En un acto de viviendas le pidió matrimonio; ayer se casaron

La historia de Franco Rodríguez y Marcela Tejeda tuvo su final anunciado. Nueve meses después que él le pidiera matrimonio justo cuando les entregaban las llaves de su vivienda, sellaron su amor con la ceremonia del civil, en el registro local. Su cuatro hijos y decenas de familiares celebraron el sí de ambos, ayer al mediodía.

Los dos tienen 38 años y hace siete que comparten los días y las noches, después que se conocieran en el casino donde ella trabaja. "Nuestra relación se describe con pocas palabras: somos tan diferentes que nos parecemos, porque congeniamos un montón. Es un amor absoluto y no puedo haber elegido mejor", expresó Marcela, aún conmovida al salir de la oficina del Centro Cívico.

El primer paso hacia el casamiento lo dio Franco el 16 de mayo del año pasado. Ese día ambos acudieron al Palacio de los Deportes "José María Gatica" a recibir las llaves de su propio hogar, pero Franco le preparó una sorpresa más a su amada con la complicidad de toda la familia que también concurrió a la entrega (ver "La romántica sorpresa"). "Fue increíble la sorpresa, no me lo esperé y le agradezco a él con todo el alma porque me hizo sentir una mujer especial", reconoció la mujer.

Ayer en el dedo anular de Marcela lucía impecable el anillo de compromiso que Franco le ofreció en aquella oportunidad.

Hace siete años que están juntos y tienen cuatro hijos, Gabriel, Rocío, Juan Pablo y Lucía con quienes ya habitan en la casa del barrio 640 Viviendas, en el este de la ciudad. "Estamos contentos con el barrio y los vecinos", indicaron.

Fue la última ceremonia del día y la más concurrida. Durante los quince minutos que duró, los recién casados permanecieron tomados de las manos y sólo se soltaron para firmar las actas de matrimonio. Sus miradas denotaban felicidad y devoción de uno al otro, aunque la noche había transcurrido entre desvelos, nervios y algunos malestares estomacales previos al gran día.

Los testigos de la boda fueron Guillermo Tejeda y Sandra Sotto, parientes de la pareja. Los demás hermanos, tíos, primos y los futuros padrinos coparon la sala principal del registro y aplaudieron cuando llegó el beso que selló tantos años juntos. A la salida hicieron el festejo tradicional con puñados de arroz revoleados por el aire en las escalinatas del Centro Cívico mientras los novios mostraban orgullosos el acta.

Al mediodía hicieron un almuerzo íntimo junto a los más allegados porque la celebración religiosa y la fiesta serán el 4 de marzo. Marcela es la que está más al tanto de los preparativos y en cada detalle. "Soy la que trata de tener todo controlado, él los detalles no los tiene muy en claro. Ya tengo casi todo listo, el vestido, los aros, sólo me faltan los zapatos, pero él aún no tiene nada", comentó con una sonrisa.

Las alianzas también están listas y "bien guardadas" a la espera del próximo momento nupcial en la parroquia.

"Estamos felices, si bien la convivencia será la misma como hasta ahora sólo que nos sentimos afianzados un poco más", coincidieron una vez más.