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"Para mí, el ballet no fue sacrificado"

Eleonora Cassano, una de las bailarinas más importantes que dio argentina, repasa en exclusiva para Cooltura desde sus presentaciones con Julio Bocca a su paso por Showmatch. Ahora se dedica a dar clases magistrales por todo el país y planea volver a bailar en Europa.

Por Noelia Barroso
| 08 de enero de 2018

A los 53 años, Eleonora luce el mismo cuerpo enjuto y grácil de su juventud aunque asegura que nunca hizo dieta. Comenzó con la danza desde los siete años, a los 9 bailó por primera vez en el Colón y sólo se detuvo dos veces: cuando nacieron sus hijos. Apenas con 16 años salió del país, luego de haber egresado del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, fue contratada para hacer producciones en Venezuela. Al regreso, hizo protagónicos y formó parte del Ballet Estable que dio a dos de los bailarines más destacados de la danza argentina del siglo XX, Julio Bocca y Maximiliano Guerra, con quien realizó su primera gira importante por Estados Unidos.

 

Recorrió casi todo el mundo junto con Julio Bocca, su fiel y eterno partenaire con quien bailó hasta que él se retiró, incluso formó parte del cuerpo de ballet en esa despedida de 2007. Ambos desde 1989 y hasta 1996 se presentaron en los festivales y galas más importantes de Europa y América. La bailarina confiesa que al principio le costó un poco acostumbrarse a bailar con otras parejas, pero se fue adaptando a cada situación.

 

Esa mezcla de emoción, nervios y el estremecimiento en cada poro que siente cada vez que sube al escenario, Eleonora reafirma que no lo suple con nada. “Es muy especial lo que pasa arriba del escenario. Si bien estuve bailando hasta abril del año pasado funciones en el teatro Broadway con Stravaganza Tango y funciones en setiembre con Tango Kinesis, tener previsto bailar me genera esta cosa de saber que voy a tener función que es distinto. Igualmente las clases las disfruto muchísimo también”, dijo.

 

Con respecto a los seminarios que da por todo el país, Cassano comentó que “es muy interesante que las alumnas puedan vincularse, charlar, conectarse un poquito. Son más descontracturadas que las clases en sí, que en general las chicas suelen ponerse un poco nerviosas”.

 

Siete años pasaron desde que vino a bailar a San Luis “La Duarte”, espectáculo de danza y teatro en el que se pone en la piel de la abanderada de los humildes y destaca el lado femenino de Evita y su amor a Perón. Con esta producción realizó su último recorrido por el mundo como bailarina profesional, bailó en ciudades de América, Asia, África y Europa y cerró en Argentina y aseguró que fue la obra que más la movilizó.

 

Ahora regresó a tierras puntanas para conocer a las jóvenes bailarinas de un estudio local. “Sé que en el país tenemos disperso mucho talento, siempre encontrás muchísimas chicas con condiciones, con esa cosita que ves que tienen futuro”, ilustró.

 

El amplísimo repertorio de Eleonora Cassano incluye, entre otras obras, a "Romeo y Julieta", “Don Quijote”, "Giselle", "El Lago de los Cisnes", "Other Dances", "El Joven y la Muerte", "Kuarahy", “Carmen”, “Adiós Hermano Cruel”, “La Bayadere”, “Manon”, “Cascanueces”, “La Bella Durmiente”, “Raymonda”, “Tango de burdel, salón y calle”. La bailarina ha sido distinguida con medallas y premios en New York, Italia, Barcelona, Buenos Aires, Mar del Plata y otras ciudades.

 

En 2014, se animó a bailar en Showmatch y representó una experiencia muy diferente a los escenarios que acostumbraba pisar. Si bien la farándula “no me va ni me viene, estoy cuando tengo que estar pero tengo un perfil super bajo, no trato de estar incluida en nada de lo que significa la farándula. Si pasé por Showmatch y no caí en toda esa vorágine que se provoca en ese programa, estoy muy alejada de todo eso”, manifestó. Asimismo es con las redes sociales, “me tuve que acostumbrar a llevarlas. No soy super adicta, ahora estoy manejando Instagram porque todos me preguntaban si tenía. Y a la cuenta de Twitter me la hice por el programa (Showmatch), pero no vivo conectada. De lo personal no pongo nada, lo que hago solamente, lo profesional”, comentó.

