Prince Royce deleitó a las puntanas con su bachata romántica

En los recitales de los artistas que tienen un solo hit la ansiedad suele ser más notoria. El público espera como el gran momento esos tres o cuatro minutos en dónde tanto arriba como abajo del escenario se desarrollará una artillería de excitación instantánea, una exhalación de satisfacción que se apaga con el último aplauso y con la sensación de que la presencia en ese lugar tuvo algún sentido.

Ni siquiera en tiempos de YouTube y de propagación viral es fácil hacer un hit global de la magnitud de “Darte un beso”, un reggae limpio que es por lejos la canción más conocida de Prince Royce y la invitación a pensar que si hizo una canción así, bien podría hacer otra. “Incondicional” y “Soy el mismo”, aún con sus videos de primera calidad, no lograron alcanzar la estatura del éxito máximo pero pueden servir como dignos acompañantes en un recital que tiene que durar una hora y media.

Flaquito, lo que sumado a su timidez dio un aspecto de fragilidad preocupante, Prince Royce entró al escenario dispuesto al costado del lago Potrero de los Funes para ponerle el broche a la segunda noche del Carnaval de Río en San Luis. Cuando sus dientes blanquísimos regalaron su primera sonrisa, la cuestión musical quedó definitivamente de lado.

El jovencito bailó con frescura, piropeó a diestra y siniestra y tiró "mmmmuas" en fonética de besos a las chicas que desde temprano deliraron con su presencia.

A las siete de la tarde, seis horas antes del concierto, el último posteo en el Facebook del cantante –en el que invitaba al recital- tenía 64.007 “me gusta”, que ascendían al ritmo de cualquiera de sus temas más movidos. Superaron con  holgura los 78 mil a la hora del show.

El público preferido de Prince es el femenino, sin compromisos sentimentales y dispuestas a subir al escenario a cantar para él. Había muchas en esa condición el domingo a la noche. Y alguna que no pasaba el desafío de la soltería también pidió por subir. Cuando el cantante lanzó un "a ver las chicas solteras..." se acercó en el discurso a cualquier grupo de cuarteto de estatura y factura sensiblemente menor.

Cuando hace un cuarto de siglo Juan Luis Guerra lanzó “Bachata rosa” –su quinto disco, convertido en clásico- Prince Royce era un bebé de seis meses de vida. Con esa placa inolvidable, el dominicano puso a la música de Centroamérica en situación de conocimiento global y abrió las puertas a un ritmo querendón, mimosón, de contoneo sensual.

Hoy, gracias a músicos como el joven que estuvo el domingo en San Luis -pero fundamentalmente a Romeo Santos- el género goza de una difusión inédita, con amigos que se juntan a bailarlo y hacen de esos pasos calientes una sensación que supera lo que en su momento fue la lambada.

El legado más notorio que el joven absorbió del autor de "La bilirrubina" fue "Ven conmigo", una canción que empezó a marcar el final del concierto y que precedió a un mensaje que el cantante se preocupó por dejar en claro: "Hace un par de años mi vida cambió notablemente, pero no importa el dinero, no importa la fama, no importa lo material; lo importante es el amor".

En el recital que se vivió a orillas del lago Potrero -en una noche de clima agradable y ante una multitud que se quedó al show- las parejas transformaron boxes en una enorme pista de baile para arrimarse sin pudor al cuerpo del compañero.

Si bien la salsa y la bachata dominaron rítmicamente la noche, Prince Royce también buscó en el pop latino algún refugio para sus canciones. Y para completar un repertorio acotado sumó una versión de "Stand by me", un clásico que fue deformado a su manera.

El final fue, obviamente, con "Darte un beso", que como para reforzar la condición de tema más cantado de la noche exhibió el videoclip con la letra en la pantalla gigante. Luego de bajar del escenario para saludar de cerca a las fans que se apretaron en la primera fila, Prince se fue con sus músicos, sin tocar el bis.