“Pasaron ocho meses, pero no pararemos hasta hallar a Abel”

Sábado. Cuatro de la tarde. Si no fuera por una solitaria nube, que se le cruza de vez en cuando al sol, el cielo estaría totalmente descapotado. Y hasta hace un poco de calor para estar a mitad de otoño. Pero en la casa de Carolina, la hermana de Abel Ortiz, el clima es otro. Las cortinas de las dos ventanas que tiene el living comedor están cerradas. Están casi a oscuras. En la mesa, sentadas a la espera del periodista, están Marcela, Valeria y Graciela, el resto de las hermanas. No necesitan llorar ni decir nada, a la tristeza, la preocupación y hasta el cansancio los tienen estampados en los rostros. Marcela, siempre la más optimista de la familia, dice casi a secas: “Ya no sabemos qué hacer. Al principio pensábamos y nos decíamos ‘ya va a salir todo a la luz…’, ‘ya lo vamos a encontrar’, ‘en veinte días, tres meses...’, y nos consolábamos entre nosotros diciéndonos ‘ésta va a ser la última marcha’. Pero pasaron ocho meses y seguimos sin saber qué le pasó a nuestro hermano”.

-¿Cómo va la investigación? ¿Ya llegaron los resultados de los rastreos terrestres que hizo Gendarmería en la casa de la ex de Abel?

Valeria: No sabemos nada. Estamos como el primer día.

Carolina: Un día antes de la última marcha (25 de abril) fuimos a preguntar al juzgado y nos dijeron que todavía no habían llegado. Nos dijeron que esos estudios demoran quince o veinte días. La última vez nos dijeron que esperáramos treinta días.

-¿Qué piensan de la recusación que planteó Alejandra Espinosa, la ex de Abel, contra el juez?

Graciela: Que está mal, porque está demorando todo.

Valeria: Acá no hay, como dice ella (Espinosa), un ensañamiento con ella. No hay perejiles. Desde un primer momento que denunciamos la desaparición de mi hermano apuntamos a tal persona. (Se ataja en no decir el nombre de esa persona).

Carolina: Hemos sido buenos, prudentes con la investigación, pero si esto sigue así vamos a hablar de lo que sabemos.

Valeria: La Justicia tiene todo, las pruebas, todo lo que hace falta para agarrar a los responsables, sólo tiene que actuar.

-¿Creen que descubrirán lo que le pasó a Abel?

Marcela: Sí, porque no nos van a parar. Hoy, ya pasó mucho tiempo, pero vamos a seguir.

Carolina: En estos ocho meses hemos dejado de lado a nuestras familias porque vivimos por él, para salir y pegar carteles hasta Merlo, Río Cuarto, Mendoza. Alguien venía o nos llamaba y nos decía que nuestro hermano estaba tirado al costado del río y nos íbamos desesperados a buscarlo. Son cosas que sólo nosotros sabemos. ¿Sabés lo que es recorrer de punta a punta el dique hasta cerca de Justo Daract, con palos, caminando? Y lo peor... levantarse cada día y no saber si tu hermano está vivo, está muerto, y dónde.

Valeria: Lo único que pedimos es que alguien que sepa o haya visto algo se quiebre y hable. Que entreguen a Abel en las condiciones que esté, vivo o muerto. Después que la Justicia se encargue de los responsables. Queremos que él aparezca como sea. (Ahora las lágrimas no la dejan continuar).

Marcela: Yo tengo… ira. Estoy enojada porque vamos a lo de nuestros padres y ellos nos preguntan “¿qué pasó? ¿Alguna novedad?” y no sabemos ya qué contestarles. Nos sentimos de-samparados.

Carolina: A esta altura esperamos cualquier cosa.

Marcela: Yo espero un milagro.