Alturria, profeta entre dos tierras

Convertido en Black Dalí, Darío Alturria volvió a sus pagos a mostrar en lo que estuvo trabajando sin pausa desde la separación de "Kameleba".

Una muestra de la expectativa que generó la presentación del cantante se vivió en la terminal de ómnibus de Villa Mercedes, donde muchos chicos de la ciudad esperaron con banderas a sus amigos llegados de otras provincias.

La previa del concierto estuvo a cargo de Agustín Fuentes y Dj Bigote, quienes calentaron la noche y dieron los primeros acordes que luego extendería en vivo la banda que acompaña a Alturria en su etapa solista, la Brigadistak Etíope.

Una sorpresa fue que los integrantes del grupo  entraron a escena por detrás, desde el camarín, y pasaron entre la gente, desprevenida.

Con carisma natural, Alturria fue el dueño de una verba suelta de prejuicios que hizo uso de jerga reggae y callejera, en medio de saludos a un público que llenó un Quinto Pub, hizo que el lugar tuviera la mayor cantidad de dreadlocks por metro cuadrado de su historia.

“Qué lindo que es escucharlos a ustedes cantando reggae”, dijo Darío en “Experiencia rasta” y agradeció la presencia con meneos a la popular femenina y un bravo final de solo a pura cuerda de los guitarristas Sherman y Hernán Milstein, quien junto al tecladista Germán Álvarez -que estuvo cobijado tras una bandera jamaiquina- son los productores del disco debut de Black Dalí.

La ajustada banda asistió y cortó en el momento justo, el de suspenso, con un vocalista inquieto y bailarín que pidió palmas y abrazó a compadres en la primera fila. Las canciones tuvieron extensos solos de guitarras perseguidas por la caravana grave del bajo de Gustavo Esteves y el baterista Damián Asunto, que parecían siameses.

Arriba del escenario se vio una cara conocida, la de Sergio “Checho” Domínguez, un viejo ladero de "Kameleba" con el que revivieron algunas canciones de una época que Alturria no olvidará.  “Vamos a recordar lindas noches, con temas de aquel momento”, dijo y sostuvo el cover de “Jammin”, de Bob Marley, más “Orillas”, “Espejo” y “Jah children”. El resto de la lista fue cosecha propia.

Durante toda la noche, Darío estuvo activo, en baile permanente y preocupado por mostrarse atractivo, con un renaciente carisma y una energía que traspasaba la niebla que inundó el escenario. A pocos pasos de allí, Greco y Clara Alturria, los padres del solista, contemplaban al cantante que con sus rastas sueltas que caían como cortinas, se pareció mucho a un león que volvió a rugir.