SAN LUIS - Sabado 28 de Junio de 2025

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El Alarido de Juan

Por redacción
| 06 de agosto de 2015
Doña Marta, Juan Pablo y Don Pedro con la camiseta número 9 que usó Juan Gilberto en la final de la copa de 1986. "Nene, guardala como oro", le dice a Juanpi.

La puerta lateral de la casa ubicada en avenida Julio Argentino Roca, a metros de General Paz, se abre con paciencia. Del otro lado está doña Marta (78), la mamá del ídolo riverplatense en el finalísima de la Copa Libertadores 1986.
Juan Pablo (26), el hijo del goleador, camina por el pasillo de la mano de Mailen, que tiene un imperceptible embarazo de cuatro meses. Ambos esperan a Juan Manuel, extensión de la sangre de los Funes.
En el comedor, las sillas, junto a la mesa, están ubicadas como toda la vida. En el imaginario está don Pedro en la cabecera, a su izquierda y contra la pared Juan Gilberto y a la derecha Pablo Saturnino.
La tele se enciende. El partido ya tiene un minuto. Con Juanpi vamos a la habitación matrimonial de los Funes-Balduvino. Don Pedro (87) juega a dos puntas: escucha a Víctor Hugo por la radio y sigue el partido por la TV Pública. El sonido de la radio le gana a las imágenes. Poco importa, a don Pedro hace un tiempo que la vista no le juega a su favor. Pero la memoria… la memoria es arrasadora.
“De ese partidazo del ’86, Juan terminó los festejos y no lo querían dejar venir, hasta que encontró un lugarcito y arrancamos para San Luis. Yo venía adelante manejando un Ford Sierra, él atrás con un Peugeot. Paramos en Pilar a comer algo y cuando la gente lo reconoció fue una locura, lo mismo en Venado Tuerto, Río Cuarto y Sampacho; donde parábamos no podían creer que un día después Juan estaba ahí, con ellos, en un comedor o en una estación de servicio”.
Doña Marta aparece y dice que en San Luis, donde había visto el partido sola, frente a la tele, fue una invasión. La casa estaba llena de amigos y de gente de todos los barrios, esperando a Juan. Lo amaban”.
“Juanpi”, recostado a la par del abuelo, mira la panza de su novia, la que conoció en el colegio "Santo Tomás" y fueron novios imaginarios en tercer grado, y después formalizaron a los 15 años y finalmente la relación los unió a los 22. “Es un orgullo ser Funes, pero es una gran responsabilidad también. La gente te ve y siente que al darte un abrazo se lo da a mi papá, es muy lindo pero a la vez muy fuerte; hay que salir todos los días a retribuir ese cariño”.
“Siempre fuimos de River los dos, y Pablo también”, cuenta don Pedro. “Yo soy de Independiente”, cuenta doña Marta: “Le decía a Juan que cuando jugaba en contra que no le hiciera goles… no les puedo contar las cosas que me contestaba”.
El partido sigue con el trajín del juego. El primer tiempo se está por ir. Y aparece el ángel de Juan en el césped, vestido de Alario. Es que el “Búfalo”, al igual que el delantero santafesino, llegó a River para las semifinales del '86. Y en un puñado de partidos se puso a la gente en el corazón. Centro de Vangioni, cabezazo de Alario y el “Ángel de Juan” manda la pelota al fondo de la red. “Vamos River carajo”, lanza Juanpi y parte al comedor. El primer tiempo se va.
Se escucha a Víctor Hugo, que en la radio que está sobre la mesita de luz, a un metro de don Pedro, dice: “Alario quiere estar en el póster, en el póster en el que ya están el Búfalo y Crespo”… (se hace un silencio). 
“Juan fue un tipo grande, grande de verdad… un tipo bárbaro. Y como jugador un goleador increíble con una fuerza tremenda”, cuenta el papá, ya con los ojos húmedos.
Está por arrancar el segundo tiempo. Marta se acuerda que en 1954 se vinieron a San Luis. Ella de Coronel Moldes y él de Sampacho. Se casaron y se vinieron… (se hace otro silencio). “¿Sabías que Juan fue el único habitante de San Luis al que velaron en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno?”, pregunta la mamá… la mamá de Juan Gilberto, que extraña al hijo a cada rato, y sigue admirando el don de gente por sobre las cualidades deportivas.
Final. “¡Qué te dije, en el segundo tiempo se soltaban y goleaban!”, dice don Pedro.
Fue 3 a 0 y festejos. El agua de la lluvia se mezcla con las lágrimas de los hinchas. “¿Por qué lloran así, habiendo tantas otras cosas importantes?”, vuelve a preguntar doña Marta con tono se sentencia.
“¡Sabés la gente que lloró por el gol de tu hijo en el '86!”, le dice Juan Pablo.
“Me vas a decir a mí, si yo fui la primera en llorar”, recuerda.
Hay otro silencio, apenas el tercero de 110 minutos en la casa de los papás del "Búfalo". Es el silencio más largo. En la tele hay emoción y en casa de los Funes también… pero hay un silencio que es el que enaltece a los sonidos del pasado y a los sonidos que vendrán. 

 

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