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Secretos para armar una huerta casera con productos saludables

Cada vez más gente opta por dedicarse a la siembra de verduras y hortalizas cuando dispone de un sector de tierra libre en su hogar. Un especialista indica cómo combinar los cultivos para que crezcan mejor, los cuidados indispensables para no fracasar en el intento y, además, explica cuáles son los mejores métodos para combatir las tan temidas plagas. 

Por Marcelo Dettoni
| 14 de octubre de 2018
La huerta puede ser un pasatiempo o un medio de vida.

La crisis económica obliga a cambiar usos y costumbres y adaptar otros en busca de resguardar lo poco que queda en los bolsillos, luego de hacer frente a las abusivas facturas de servicios. En este punto es que entran a tallar, al menos para los que tienen el espacio suficiente en sus casas, las huertas caseras. Porque uno no puede vivir sin el suministro de energía eléctrica o de gas, pero tampoco sin comer. Y si los ingresos ya no alcanzan para llenar el changuito del supermercado, entonces, hay que recurrir a las bondades de la tierra para abastecerse de verduras y hortalizas frescas, sanas y, sin dudas, más gustosas que las que se adquieren en el circuito comercial, ya que pasaron por alguna cámara frigorífica y más de un traslado.
El ingeniero agrónomo Alfredo Suárez es especialista en el armado y la confección de huertas. Recorrió, junto a su colega Agustín Martínez, la provincia entera brindando capacitaciones, a través del Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción. Es una voz autorizada para dar consejos y consideraciones técnicas bajo un título simple, pero efectivo: ¿Qué hay que tener en cuenta para realizar una huerta?
“Antes que nada, hay que elegir el terreno y prepararlo. Es importante tener en cuenta la incidencia de factores como el viento, el sol, la sombra, la disponibilidad y calidad del agua y las pendientes que puede tener el suelo elegido, particularidades que en San Luis son habituales”, arrancó Suárez.

 

 

El riego en verano debe darse cuando cae el sol, en tanto que en invierno es mejor al mediodía.

 


Luego, viene otro detalle importante: qué sembrar y cuándo. “Hay cultivos de primavera-verano y otros de otoño-invierno, si no respetamos los tiempos del clima, nos va a ir mal”, advirtió, para luego aclarar que “la siembra puede hacerse directamente sobre la tierra o, bien, en un almácigo, al que luego hay que trasplantar. No hay que ir directo del invernadero a la tierra, debe ser un proceso progresivo para que el plantín se acostumbre”, explicó. Esos trasplantes pueden ser a raíz desnuda o cubierta, o sea, acompañada por un pan de tierra.
En cuanto a las labores culturales, hay algunas generales y otras especiales. “Las generales son el descortezado, carpido (quitar las hierbas nocivas), escardillado (sacar los tallos perjudiciales), aporcado (para combatir el viento), raleo y el control de las malezas, que compiten con nuestros cultivos por la luz y el agua. Entre las especiales están el tutorado, descantado (sacar las piedras), destolado (quitar los canutos), la poda, el curado, el atado y el blanqueo”, enumeró el especialista.

 

 

 

La diversificación es clave
Según el ingeniero, una huerta agroecológica debe ser diversificada en cuanto a sus cultivos, ya que así se evita el establecimiento permanente de plagas y malezas. “Además, hay que reciclar los nutrientes y la materia orgánica, haciendo un compostaje con estiércol y restos de cosecha”, les pidió a los futuros agricultores. Si está bien hecha, proveerá las mejores condiciones edáficas porque el suelo mejorará día a día con el abonado; minimizará las pérdidas de suelo y agua y la diversificación, pedida líneas arriba, también contribuirá a combatir insectos y malezas.
Suárez mostró en un plan cómo sería una chacra ideal, de acuerdo a la distribución de los cultivos (ver infografía). “Debería tener un monte frutal, un cerco vivo con aromáticas (repelen los insectos) y trepadoras como arvejas y porotos, contener maíz y zapallo (el primero le provee de sombra al segundo), almácigos y agua suficiente. También son muy útiles los cultivos ‘trampa’, como por ejemplo las coles, que atraen muchos insectos. No debemos tenerlos como objetivo de cosecha, sino para supervisar qué tipo de plagas avanzan. Lo mismo pasa con la avena y los pulgones”, agregó.

