Villa Mercedes: le robaron a la secretaria privada del Intendente

No es tanto el valor de las cosas que se llevaron lo que siento, sino el hecho de que hayan entrado así, sin prejuicio. Igual, agradezco que ni a mis hijos ni a mí nos pasó nada”, rescata Alejandra García, la secretaria privada del intendente de Villa Mercedes Mario Raúl Merlo, sobre lo que vivió la madrugada del jueves, cuando alguien entró a hurtadillas a su casa del barrio Pablo Díaz y le llevó teléfonos, electrodomésticos de belleza y prendas. 
 

"Cuando me arrebató el celular le grité '¿qué pasa?, ¿qué pasa? Él (el ladrón) se asustó y salió corriendo”

Alejandra dice que por primera vez en los 18 años que vive en la esquina de Teniente Turrado y pasaje Pablo Neruda, cuando llega la noche, le corre un ligero escalofrío por la espalda. Especialmente cuando tiene que cerrar las puertas y ventanas. “Ahora trato de no dejar tanto la casa sola, siempre están mis hijos porque yo trabajo todo el día. Pero cueste lo que cueste voy a tener que cerrar, hacer una medianera afuera, y poner mayor seguridad en las puertas”, comenta. 
La noche del robo la mujer de 42 años se había ido con sus hijos Nilo, de 14 años, y Milagros, de 17, y una amiga de la adolescente al cumpleaños de su madre. “Mi mamá vive a una cuadra y media de acá. Habíamos estado ahí y, como yo me tenía que levantar al otro día a las seis de la mañana para ir a trabajar, decidí volverme”, cuenta. 
A las dos de la madrugada, Nilo y Milagros acompañaron a su mamá hasta su domicilio y después regresaron a la fiesta. “Apenas llegué me acosté”, relata la secretaria. Antes de eso, dejó encendida la luz del comedor. 
Fue ese resplandor, que llegaba con mucha debilidad hasta su dormitorio, el que le permitió dos horas después distinguir una silueta masculina que quería manotearle su teléfono. El aparato estaba cargando su batería, sobre la mesita de luz. “Cuando él quiso sacarme el celular, tiró el cable y ahí es cuando me desperté”, relata. 
Dice que vio como una sombra. No pudo advertir si el hombre era alto, delgado, robusto, nada. “Cuando me arrebató el celular, le grité ‘¿qué pasa?, ¿qué pasa?’ Él se asustó y salió corriendo”, recuerda. En el intento, el ladrón se tropezó con la puerta corrediza plegable que tiene la pieza de Alejandra. “Salí detrás de él, gritando. Pero cuando llegué al patio ya se había ido. No vi en qué andaba, pero supongo que en una moto porque escuché como que intentaban arrancar una", sigue y agrega desesperanzada: "Me quedé ahí, sin saber qué hacer”.
“No sé cómo hizo para entrar. Si usó algo para hacer palanca y abrir la puerta, no sé, sólo sé que entró por la puerta del patio”, dice. Esa abertura, que está en el costado derecho de la vivienda, no contaba con mucha seguridad: sus cuatro ventanillas no tienen  los vidrios y la traban una madera y un pasador. “Durante muchos años la tuve sellada, soldada en el marco. El año pasado la abrí para, de una vez por todas, arreglarla. Pero, bueno, se me adelantaron (los delincuentes)…”, aclara. 
“No se llevaron mucho. No tengo cosas de alto valor en la casa. Me llevaron una planchita para el pelo que estaba ahí (arriba del lavarropas) y un rato antes mi nena había estado usando con la amiguita, un secador para el cabello, un par de zapatos de mi hija, ropa que tenía en el comedor, el celular de la amiga de Milagros y mi teléfono. También se ve que me quiso llevar una carterita re bonita que tengo, pero se le cayó cuando se tropezó al escapar”, enumera.