Sueño cumplido: Felipe recorrió 15 mil kilómetros y llegó a Alaska
Partió de San Luis en febrero. Pasó por trece países. Atravesó selvas, bosques y desiertos.
El último contacto de Felipe Moyano Daza (26) con El Diario de la República, fue el mes pasado. Estaba en Minatitlán (México) y faltaban 5.270 mil kilómetros para llegar a Alaska, su destino. Ayer lo logró después de recorrer en total 15 mil kilómetros, atravesando trece países con su moto negra Rouser NS 200. Había partido de San Luis en febrero.
Alaska lo recibió con rutas hechas para la nieve, temperaturas bajas, algunos días de sol y lluvias fugaces. En su página de Facebook “Pausa para viajar” publicó: “Hoy las emociones, las palabras y las ideas quieren salir todas juntas. Tanto que quedan atascadas en la puerta de la boca. Tanto, que no podemos hacer nada más que agradecer”. Felipe siempre habla en plural porque hace referencia a su compañera de viaje, la Rouser NS 200.
“Agradecemos a la vida, al mundo, a la buena gente, a los amigos, a la familia, a todos los nuevos amigos, a cada mensaje, comentario de aliento, abrazo a la distancia o de la forma que sea con la que puedo compartir este viaje. Hoy estamos en Alaska”, agregó Felipe. Llegar a su destino anhelado no fue una tarea sencilla. Planificó el viaje desde el 2016. Ahorró durante 365 días y "dejó" a su familia y novia. Los 15 mil kilómetros los transitó en tan solo cinco meses.
Antes de arribar a la otra punta de América pasó por Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, México, Estados Unidos y Canadá. Sorteó planicies de sal, montañas, playas, volcanes, selvas, desiertos, frío y mucho calor. Durmió en carpa, casa de familias y hoteles económicos. Pero nada le impidió seguir su sueño.
Comentó que en su travesía sintió algunas veces miedo, soledad y que el clima, las cubiertas de la moto y la carpa por ahí no lo ayudaron. Pero en casi todos los países apareció la solidaridad y el calor humano.
"En Canadá hubo dos personas que nos regalaron mucha alegría. Entre charlas, que a veces se vuelven graciosas por la barrera del idioma, te brindan su amistad. Pasamos muchos días en ruta y la soledad se siente. Te esperan con un café y un rico desayuno cuando salís de la carpa. Te quieren ver en el próximo camping o te regalan una red para los mosquitos. No nos quedan más que palabras de agradecimiento, esto es lo más hermoso del viaje. Los paisajes se disfrutan, se aprecian y quedan en la memoria”.
Felipe reflexionó: “Excusas para no hacerlo hay un montón. Yo prefiero decir lo intentamos a decir me hubiera gustado. No esperes a tener lo necesario para tu sueño, no esperes tener lo mejor, el tiempo o las posibilidades. Si de verdad lo querés vas a poder entrar en esa sintonía y en la vibra que te lleve de la forma que sea”.
Ahora, para regresar a la provincia, le esperan unos 150 días de viaje, 15 mil kilómetros más y una familia y su novia que escucharán todos los detalles de su aventura.
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