 

El combate de los insectos
Una de las preocupaciones habituales son los insectos. Los huerteros nóveles suelen ser ansiosos y quieren saber cómo combatirlos con rapidez. Pero el ingeniero prefirió apuntar a los objetivos de sus ataques para saber cuáles son: “De entrada no nos tiene que importar el nombre de cada uno. Tenemos que observar si atacan las raíces, el tallo, las hojas o los frutos, así los identificaremos más rápido y sabremos cuál es la solución”. Y, de paso, pidió que hagan asociaciones de cultivos, ya que así requieren distintos nutrientes para no desmejorar el suelo, se aprovecha mejor el espacio y, además, no genera competencia entre plantas parecidas. Por ejemplo, es bueno poner la menta junto a las coles, porque la primera le aleja las mariposas blancas que tanto afectan a la segunda.
Las rotaciones son otro punto a tener en cuenta porque cada planta se alimenta de manera diferente y, entonces, el suelo no sufre tanto. Una rotación sugerida es: zanahoria (hortaliza de raíz), acelga (de hoja), tomate (de fruto) y arvejas (legumbre).
Así llegó al Manejo Integral de Plagas (MIP), que permite aprovechar al máximo la producción. “Hay que identificarlas a través de un seguimiento y ver, por ejemplo, si esa plaga se come una planta o, bien, otro bicho. Porque algunos, como la vaquita de San Antonio, son excelentes para mantener la sanidad de la huerta”, explicó el profesional. La rueda debe seguir con conocimiento de la plaga, el umbral de daño, el monitoreo, la prevención y el uso de técnicas de control integrado.
Sobre el riego, dijo que en verano hay que llevarlo a cabo al atardecer para evitar que el sol haga un efecto ‘lupa’ y queme las plantas; y, en invierno, al mediodía (aunque no es necesario que sea todos los días). “La lluvia no siempre es suficiente para proveer el agua que necesitan los cultivos”, advirtió.

No todos los "bichos" son nocivos
Lo ideal en una huerta casera es que sea orgánica, o sea, que no necesite del uso de insecticidas ni ningún químico para producir de manera ecológica, sin riesgos para la salud. De ser necesaria alguna aplicación, debería ser un producto de bajo riesgo, como el cebo para los caracoles o repelentes para las hormigas, que no traigan implicancias en el posterior consumo de las verduras y hortalizas.
Lo ideal, en realidad, son los repelentes naturales: los insectos que combaten a otros más dañinos y la asociación entre plantas, ya que algunas poseen aceites esenciales volátiles que confunden o repelen plagas. Por ejemplo, el ajo cuando crece cerca de las lechugas tiene poder fungicida (combate los hongos), la albahaca ayuda a los tomates a evitar las chinches verdes, los robles con sus camas de hojas ayudan a frenar a las babosas y el romero repele a la mosca de la zanahoria.
Entre los insectos ‘colaboradores’ de la huerta, las arañas cazan más presas (moscas, polillas, maripositas) de las que consumen, las avispas hembras cazan orugas, las culebritas ciegas que nacen en el compost evitan las babosas y los caracoles, los murciélagos se comen las polillas nocturnas, los pájaros pican los frutos y comen semillas recién sembradas pero, a la vez, se comen orugas, gusanos e insectos; y, finalmente, los sapos también terminan con las babosas y caracoles y son un buen test para saber que no tenemos venenos cerca, ya que son sensibles a los tóxicos.
Por supuesto que el tan polémico glifosato está fuera de la ecuación, ya que se trata de un herbicida de amplio espectro, destinado a combatir malezas resistentes en grandes extensiones de cultivos, sobre todo soja y maíz. Hay toda una biblioteca que jura que no trae efectos nocivos para el ser humano y otra, igualmente frondosa, que lo demoniza y presenta casos testigo de gente que contrajo cáncer y otras enfermedades del sistema nervioso central. Pero es una discusión para otro momento, que la agricultura mundial todavía no logró resolver. El glifosato solo puede ser manipulado por ingenieros agrónomos acreditados y se vende bajo receta archivada para mantener las aplicaciones bajo control. No es un producto que se deba usar para las huertas caseras.
 

 

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