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Livia y Rufino, 60 años llenos de amor, respeto y humor

Celebraron su aniversario con la renovación de sus votos matrimoniales el 30 de noviembre en la Iglesia del Carmen. Ayer revivieron la fiesta de casamiento junto a toda su familia.

Por redacción
| 09 de diciembre de 2018
Amor de diamante: Rufino y Livia contaron que duermen tomados de las manos. Renovaron sus votos tras sesenta años de casados. Foto: Marianela Sánchez Video: Alejandro Lorda

Él la tenía fichada. La había visto caminando cerca de su casa de la calle Colón en el centro de la capital puntana. Ella no lo registraba. Siempre pasaba cerca porque llevaba los expedientes del abogado para el que trabajaba en la Rivadavia y Ayacucho. Por lo bajo, la "piropeaba", pero ella se enteró después de casada. De aquel entonces pasaron 64 años. Y 60 de ese 29 de noviembre cuando Livia Anelda Astudillo (84) y Rufino Baigorria (89) dieron el "sí". Hoy aseguran que la receta para un matrimonio exitoso es abundante amor y respeto, y una buena dosis de humor para hacer más alegre su día a día.

Livia se sentó al lado de Rufino y ambos se tomaron de las manos. "Así dormimos todos los días, agarrados", resaltó Livia. El 30 de noviembre (porque el 29 llovió mucho), fueron a la Iglesia del Carmen, en frente de la plaza que lleva el mismo nombre, para renovar sus votos de casados. Anoche revivieron su sexagésimo aniversario con una fiesta a la que invitaron a 100 familiares y amigos. La velada fue en el club Yapeyú del barrio San Cayetano.
 
"Nos conocimos en la casa de mi hermana, en un cumpleaños. Él me quiso acompañar hasta mi casa y yo lo dejé, pero solo hasta la esquina", contó Livia. "Yo le daba charla, le hablaba un montón, pero ella no decía nada", comentó Rufino y ella acotó: "Si quiere yo lo escucho". Excusó que era muy reservada y le costaba hablar con él. "Siempre fui muy seria, usé y uso solo falda. Así me crió mi mamá. Mi papá no me dejaba salir nunca, iba de la casa al trabajo y viceversa. Un día me invitó al cine. Yo le pregunté a mi mamá, porque mi padre no me iba a dejar. Ella accedió pero cuando me vio mi papá me preguntó: '¿A dónde vas?'. Al cine le dije y me respondió: 'A la cama'. Y me tuve que ir a dormir", relató. Rufino, que la esperaba en la esquina de la casa, supo que algo había pasado y se volvió a su hogar.

Durante los tres primeros meses de noviazgo, Livia no lo dejó que le de un beso. "Hasta que una vez estábamos en la calle, fue en el portón de una casa de la calle Ituzaingó. Yo me moría de la vergüenza", contó y Rufino continuó: "No me miraba a los ojos, le dije mirame, somos novios ¿Lo sellamos con un beso? y me dijo que sí".

Al poco tiempo, Rufino fue a pedir la mano de Livia a sus padres.  Ellos ya lo conocían, sabían quién era y lo aceptaron en la familia. Pero el papá de Livia, que era muy exigente, le dijo a Rufino que primero debían comprometerse. Y así fue. "Siempre salía acompañada de mis hermanos, nunca andábamos solos. Íbamos al Potrero, a El Volcán, en bicicleta. ¡Qué tiempos más lindos!", exclamó ella. "Y después de casados querían mis suegros que nos siguieran acompañando", bromeó Rufino. 

"Yo quería tener todo antes de casarnos. Así que compré un terreno y empecé a hacer esta casa", comentó el hombre. Después de dos años de compromiso, dieron el "sí". Ella tenía 24 y él 29. "Por civil fue un viernes. Hicimos una pequeña fiesta y a las 15 vino el albañil y me trajo la  llave. Fui a pedirle a mi patrón una camioneta y cargué un 'roperito', unas sillas y una 'camita'. Vinimos a hacer la cama, pero ella no se quiso quedar. Se fue a dormir a la casa de la hermana y muy buena ella la hizo dormir en un toallón en el piso", recordó Rufino.

 

 


Una gran familia: tienen tres hijos, nueve nietos y cinco bisnietos. Foto: Marianela Sánchez

 



Livia se casó virgen "como Dios manda", expresó. Pero después del civil faltaba la ceremonia en la iglesia. "Ni loca me venía a dormir con él. Yo quería esperar a la iglesia, lógico, sino no iba a lucir el blanco", indicó. 

Tres meses después ella quedó embarazada de una nena, María Adelaida. Después tuvo dos hijos más, un varón, José Ramón y otra mujer, Silvia Graciela. La última hija les dio seis de los nueve nietos que tienen y los cinco bisnietos. Hoy toda la enorme familia que cosecharon festejan el amor.

 

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