"Agarrate Catalina", la bendición de ser feliz
La murga montevideana volvió a la provincia con un espectáculo en el que mostró su lado musical y prescindió de los cuplés carnavaleros. Un coro de poesía y compromiso social.
Como en el carnaval uruguayo, como cada vez que se presenta una murga, como parte de un ritual indestructible, el final de la actuación de Agarrate Catalina el miércoles a la noche en San Luis fue entre el público, primero en el hall del Cine Teatro San Luis y después en la explanada. Mientras parte de la gente siguió el ritmo de la batería, otra hizo largas filas para una foto con los hermanos Tabaré y Yamandú Cardozo.
“Gracias por el compromiso social”, le dijo a Yamandú una mujer acompañada de su marido mientras esperaba el momento de la selfie, con un Iphone en mano. De esas contradicciones –en el caso de que lo sean- se alimenta de modo constante el mensaje de la agrupación uruguaya, que es parte de la costumbre de la fiesta montevideana como difusora, defensora y protagonista.
Posiblemente un show de estas características merezca ser visto por mucha más gente de la que concurrió al Cine Teatro, pero también es cierto que una gira accidentada que debió posponer fechas, un día de mitad de semana y de fin de mes y el partido de River y Palmeiras por la Copa Libertadores conspiraron contra la asistencia. No por nada, la murga agradeció por lo menos dos veces a Diego Sosa manager group el esfuerzo de hacer posible la función.
Para la gira argentina –que tendrá una parada próxima el lunes 29 en la sala Amigxs de Merlo-, la murga preparó un espectáculo en el que concentra canciones de los últimos espectáculos, aunque tanto el Saludo como la Retirada fueron de “Gente común”, un show que ya tiene 14 años.
Como lo viene haciendo hace años, la murga de los Cardozo –a Tabaré y Yamandú se suma Martín, guitarrista y cupletero- rompió las estructuras de los espectáculos carnavaleros (el ejemplo más contundente es el inolvidable espectáculo “Un día de Julio”) y para la nueva etapa prescindió de los cuplés y del celebrado costado humorístico del género para hacer un espectáculo mayormente musical.
Afloraron entonces las impresionantes voces de algunos de los componentes de la murga y, fundamentalmente, el sensacional repertorio que el grupo construyó a lo largo de 25 años, nacido de la pluma y el talento de Tabaré, responsable de la mayoría de las canciones y dueño de una carrera solista que sería la envidia de cualquier trovador latinoamericano.
Basta escuchar “El manifiesto de la media verdad”, “El umbral”, “La violencia”, “Montevideo”, “La niebla”, “Lo que el tiempo me enseñó”, “El camión” y “Soy” –todas presentes en San Luis- para comprender la estatura de un compositor que confunde su carrera como solista con su rol como director musical de “La Catalina”. Una confusión que todo el mundo celebra.


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