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Caso Brenda: similitudes que vinculan a Murúa con otro caso

Lo juzgan por asesinar a la joven en Villa del Carmen y creen que hizo lo mismo con otra de Córdoba. El acusado de homicidio no toleraba el rechazo de las mujeres, dijo un perito. Las dos víctimas lo habían rechazado. 

Por redacción
| 02 de noviembre de 2018
Así estuvo Murúa en el juicio. Así estaba luego de la desaparición de Brenda y Marisol.

Lo aseveró el abogado Juan José Maidana, un investigador del Poder Judicial de Córdoba que colaboró con la Policía de San Luis en la investigación por el asesinato de Brenda Jimena Arias, en Villa del Carmen: Juan José Murúa, el acusado, “no puede controlar la reacción violenta ante la negativa de una mujer”.

Ese temperamento, dijo el especialista el miércoles, al declarar en la primera audiencia del juicio oral por el caso Brenda, es “un patrón general” presente en todos los casos por los cuales ha sido investigado Murúa. Y encaja perfectamente en otro caso ocurrido en el Valle de Traslasierra, Córdoba, por el cual también está sospechado el presunto homicida: la desaparición de la joven Marisol Rearte, de 19 años, y su hija Luz Oliva, de 3.

Si a los ojos de la Justicia cordobesa, la responsabilidad de Murúa en esas desapariciones es una presunción, para los familiares de la chica y la nena desaparecidas es una certeza, le dijeron a El Diario Gloria Silvina Rearte, hermana de Marisol, y Lorena Oliva, tía de Luz. Ambas, junto a otros allegados, viajaron desde Córdoba hasta Concarán, para seguir de cerca el juicio oral contra el imputado y brindarle apoyo a la familia de Brenda.

“Marisol y Luz desaparecieron más o menos entre las 6 y las 8 de la mañana del 2 de febrero de 2014, era domingo”, recordó Lorena. “Esa misma noche nos juntamos en mi casa, me acuerdo que Gloria se enojó, pero yo dije ‘los Murúa tienen algo que ver', recordó Lorena.

“¡Gente con semejante prontuario! porque vos lo escuchás –alude al historial delictivo de Murúa, que ha estado condenado por abuso sexual y por casos de violencia– y decís 'no puede ser'. Yo decía no puede ser que la investiguen a ella, que me investiguen a mí, a mi hermano, al vecino, cuando sabíamos semejante cosa. Estaba cerca, era imposible que él no tuviera algo que ver”, afirmó.

 

Coincidencias que lo apuntan

Hay unas cuantas coincidencias entre el caso Brenda y el caso Marisol. Una es que Murúa las pretendía a ambas y que ambas lo rechazaban. En el caso de la chica puntana, porque él era la pareja de una amiga de Brenda, Carolina Pereyra; en el caso de la cordobesa, porque él tenía una relación con la hermana de Marisol.

En ambos está presente el rechazo femenino, algo a lo que Murúa tenía cero tolerancia, según el testimonio del investigador cordobés.

En Villa del Carmen, donde vivía cuando Brenda fue asesinada el 11 de julio de 2009, Murúa le había manifestado a un conocido que tenía interés en la amiga de su mujer. 

Ese sábado a la noche, cerca de las diez, Brenda salió de su casa para ir a comer un sándwich en el bar de “Coco” Torres, dentro del pueblo. En principio, el plan era compartir esa salida con su amiga y la pareja de ella. No saben cómo se dieron los acontecimientos, pero los tres no se reunieron. Estiman que, igual, Murúa buscó y encontró a Brenda. Presumen que tal vez, aquella noche, la abordó con el propósito de proponerle una relación y la negativa de la joven desató su furia. O bien que en vez de hacerle una proposición, la quiso tomar por la fuerza, la chica se resistió y por eso la mató.

En Córdoba, para cuando desapareció Marisol, “él era novio de Romina Rearte, hermana de Marisol y de Gloria”, contó Lorena Oliva. 

