11°SAN LUIS - Sabado 11 de Mayo de 2024

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El silencio de los inocentes

Por redacción
| 09 de abril de 2017

Hay que escuchar a los chicos". El consejo para prevenir que lanzan los especialistas tiene sabor a redundancia, pero reviste una vigencia enorme. La advertencia llega en medio de un contexto complejo en donde las noticias sobre el abuso y el asesinato de Florencia Di Marco sacudieron la provincia como en arbusto en la tormenta.

 


“Hay que sensibilizar, informar, concientizar y hablarles mucho a los niños, concientizarlos sobre sus derechos, deben tener espacios en donde expresar lo que les pasa y una validación de sus dichos”, explicó Ana María del Bosco, licenciada en Psicología y un reconocida especialista en la materia.

 


“Estuvimos muy acostumbrados a desvalorizar las palabras de los chicos, a no tenerlas en cuenta. Hay que prestar atención a los indicios que dan. El hecho de no creerles ha influido mucho en que se propague la cultura del maltrato. Hay que hacer un esfuerzo porque la violencia en general y la violencia intrafamiliar son conductas aprendidas, no son innatas”, aseguró

 


Uno de los tópicos que abrió Del Bosco tuvo forma de pregunta retórica pero se transformó en la metáfora de un iceberg. “Cuando analizó las cosas que le pasaron  a esa niña adolescente de doce años me pregunto: ¿qué pasó que no pudo hablar?”.

 


El cuestionamiento encontró una respuesta directa: “La violencia intrafamiliar tiene un entramado psicológico y sociocultural que se puede mirar desde muchos ámbitos pero lo más importante es que un niño o niña abusada no tuvo, no pudo, ni encontró cómo decir lo que le pasaba. Aparentemente nadie escuchó”.

 


“Hay que analizar qué pasa con los vínculos, todo se da en un contexto en el que hay una gran falta de confianza, un desapego a muchas figuras que llevan a que una niña pueda soportar semejante tormento y que no tenga con quién hablar ni donde hacerlo”, añadió.

 


Uno de los conceptos que lanzó constituyó una figura fuerte: “Hay una manipulación de silencio” dijo y explicó  que hay casas en las que rige el “de esto no se habla, esto es de acá”.

 


Elena Toranzo, psicóloga clínica magister en Psicoterapia Psicoanalítica indicó que “los niños siempre van a evidenciar síntomas porque tiene en claro que es algo malo lo que les está sucediendo, lo que pasa es que no saben cómo defenderse y mucho menos buscan hacerlo si está en riesgo la vida de su madre o la de sus hermanos. Ellos mismos pueden ocultar cosas sin querer por preservar a otros”.

 


Dijo que la lógica de los chicos, aunque no haya amenazas por parte del abusador, es: “El niño piensa, si me lo hace a mí, se lo va a hacer al otro”.

 


Del Bosco en este sentido también remarcó que estos casos tan movilizantes sirven para que los padres que tienen bueno vínculos con los hijos puedan hablar de estas cosas. “Sirve para abrir las puertas, de esto se puede hablar, porque los chicos escuchan las mismas cosas que escuchamos nosotros”, aclaró.

 


Remarcó que “hay que abrirles las puertas para que ellos mismos puedan tomar conciencia, analizar, cuidarse, lo que significa cuidar a otro” y que “cuando uno puede sentarse a dialogar, puede desandar cosas que están anudadas o que quedaron en el camino con los hijos” y aseguró que “una cosas es estar y otra es estar con”.

 


La especialista remarcó que no buscaba referirse puntualmente al caso Florencia, pero el tema se coló como elemento de referencia en la charla. Surgió un concepto que pone en evidencia las contradicciones con las que tuvo que lidiar la nena.

 


“Qué difícil que es para alguien que vive en una situación de violencia intrafamiliar, cuando una madre que podría ser ejemplo o referencia a seguir es maltratada, golpeada y en lugar de tener un comportamiento de denuncia o de querer salir de esa situación muestra cuestiones amorosas como un embarazo o lo que se denomina `luna de miel´ luego de una escena violenta, la que llega después de las agresiones, de la disculpa y de la promesa de cambio”.

 


Luego partió nuevamente a lo general y dijo que “eso lo ven los chicos, por ello es difícil resignificar el terror que viven. Los lleva a una confusión profunda además de la sensación de soledad”.

 



Las protecciones

 


En un complejo entramado, los niños suelen perder todo lo que podría conformar una red de protección. “Por los conflictos no resueltos de los padres y por la instalación de vínculos enfermos, muchas veces se desacredita a la familia extensa, están muy desacreditados los tíos, los abuelos, los primos”, afirmó Del Bosco.

