Denunció al vecino por tirarle agua hirviendo a su perro

Paula Martínez, una artesana de 35 años, nunca imaginó el sufrimiento que iba a tener su labrador Noah, de tres años, a quien considera su “hijo” y al que mima como tal. Mientras la mujer terminaba unos trabajos, el perro dormía la siesta en una de las galerías del barrio La Rioja, a pocos metros del hogar. De repente, su pareja y una amiga la llamaron a los gritos porque un vecino salió con un balde y arrojó agua hirviendo sobre el animal. Aunque en principio no quiso hacer nada, el estado de su mascota y la insistencia de sus allegados consiguieron que Paula llevara el caso hasta la Fiscalía Nº 1 para denunciar al agresor.

“Cuando lo vi mojado, pensé lo peor. Noah se revolcaba pero nunca imaginé que era agua hirviendo. En ese momento, vi que el vecino corría y se encerró en su casa, no salió más y desapareció del barrio por cuatro días”, contó Martínez.

Una semana después, Paula se cruzó con el vecino - su apellido sería Oliva- en el playón. “No lo insulté pero le dije que estaba loco, que no lo entendía, ya le pegó una vez y no dije nada. El perro no le hace daño a nadie y si le molestaba hubiera hablado conmigo. Cuando me veía me decía que lo iba a matar y después manifestaba que era broma. Mis perros (tiene dos más) están adentro y hacen sus necesidades en mi casa y si ensucian en otro lado lo limpio”, aseguró la mujer.

El agresor no negó los hechos pero argumentó que el perro no lo dejaba salir de la vivienda, que lo ladraba y que sólo le había arrojado un vaso de agua tibia.

Martínez no quiso hacer la denuncia y sólo se preocupó por la salud del labrador. A modo de calmar su pena, publicó las fotos de lo ocurrido en su muro de Facebook y el posteo recibió decenas de comentarios que la alentaban a que hiciera un descargo. Un grupo de proteccionistas la asesoró y finalmente ayer acudió a los tribunales del Poder Judicial para asentar los detalles del episodio en la Fiscalía Nº 1, que los elevará al Juzgado de Instrucción en lo Correccional y Contravencional, a cargo de Santiago Ortíz. Adjuntó las constancias médicas, más las fotos de las lesiones del animal en el lomo y en los miembros posteriores.

"No soy de hacer escraches pero tenía mucha bronca. No pido ni que me abone lo que estoy gastando, quiero que sepa que esto no se hace, no se le hace a Noah ni a ningún animal. Nada justifica el maltrato", consideró.

En la primera consulta con el veterinario detectaron quemaduras de primero y segundo grado, le aplicaron calmantes y Noah mostró una leve recuperación. Sin embargo, a la semana empeoró: dejó de caminar, sólo se arrastraba con las delanteras. El jueves, un nuevo especialista decidió internarlo por una posible lesión en la columna, que puede atribuirse a un golpe en el lomo que el can se dio con un cantero de la casa de Paula, después que lo quemaran con el agua, mientras se revolcaba y correteaba por el dolor.

"Noah vino de sorpresa, fue un regalo que me hicieron. Lo crié re mañoso. Adora a los niños, toma el te con uno de mis vecinos y las mujeres más grandes lo pasan a buscar para que las acompañe a comprar. Es mi hijo", expresó con cariño Paula.