Poco después de la medianoche de este sábado, un vecino golpeó la puerta de Francisca Lozada para alertarla de que la crecida del río llegaría en cualquier momento hasta las viviendas cercanas a la fábrica de dulces que funciona en esa localidad.
“Nos sorprendió a todos porque estábamos durmiendo y nos vino a avisar un vecino que el agua estaba viniendo. No tuvimos tiempo de hacer nada, solamente alcanzamos a acomodar la escalera para subir al techo, fue la única manera de salvarse”, afirmó la damnificada.
La casa en la que Lozada habita hace cuatro años junto a 7 menores (uno de ellos con discapacidad) y su madre, prácticamente quedó destruida por la fuerza voraz del agua, que “entraba por una puerta y salía por otra”.
“Quisimos ver si podíamos rescatar algo de nuestras cosas pero no se puede sacar nada, fue imposible. El agua alcanzó los cuatro metros, había chicos, mujeres embarazadas, gente mayor en los techos, es un desastre”, aseguró Lozada.


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