 


Dijo que muchas veces se los aísla de las figuras protectoras, como por ejemplo las maestras ya que muchas veces es en las escuelas en donde los chicos expresan los conflictos.

 


Toranzo, por su parte, explicó que la familia extensa es muchas veces la protectora y sus miembros ven cosas que pueden advertir y así tomar decisiones al respecto. Pero se suele crear todo ese clima de aislamiento que ayuda a que estas cosas permanezcan sin que se vean.

 


También hizo hincapié en el rol de las maestras. “Por lo general han sido muy observadoras y muy buenas diagnosticadoras”, y mencionó que muchas veces son las que advierten los cambios en los niños. “Son las que avisan a las madres o piden las consultas y vienen a las entidades de asistencia.

 


Remarcó que “están presentes los signos, lo que ocurre es que a veces los docentes no los pueden ver porque están atravesados por sus propios conflictos”, pero puso en claro que "las maestras están muy alertas, ya que sin ser psicólogas dicen: 'Estos dibujos son raros'" y allí piden la consulta y así llegan muchas de las alertas que permiten atender los casos.

 



La violencia naturalizada

 


Un componente que afecta directamente a los niños es que la violencia se ha naturalizado. “Está comprobado que niño agresivo, es niño agredido. No se puede erradicar la violencia machista si tenemos niños heridos psicológicamente, que han aprendido que los vínculos son violentos y llevan cicatrices profundas porque las figuras protectoras, que son las que deben cuidarlos, los están agrediendo”, ejemplificó Del Bosco.

 


“Hay casos en los que además de la violencia aparece la perversión, todos los componentes del horror que llegan hasta la muerte”, añadió.

 



Nuevas patologías

 


Otro de los elementos que sumó Toranzo al análisis sobre los casos recientes y que se debe analizar es que “las patologías son cada vez más graves, esta persona (Lucas Gómez, acusado de violar y asesinar a Florencia), tiene el título de abusador, pero es un diagnóstico psicopatológico severo, que se llama borderline. Es una patología de los últimos tiempos, fueron estudiadas desde hace poco”.

 


“Aquí el problema es la difusión de la identidad, no se sabe ante quién se está. Tienen aspectos de personas muy sanas y también de neuróticos, pero están en un borde, porque se ubican entre el enfermo que puede matar o destruir una persona y el neurótico que trabaja y hace una serie de cosas por lo que nadie diría que fuesen así. Si a eso se le agrega la adicción, son dos patologías. Un borderline como estructura más las drogas hacen una combinación tremenda. Tenemos que tener conciencia de estas patologías graves a las que hay que sumarle las adicciones”.

 



Una responsabilidad general

 


La magister en Psicoterapia Psicoanalítica dijo que se hace necesaria una revisión de todas las prácticas asistenciales ya que las consultas son cada vez más graves, los riesgos son mayores por esta combinación de patologías y drogas.

 


"Hay quienes que quieren meterse en líos con la Justicia y hacen oídos sordos aún cuando ven que el niño llega golpeado o con sífilis. Todos tienen que estar alerta, los profesionales tomando una responsabilidad mayor", señaló sin rodeos.

 



El Diario se enfocó en el flagelo

 


El 26 noviembre del 2016, el Diario de la República publicó un informe especial que llevaba por titulo: "Abuso sexual infantil, hablar es la forma de prevenir".

 


El informe exponía que en Argentina no hay cifras oficiales ni estadísticas que den cuenta del problema en el país, pero las autoridades nacionales tomaban como referencia los números de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que indicaban que una de cada 5 chicas y uno de cada 13 chicos admitió haber sido víctima de abuso en su infancia o adolescencia.

 


Además, puso en relieve la palabra de la responsable de la Cámara Gesell de San Luis, un espacio especialmente preparado para que los niños víctima de abusos puedan hablar de lo sucedido.

 


Marisa Samper reveló datos interesantes sobre su praxis  ya que sostuvo que el 70 por ciento de los chicos que pasan por la Cámara Gesell fueron víctima de algún tipo de abuso sexual, más de un tercio lo sufrió en su entorno familiar y repetidas veces antes de poder contarlo.

 


Además dijo que la mayoría de las víctimas eran niñas de entre 9 y 15 años.

 


También adelantó que el 70 por ciento de los casos ocurre en el entorno intrafamiliar y que, por lo general, se da más de una vez

 


Expuso que la mayoría de los agresores son varones y que están dentro del grupo familiar.

 


También remarcó que con frecuencia ocurre que la nena abusada es hija de una madre que también sufrió el mismo tipo de agresión en la infancia y nunca lo contó y aclaró que por ello y ciertas ocasiones la situación tiende a replicarse. También hay casos que se dan en el ámbito extrafamiliar.

 


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