“Yo vivía en Nono y mi hermana Romina hacía un mes que estaba en mi casa, fue a ayudarme porque yo trabajaba y ella se fue a quedar con mi hijo”, agregó Gloria.

“Todo enero Romina estuvo en mi casa. Y Murúa iba en las noches, un rato, cuando tenía ganas, estaba con Romina y se iba. Iba once, doce de la noche, mi casa tiene una galería larga y habitaciones a lo largo de la galería. Él entraba a la habitación de mi hermana y al otro día salía y se iba, no compartía el desayuno, el almuerzo o la cena con nosotros”, recordó.

En esa época, Murúa empezó a acosar a su cuñada Marisol. “Yo sé que le escribía. Una vez yo vi en el teléfono de ella que él le escribía y ella le decía que no la molestara, que él tenía algo con mi otra hermana. Lo sé porque lo vi teniendo yo el celular en la mano”, afirmó Gloria.

Y de repente, Marisol, que no tenía conflictos graves ni había exteriorizado malestar, preocupación o angustia, desapareció junto a su hijita.

 

“Estoy cansada”

Hay otra llamativa similitud entre el caso de la chica asesinada de un balazo y quemada en Villa del Carmen y el de la joven de Córdoba, de la que aún no hallan rastros.

Brenda no volvió esa noche. No volvió nunca más. En los primeros minutos de la madrugada del domingo, sus padres recibieron un llamado —el papá no llegó a atender, y luego no le contestaron— y mensajes desde el celular de Brenda. 

Uno decía: "Estoy en Tilisarao, voy a la tarde", recordó el padre de la chica, Miguel Ángel Arias, cuando declaró el miércoles ante la Cámara del Crimen de Concarán.

En Tilisarao viven los padres de César Albelo, el novio de Brenda, con quien la chica había cortado la relación el sábado a la tarde. Las rupturas y las reconciliaciones eran moneda corriente en la pareja, por eso a los padres no les extrañó que ella pudiera estar en la casa de la familia del muchacho.

Otro mensaje les reiteró que estaba en la otra localidad y les pedía que no se preocuparan. 

Pero después recibieron otro mensaje del celular de Brenda que les llamó mucho la atención: "Ya estoy cansada de todo esto. Mañana te escribo". Los padres sospecharon, porque no estaba escrito en la forma en que lo hacía Brenda. "La ortografía era horrible. Mi hija escribía bien”, les dijo Miguel Arias a los jueces.

No solo la escritura inquietó a Miguel y su esposa, Elva “Negrita” Garayalde. Primero, su hija les había dicho que estaba bien. De repente, salía con el mensaje que hablaba de su supuesto hartazgo “de todo”. Salvo las idas y vueltas en la relación con su novio, Brenda no tenía otros conflictos.

El domingo 12, por la tarde, Miguel fue a Boca del Río, el paraje donde vivía Murúa con su mujer, siete kilómetros al sur de Villa del Carmen. El ahora acusado de matar a la chica atendió al padre con total normalidad y le dijo que la noche anterior, al final, no se habían encontrado con Brenda.

La misma actitud de serenidad tuvo Murúa en los días posteriores a la desaparición de Marisol Rearte, en Córdoba. “No teníamos en qué salir a buscarla, así que él nos llevaba en el auto, a Mina Clavero, a Nono”, recordó Gloria Rearte. Hoy tiene la convicción de que en ese momento convivían con el enemigo.

Marisol también, después de desaparecer, mandó mensajes llamativos; en su caso, a través de Facebook. “Supuestamente había puesto en el Face 'estoy cansada, me quiero ir', y hasta el otro día hubo movimientos en el teléfono. Entonces pensamos 'quizá se cansó y se fue', porque estaba una semana en la casa de ella, una en la de mi hermana, una semana en la casa de la madre. Pero, ¿de qué se cansó si estaba en un momento divino de su vida?”, razona Lorena Oliva.

Fueron atando cabos y “llegó un momento en que toda la investigación daba a Juan José Murúa”, recordó. Los familiares de Marisol y Luz todavía esperan la verdad. Y justicia.

 

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