SAN LUIS - Domingo 19 de Mayo de 2024

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Emotivo último adiós a Carlos Juan Rodríguez Saá

Por redacción
| 02 de septiembre de 2015
Carlos Juan Rodríguez Saá.

Los  restos de Carlos Juan Rodríguez Sáa fueron sepultados en el cementerio de Los Peñitos, ante una nutrida concurrencia que acompañó a su familia en este difícil momento.

 


El integrante del directorio de la empresa Grupo Payné, e hijo del ex gobernador Alberto Rodríguez Saá y de “Tona” Salino, falleció el martes por la mañana en la ciudad de Buenos Aires, lugar en el que residía.

 


El ex vicepresidente de Payné, que sufrió un paro cardíaco, había cumplido 40 años el pasado 5 de agosto. Cursó sus estudios primarios y secundarios en la escuela Normal Mixta “Juan Pascual Pringles” y la carrera universitaria de Filosofía y Letras en la UBA.

 


 Hubo numerosas muestras de condolencias en las redes sociales a toda la familia Rodríguez Saá.

 


En el momento del último adiós, uno de sus familiares leyó la dedicatoria publicada en la edición de El Diario de la República:

 


Carlos Juan

 


Hay algunas cosas que sólo puede apagar la muerte. Una de esas pocas cosas es la vida de Carlos Juan. Un derroche de vida, una síntesis formidable de saber, de inteligencia y de amor intenso.

 


Todo intenso. Todo incontenible. El amor intenso no es sabio, no es prudente, no es coherente, no es reflexivo; es intenso, es amor sin prejuicios ni miramientos. El amor de Carlos Juan por cada uno de nosotros fue intenso, desbordante, abrasador, desesperante.

 


A muchos de nosotros nos desborda el amor de Carlos Juan. Tal vez en nuestra mediocridad no supimos comprenderlo, amarlo lo suficiente.

 


“Charly” nació un 5 de agosto de 1975, estudió en la Normal Mixta y se fue a Buenos Aires a estudiar Filosofía, mucha, y aprendió mucho.  Hizo muchas cosas en su vida, hasta fue un gran directivo de este diario. El Hito del Bicentenario y el Museo de Lafinur en La Carolina tienen su impronta.

 


Carlos Juan era tan sabio como imprudente. Tan frontal como adorable. Sepan que hablamos de una pieza única, pocos tan alejados de lo vulgar y lo chabacano. Pocos tan queribles, pocos tan audaces.  No dejó libro por leer, ni momento por vivir.

 


Cuesta decir que descanse en paz; era tan vibrante, tan incontenible, tan intenso que no se lo imagina en el descanso y ojalá haya podido construir su propia paz.

 


Nos quiso mucho. Lo quisimos mucho”. 

 


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