobre eso no se habla.
Mujeres, Beijing y El Cairo fueron un avance enorme, pero nosotros tenemos una cláusula que dice que no. Y toda la clase política dice que no y de eso no se habla.
Ahí aparecen los derechos planetarios y los derechos del niño, por una necesidad de las naciones que afectan a los niños, a quienes convierten en víctima. Están incorporados a la Constitución Nacional y a la de la Provincia de San Luis. Lo hicimos Ley Provincial, algo que es muy importante porque la ley permite que el juez la pueda aplicar. Al tener aplicación práctica, los derechos funcionan judicialmente y la Policía, el Estado, la familia, las escuelas, las instituciones, tienen obligación de respetar estos derechos del niño.
La tercera generación son estos derechos que nacen por tratados internacionales, donde están los derechos del niño.
Sostengo que hay una cuarta generación de derechos humanos que está apareciendo y es a raíz de la era en la que vivimos: “La era del conocimiento, científico digital, tecnológica”. La era de la revolución de la inteligencia. Como siempre pasa en la Argentina, no sabemos qué está sucediendo. No está en la agenda del Estado: la revolución de la inteligencia.
Ha nacido un nuevo derecho humano, que es el derecho a la inclusión digital, a incluirnos a este mundo del conocimiento, ya. Desde 1995 en adelante, aunque puede ser desde 1998 o desde 1994, hay un quiebre. En ese momento es cuando comienza a vivirse la era de la internet, del mundo digital, se populariza y empieza a acceder todo el mundo. Empezó a la par un fenómeno nuevo del que nos damos cuenta: los niños que nacen hoy en cualquier lugar del planeta Tierra son nativos digitales. Nacieron en un mundo digital, quienes nacieron antes de 1995 son inmigrantes en este mundo.
Los inmigrantes son quienes tenemos el poder y no incluimos en la agenda a los nativos. ¿Quiénes lucharon en la Revolución de Mayo? Los nativos criollos contra los inmigrantes españoles porque querían liberarse del yugo español, del yugo del inmigrante que lo estaba dominando. Ahora somos la clase dominante y también los inmigrantes de este mundo. ¿Estamos esperando que los nativos tomen las armas y nos desplacen, porque no podemos comprender este mundo de conocimiento digital?
Nació un derecho. El derecho de hacer, de participar, de estar incluido en el mundo digital. Vemos que es un cuarto derecho humano, que no es por tratado internacional, sino que es un fenómeno que ha producido la ciencia y lo produce también la economía. Afecta a la población y sobre todo al nativo, porque le genera carencias si no está incluido. Esas carencias después son graves, por eso en la Provincia de San Luis incorporamos esto al texto de la Constitución puntana. Se agregó un artículo, por el sistema constitucional de la enmienda (una votación directa). En el territorio de la provincia tienen que ser incluidas las culturas originarias, debe haber inclusión digital para todo el mundo e inclusión social.
Esto tiene un sentido; porque el Estado, la República, es como una casa que tiene un techo, con luz, teléfono, agua. Ese techo tiene que cobijar a toda la población, todos deben estar incluidos. Cuando un niño nace, no lo tenemos que poner fuera de esa casa de la República, debe estar con todos los derechos incluidos.
Los derechos del niño generan en el Estado, con mucha fuerza, muchas obligaciones que el Estado debe cumplir. Una de esas cuestiones que genera es que los chicos tienen derecho a tener un papá y una mamá natural. Y si no tiene papá y mamá, tiene derecho a tenerlos adoptivos, o papá y mamá solidarios o sustitutos, hasta que sea adoptado o recupere los padres biológicos.
 El Estado no pude cumplir la función, de creerse con derecho a institucionalizar a los chicos para que no tengan papá y mamá. O querer reemplazar a los padres, porque, no dicen los derechos del niño que tiene que ser el Estado, quien debe hacerse cargo de los niños. Tienen que tener un papá y una mamá, ése es el Derecho.
