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Mecatrónica: una cuna de desarrollo en Villa Mercedes

Por redacción
| 02 de octubre de 2016

Quien atraviesa la puerta del box 171 del segundo piso del campus que la Universidad Nacional de San Luis tiene en Villa Mercedes, puede toparse con cosas sorprendentes: un brazo mecánico que juega al ajedrez, una máquina que crea piezas de plástico desde la nada y pequeños autitos que se mueven hacia donde les indica una computadora. Pero entre esas cuatro paredes no hay ningún hechizo ni fórmula mágica, sino el resultado de largas horas de trabajo y dedicación. Allí funciona el Laboratorio de Mecatrónica de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Agropecuarias, un centro de desarrollo e investigación donde nacen distintos proyectos de robótica, que ya ha cosechado varios logros y no se detiene.

 


El laboratorio abrió sus puertas en el año 2000 bajo la dirección de Daniel Morán, quien hoy también es, nada más y nada menos, el decano de la facultad. Está formado por unos diez profesionales, entre ingenieros, técnicos y docentes, que pasan largas horas en la construcción de distintas máquinas y formular avances en la materia.

 


José Cuello, uno de los miembros del grupo, explicó que la mecatrónica es una disciplina relativamente nueva que integra a la mecánica, la electrónica y la computación para diseñar aparatos inteligentes que sean capaces de cumplir una tarea concreta, con cierta autonomía. "Un robot es un dispositivo mecatrónico porque tiene piezas mecánicas y articulaciones similares a las de los humanos, y puede realizar una tarea de manera independiente", dilucidó Cuello, quien también dicta clases en la asignatura "Robótica".

 

Es un campo de estudio y desarrollo que nació de la mano del constante avance de las tecnologías y de la necesidad de las industrias de hacer cada vez más automáticos y ágiles sus procesos de producción. En esa búsqueda, la mecatrónica llegó para unir varios trabajos que se realizaban por separado. De manera que un especialista en esta rama es capaz de tener una mirada global sobre lo que, por partes, hacía un electricista con los circuitos, un mecánico con los hierros y un informático con las computadoras.

 


Atentos a estas corrientes, en la facultad mercedina crearon el laboratorio y, con el tiempo, los conocimientos que allí emergían se trasladaron también a las aulas. Así, primero se sumó una asignatura para algunas ingenierías, luego un optativo y en 2012 incluyeron en la oferta académica la carrera de Ingeniería Mecatrónica (Ver: "Una de las tres...").

 


Desde entonces, esa oficina repleta de computadoras, plaquetas y cables es un espacio donde los amantes de la tecnología pasan su tiempo fabricando o programando. Y es el refugio al que recurren los alumnos que quieren desarrollar algún proyecto que les sirva de trabajo final o tesis.

 


Algunos proyectos

 


En sus dieciséis años de vida han concretado diferentes inventos, desde un sistema de vigilancia hasta una caja de cambios para tractores. Su más reciente creación fue presentada en las páginas de El Diario, en abril de este año.

 


Se trata de un robot capaz de tomar decisiones y jugar al ajedrez contra un humano. Los autores tomaron un brazo industrial y le adaptaron una cámara y un software para que el aparato lea la partida y mueva las piezas del modo que considere mejor para salir victorioso.

 


Antes de la máquina ajedrecista, en el laboratorio habían construido un brazo similar que en 2011 les valió la obtención del premio "Innovar" que otorga el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación. Ese dispositivo que bautizaron "CXN-1" tiene un fin didáctico porque "permite que  con una notebook y a través de internet, los chicos puedan darle directivas y controlarlo, y a la vez aprender cómo funciona el proceso", describió el profesor.

 


Otra de las joyas que pueden presumir en el centro es una impresora 3D que fue armada, pieza por pieza, por ellos mismos. "La armamos el año pasado porque es una tecnología que se está utilizando mucho para diseñar algo en tres dimensiones y llevarlo a la realidad", contó Federico Pinna, un alumno avanzado de la carrera, quien asiste al laboratorio como técnico. La máquina usa unos filamentos de plástico para formar un objeto por capas. "Nosotros lo aprovechamos para hacer insumos o piezas que no conseguimos y que nos sirven para hacer otros proyectos", reveló.

 


Guillermo Larregay, otro integrante del equipo, anticipó que comenzarán a desarrollar lo que se conoce como "aprendizaje automático del movimiento". "Por ejemplo, puede ser un guante que una persona mueva y que el robot lo copie. Eso va a permitir trabajar en un entorno peligroso y puede tener muchas otras aplicaciones. La investigación no tiene límites", expresó.

 


Robots en las aulas 

 


Lejos de quedarse encerrados con sus desarrollos, los especialistas decidieron salir del Laboratorio y trasladar sus conocimientos sobre robótica a las escuelas. De esa manera,  llevan adelante un programa que tiene como fin despertar  en los más chicos la vocación por la tecnología. 

 


Con cuatro kits de pequeños autos, los técnicos visitan los colegios primarios de Villa Mercedes y brindan talleres para los alumnos de sexto grado. "Les damos una introducción a la robótica y después les pedimos que hagan distintos desafíos con los autitos, a través de un software en la computadora", contó José Cuello.

 


Y agregó: "A esa edad, el nene empieza a decir que quiere ser bombero o policía, pero ninguno  dice que quiere ser técnico  o ingeniero. La idea es dejarles la inquietud y encender una luz".

 



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