Tomás Lipán: "Me gusta vivir de la música"

Hombre de silencios largos, Tomás Lipán representa todo lo que un nacido y criado en el norte argentino es. Tranquilo, pausado y con un amor por el canto de su tierra inquebrantable. Esta tarde llegará por primera vez a la Villa de Merlo para celebrar el segundo aniversario de “Fermín, arte de autor”, una galería de la localidad.
A los 67 años y luego de jubilarse como empleado público en su provincia, Lipán se asentó más tiempo en Buenos Aires para desarrollar su carrera con el arte, sin tener que pensar en cuestiones económicas. Por eso dice que cuando canta, lo hace porque le gusta.

—¿Hace mucho que no viene a San Luis?
—Fui hace muchísimos años, cuando era el cantor en la orquesta del maestro Jaime Torres. Después no fui más, pero sé que está muy lindo y que hay muchos cultores de la música, el folclore y el canto que forman un ancho camino de un sentir enorme, iluminado por la Calle Angosta.

—Daría la impresión que para alguien del norte, la tonada como género musical es algo lejano…
—La siento cerca al escucharla, pero no canto nunca una tonada. Conozco, la mendocina, la sanjuanina y el “si me habrán ladrau los chocos”. Pero no soy ducho en cantar tonada, yo vengo de los cerros y de los huaynos.

—¿Cuál es la influencia que tiene la música del norte en el folclore argentino?
—Es muy notorio, sobre todo en los espectáculos que se dan en las peñas en Buenos Aires, que es donde vengo a cantar. La aceptación de la música norteña es total y hay peñas que son armadas con grupo jujeños. También me llama la atención la cantidad de jóvenes que colman esos lugares para bailar, cantar y participar. 

—¿Cómo se originaron esas reuniones?
—Vienen de lo que antes los universitarios jujeños en Buenos Aires festejaban como “El éxodo jujeño”, una vez al año, los 23 de agosto. Recuerdo que me convocaban para participar y me llamaba la atención el modo de divertirse los chicos, sanamente. A lo sumo se tomaban una cervecita, nada que ver con lo que pasa ahora. 

-—¿Está radicado en Buenos Aires?
—No definitivamente, pero estoy más tiempo acá que en Jujuy. Es difícil vivir de la música, pero el arte es una cosa maravillosa que quienes lo hacemos no nos permitimos pensar en la parte económica. No pienso en lo que gano en pesos, sino en lo que gano en dicha. 

—¿Extraña Jujuy? 
—Me gusta mucho Buenos Aires, como me gustan muchos lugares de este país espléndido. Me siento muy bien donde voy, como seguramente me sentiré bien en Merlo; pero uno nunca compara el lugar donde uno nace. Yo nací en Purmamarca, que no se compara con ningún rincón de la Tierra. 

—¿Cómo son los carnavales en su pueblo?
—Yo me crié evocando al carnaval como una cosa ceremoniosa, que se prepara como la Navidad o la fiesta patronal del pueblo. Mi mamá hacía la chicha y mi papá preparaba el caballo, la rienda, la montura y el vestuario. Todo, para cuando llegue el carnaval, uno esté bien preparado, con el corazón y el espíritu, para olvidarse de las penas, de los tropiezos y de los sinsabores. 

—¿Ha cambiado algo?
—Actualmente es distinto. La fiesta es más festivalera, se cobra entrada, se contrata una orquesta y, como hay luz eléctrica y amplificación, hay un escenario y salones enormes que albergan a muchísima gente. Hay como una explotación. La gente espera el carnaval para ganar su platita. Antes no era así, yo me pasé tocando en los carnavales sin cobrar nada.

Dos años de Fermín, arte de autor: Tomás Lipán, El Toba Gauna y Sandy Brandauer
Día: hoy
Hora: 19:30
Lugar: Fermín arte de autor, Merlo
Entrada: gratis