El Estado tiene que mirar muy bien lo que sea institucionalización. Eso hay que tenerlo en claro porque es muy triste la institucionalización. Cuando a un niño le duele una muela de noche tiene derecho a que venga la mamá y lo abrace, el Estado no puede abrazar un chico que le duele una muela. Esto lo podemos multiplicar por mil cosas. Se han cometido abusos por parte del Estado, violaciones y abuso de chicos, de menores, pedofilia, muchas veces en institutos de menores.
En San Luis tenemos una terrible experiencia y una lucha enorme por la desinstitucionalización de menores. La señora Mirta Mobellán es una heroína en esa lucha.
Los chicos tienen derecho a jugar, no sacarlos a trabajar, a someterlos.
Si les dijera que hay una persona que está en la cárcel en este momento, de quien tenemos la certeza de que está condenado a 15 años de prisión y es inocente, ¿no firmaríamos un petitorio para que por favor lo suelten...?
En 1856 nació Frederick Taylor y murió en 1915. Publicó un texto que se conoce como el sistema o el método “tayloriano”. Él, que era ingeniero en producción, miró las máquinas, los obreros y se dio cuenta de algo: como el patrón no sabe en qué consiste el trabajo de los obreros, le delega las tareas. Taylor se dio cuenta que patrón y obrero perdían el tiempo. Creó el método “tayloriano” que consiste en robarle el tiempo al obrero, tiempo que manejará el patrón. Ahí se generó un sistema: espacio y tiempo. Le robó el tiempo y le generó un espacio donde el hombre se debía mover para que no perdiera tiempo. Es el obrero que debía llegar a la máquina y la máquina comenzar a funcionar. Hizo una fábrica donde el obrero tiene distintos espacios, de esparcimiento, de llegada, de salida, lugar donde permanecer, para controlarle el tiempo.
Las cárceles hicieron lo mismo. Imaginen un plano de planta de una fábrica superpuesto al plano de una cárcel. Serán coincidentes. Y si se superponen al de una escuela, será igual. Puedo superponer el plano de una cárcel con el plano de una escuela y tiene la misma edificación.
El sistema escolar, nosotros, le estamos robando el tiempo a los niños. Nos hemos apropiado del tiempo de los niños y los hemos metido en una cárcel. El sistema escolar dura casi 15 años y nosotros tenemos presos a los chicos. Y son inocentes, no son culpables.
¿Por qué no firmamos un tratado de paz para pedir la libertad de los chicos? Para que puedan jugar en espacios que no sean cárceles y que el docente, el sistema escolar, la escuela, la dirección, los padres, no le roben el tiempo a los chicos, porque el tiempo de los chicos es para jugar.
Nosotros necesitamos que el docente cumpla dos funciones. Primero hay que lograr la libertad de los chicos. Hay que declararlos inocentes y lograr la libertad. Eso hay que lograrlo con los docentes, hay que empezar ya.
Hay que cambiar los edificios. Lo que está en crisis es todo el mundo de conocimiento ese que tenían. En minutos los chicos aprenden lo que la escuela no le da en años. Tenemos que cambiar. La computadora es un derecho de los chicos y es buena. El docente tiene que ser facilitador, no necesita saber todo de la computadora, solamente prenderla, apagarla y guiarlo.
Hay que seguir un sistema de convivencia, lo demás es todo creativo, todo nuevo. Hay que romper los prejuicios que tenemos en una caja fuerte en la cabeza y no queremos abrir al mundo. Hay que abrirla y ver qué se puede cambiar para los niños. No hay que politizar estos temas.
Le preguntaron una vez a alguien si estaba a favor o en contra de la globalización y les dijo: “La globalización es. No puedo estar a favor o en contra del Descubrimiento de América, fue, sucedió”. Ahora hay que adecuarse a esto. Con la globalización, ¿qué podemos hacer? Favorecer todo lo que sea positivo y lo que sea negativo mitigarlo, adecuarlo a nuestra lengua, nuestra cultura.

 


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