Villa Mercedes, una ciudad pujante

En coincidencia con la fiesta de Nuestra Señora de la Merced, en Villa Mercedes es feriado.
La ciudad de Villa Mercedes -aunque el propio mercedino omite la palabra villa porque no le gusta- tiene una característica impresionante: está rodeada, abrazada, cruzada, bendecida, amada por el río Quinto.
La ciudad nació originariamente como una defensa para los enfrentamientos, en esa especie de guerra civil, entre las culturas originarias y el español y se llamó risueñamente “Fortín Las Pulgas”. Después se convirtió en una posta. Alguna vez, en esa posta, en el año 1824 estuvo albergado y paró el cardenal Giovani María Mastai Ferretti, que luego sería el Papa Pío Nono, el Papa más célebre en la historia de la Iglesia. Fue el que más tiempo duró, el que soportó más cosas a favor y en contra. Es un Papa muy criticado por aquéllos que no son católicos, muy amado por los conservadores católicos. Para la Iglesia conservadora es el Papa de todos los papas, para fuera de la Iglesia, Pío Nono fue muy criticado. Tiene muchas razones para ser criticado y muchas razones para ser querido, por unos y por otros.
En el año 1824 era una posta, el “Fortín Las Pulgas”. Fue fundado por un Auto -así dicen las ordenanzas reales: “en forma de Auto (un decreto)”- un 20 de febrero de 1752. Lentamente a la orilla del río Quinto empezó. También estuvo ahí, en el año 1833, Charles Darwin, en uno de sus viajes por el sur de América.
La Constitución Provincial rige a partir de 1856. Entre el ‘54-‘55 se hizo, pero fue enviada a Buenos Aires, porque tenía que ser ratificada por el Congreso. Hubo una pequeña impugnación, se arregló, tuvimos Constitución y allí apareció don Justo Daract. Daract que le cambió el nombre y le llamó Fuerte Constitucional. Quisieron que se llamara también Río Quinto, porque era el emblema, el hito geográfico más importante, del que Mercedes se alimentaba. De ahí sacaron las acequias, los regadíos y se armó una población muy rural y ligada al campo, a las quintas que todavía son tradicionales en la ciudad. En 1861, el 24 de setiembre, se comenzó a llamar Villa Mercedes.
Cuánto creció Villa Mercedes cuando vino el ferrocarril. Fue la entrada, la puerta de San Luis, donde llegaron los inmigrantes. Mercedes se tiñó con inmigraciones de todo el mundo.
A principios del siglo XX, bajó del ferrocarril una señora chiquitita, con traje de monja. Era la Madre Cabrini, una mujer pequeña y hermosa, de ojos color violeta. Se plantó sobre la avenida Mitre, miró y pidió colaboración a los inmigrantes italianos y les dijo: “Acá quiero una escuela”. Y fundó una escuela en Villa Mercedes. Vivió 67 años e hizo 67 obras, es una casualidad. Uno de los emblemas de Villa Mercedes.
Es una ciudad también de comerciantes, que son los más pujantes de la Provincia de San Luis sin lugar a duda. Sacrificados, porque están lejos de la burocracia, es como que la ciudad de San Luis tiene el privilegio, desventaja o ventaja, de tener la sede de la administración, que alberga a miles de empleados públicos. Villa Mercedes no vive del empleo público. La ciudad es la que genera una forma de vida en la cultura del trabajo y se vuelve más pujante, por eso Mercedes siempre ha sido más pujante. Es como una ciudad espartana y San Luis quiere ser una ciudad ateniense. Así tenemos nuestra Esparta y nuestra Atenas.
Pasó el ferrocarril y en su orilla había un boliche que se llamaba Don Calixto, cuyo dueño tenía un hijo que se llamaba Félix Máximo María. Y en esos boliches, a la orilla del ferrocarril, empezaron a acercarse los trabajadores, los estibadores, los que esperaban el tren, los que descargaban, los arrieros. Ahí empezaron a sonar guitarras y guitarras. Y se generó un centro de guitarras que se conoce, como lo escribieron un día Alfonso y Zavala, en la cueca: “Calle Angosta”, la de una vereda sola. Y al frente está la vía:
 “¡Si me habrán ladrao los chocos!”
“En los álamos comienza   
y en el Molino termina…”