Advierten que en la ciudad hay unos 30 locales clandestinos que hacen tatuajes

Tatuar, pigmentar, perforar la piel o colocar expansores en las orejas. Prácticas cada vez más comunes entre los puntanos. Sin embargo,  los tatuadores de la capital alertan sobre el aumento de personas que en casas o departamentos realizan trabajos sobre la piel de sus "clientes" sin ningún  control o permiso oficial. Estiman que en la ciudad ya hay unos treinta centros que trabajan fuera de la ley.

Francisco Gil, más conocido como "Kiki", se dedica a la actividad desde hace diez años y tiene un estudio en calle Mitre desde 2014, junto a un socio. "Todo el tiempo aparecen tatuadores nuevos -señaló-, como también aumenta el interés por los tatuajes, lo cual es lógico. Probablemente trabajen desde su casa por comodidad, pero también se debe, quizás, a que cuando se enteran de la cantidad de requisitos que piden para abrir un local, prefieran no hacerlo", dijo. Además agregó que en muchas ocasiones llegan personas con tatuajes caseros mal hechos para que sean arreglados por él en su negocio, una práctica muy común llamada "coverup". "El 50 por ciento de nuestro trabajo consiste en cubrir tatuajes previos que a los clientes no les gustó o de los que se arrepienten", aseguró.

Sobre los requisitos de la Comuna indicó: "La Municipalidad controla cada seis meses. Nos pide la desinfección del local y de todos los materiales que usamos. Y en general, todo lo que hace a la limpieza del negocio. Además, estamos registrados como generadores de residuos patológicos, por el tema de las agujas y otros materiales que trabajan sobre la piel", sostuvo.

"Yo sé quiénes son porque incluso vienen a comprarme suministros. Por lo general son chicos jóvenes y se publicitan mucho en las redes sociales. Una vez, a instancias de la gente de la Municipalidad, armé una lista de los que conozco y se las entregué, pero me dijeron que es muy difícil de realizar el control. No sé si eso es cierto, pero sí debe ser complicado agarrarlos con las manos en la masa", aseguró un tatuador de la Galería Sananes quien solicitó reserva de su nombre. Además mostró su indignación por lo que consideró una "injusticia" ante los controles de la Comuna que no incluyen a estos tatuadores particulares. "Estos sujetos nuevos que aparecen a veces cobran 150 pesos un tatuaje que yo quizás haría por 300 pesos, pero con la consiguiente diferencia en calidad y seguridad", advirtió.

Los dermatólogos aseguran que tatuarse sin las debidas medidas sanitarias puede acarrear graves riesgos para la salud, sobre todo si se utiliza anestesia o alguna clase de medicamento sedante sin autorización médica. Ésta es una de las razones que motivó a la diputada provincial Norma Villegas, de Compromiso Federal, a presentar una ley para regular la actividad de tatuadores, dermatógrafos, perforadores y micropigmentadores en la provincia. "Estuve internada en la ciudad de Córdoba  y ocurrió la muerte de una mujer joven por tatuajes. En ese momento me pregunté ¿Y en San Luis qué hacemos? Entonces cuando volví trabajé al respecto. Además de regular, la ley también jerarquiza a los trabajadores y prevé un registro de tatuadores. Finalmente, marca la responsabilidad del Estado ante una franja vulnerable, como son los adolescentes, para cuidar su salud", afirmó.  El proyecto fue aprobado por la Legislatura en el 2016,  pero la diputada afirmó desconocer si finalmente fue reglamentado.

La disposición municipal establece que los tatuadores deben contar con seguro de vida, libreta sanitaria, control de residuos patológicos, dividir el local entre sala de espera y sala de trabajo, con sanitarios y un espacio lo suficientemente espacioso, bien iluminado, ventilado y con aire acondicionado, entre otras especificaciones.