Una huerta comunitaria impulsada por los más chicos

Reciclaron un predio descuidado, sacaron todo lo que ya no servía y en su lugar construyeron una huerta comunitaria.

Cuatro familias de Quines cambiarán su dieta nutricional.

Una simple idea que surgió de los miembros más pequeños de cuatro familias que compartían ese terreno de unos cien metros cuadrados, en las afueras de Quines, que se expandió por la zona hasta que llegó a conocimiento de las autoridades del programa Arraigo Rural, los encargados de ayudarlos a fundar ese espacio sustentable que ampliará la dieta de sus beneficiarios.

La raíz del proyecto comenzó con una visita de los agentes sanitarios del hospital local, que recorren los barrios para —entre otras cosas— concientizar sobre la alimentación saludable. Fueron ellos quienes vieron que en un espacio infértil, entre escombros, cacharros en desuso y piedras, los chicos habían preservado algunas plantas. “Nadie sabe cómo crecieron, pero ahí estaban y además bien cuidadas”, aseguró Carlos Pico, el jefe del Area Regularización Dominial y uno de los involucrados en este proyecto.

Esas familias necesitaban tener una mejor nutrición, incorporar más sabores y más variedad en sus comidas y tenían el sitio indicado para hacer una huerta. El proyecto encajaba por donde se lo mirara.

El hospital se comunicó con el Municipio, que se contactó con el Ministerio del Campo para ver la posibilidad de que entrara en el Plan Cultivando Nuestra Tierra. “Ya habíamos cerrado la campaña 2014, pero cuando vimos que querían hacerlo y tenían todas las condiciones, los aceptamos. Cuando les comentaron a los chicos si querían tener una huerta, les encantó la idea y eso fue muy importante porque siempre hay que ver la motivación de los que van a estar a cargo”, agregó.

Así empezaron a construirla. Limpiaron el predio, lo cercaron y prepararon la superficie. Una vez listo, llegó el momento de poner las manos en la tierra.

El 19 de diciembre, un equipo de diez personas de esa cartera gubernamental volvió con una serie de semillas y conocimientos para mostrar a los futuros beneficiarios. “A medida que vamos trabajando, vamos enseñando y charlando los distintos temas sobre el cuidado, la plantación, las fechas y ese tipo de cosas. Porque no es sólo lo teórico sino también lo práctico, que van juntos”, indicó Pico, quien soltó que lo interesante de ese día fue que vinieron no sólo los chicos sino también sus madres, que son las que cocinan y las que van a usar todas estas verduras para llevarlas a la mesa.

En un día, la huerta estuvo lista. Las lechugas y las acelgas serán las primeras en salir; los maíces están bien germinados pero les falta un poco y los tomates tendrán que esperar a febrero. En el predio también sembraron pimientos, zapallos, sandías y melones, entre otras plantas de verano salpicadas por aromáticas, como perejil o menta.

De ahora en adelante, los 8 adultos y los 14 chicos entre 2 y 17 años que integran estas cuatro familias serán las responsables de llevar adelante esta huerta que comparten. El espacio transformará no sólo ese pequeño paisaje, sino que mejorará la dieta de sus propietarios, los forzará a mantenerse unidos y trabajar en equipo para llevar adelante este proyecto común. Ventajas por donde se lo mire.