 

También hizo funciones con Stravaganza, donde se animó a volar con un arnés, pero explica que no encuentra contrastes con la danza clásica. “En lo que se siente cuando bailás no hay diferencias, yo siento de la misma forma bailar clásico que bailar tango. Tal vez cuando bailo tango me pasa más por el corazón, por ser algo nuestro, por el tipo de música, es distinto. El tango te hace estar con los pies en la tierra y el ballet con los pies en el aire. Esa sería la diferencia”, declaró.

 

Esta mujer de naturaleza grácil sabe que si no hubiese sido bailarina, seguramente haría algo relacionado a lo físico. “Me hubiese gustado ser gimnasta, pero eso hay que comenzarlo muy temprano, o patinadora, no sé. Igualmente a veces creo que me hubiese gustado estudiar Medicina, un poco loco pero también... pero con esa cuestión de seguir conociendo el cuerpo”, develó.

 

En parte, sus dos hijos, Tomás y Julieta han heredado a través de la sangre su amor por el movimiento. “Creo que en parte viene genéticamente y lo que maman en su casa porque mis hijos eran muy chiquitos y se acostumbraron a ir de gira conmigo por todo el país, por Europa, por todo el mundo. Ellos veían como normal subirse a un avión, estar en escenarios, en teatros y hoy en día mi hijo Tomás estudia actuación, si bien no estudia ballet, y Julieta está relativamente vinculada con gimnasia rítmica que hacen ballet”, contó mientras estaba en los preparativos de la fiesta de quince de Julieta.

 

“Creo que nuestro país es un generador de figuras de ballet porque hay bailarines argentinos dispersos por todo el mundo y no en cuerpos de baile o solistas, son primeros bailarines. Es una marca de que hay talento”, contó sobre lo que percibe en sus clases magistrales. Además, nota que hay muchas pequeñas que tienen un montón de condiciones “y parte de mi preocupación de venir al interior es para poder brindar la posibilidad porque es difícil que lleguen solas. Hay muchas chicas con muchas condiciones y que se tendrían que ir a estudiar a Buenos Aires. ¿Por qué tiene que pasar eso? Hay que brindarles la oportunidad. Por eso creo también que es importante no pensar que una personalidad viene de un estudio en particular, sino saber que alguien con mucha experiencia o es un buen maestro y le está dando una posibilidad. Hay que dejar de lado las cosas chiquitas y pensar en lo grande”, expuso.

 

En esos recorridos por el interior, Eleonora deja en cada niña una gota de enseñanza, “ellas tienen que hacerlo con ganas y amor por eso que quieren estudiar, si las está mandando su mamá no sirve. Yo se lo digo a las chicas, sé que me pongo en contra a las mamás pero es por ellas en realidad. Es importante que vayan a las clases para disfrutarlas, no para sufrirlas. A mí siempre me preguntan si el ballet es muy sacrificado, para mí no fue para nada sacrificado porque lo super disfruté. Si bien tenés que trabajar un montón es ahí donde estás al límite. Si trabajás un montón y te gusta no es sacrificio pero si no te gusta sí lo va a ser. Eso les aclaro a las chicas siempre”, afirmó.

 

Por ahora los planes de esta bailarina eterna pasan por más funciones de Tangokinesis, un espectáculo que va del tango al mambo y que se presentó en setiembre en el teatro San Martín, en Buenos Aires, y que espera presentar en Europa este año. “Tiene ese lenguaje y ese estilo especial que creo que pocas compañías tienen. Es el lenguaje de su creadora, Ana María Stekelman, que le da su impronta a sus obras. Reúne la condición de que es tango, pero no es el tango estructurado, tradicional”, describió.

 

Con la agenda completa, entre su familia que es lo primordial, las clases magistrales y esta nueva obra, Eleonora no piensa colgar el tutú.

 

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