Prisión para un hombre que timó a una jubilada en $100 mil
También procesaron al menor de 17 años que estaba con él en un auto, afuera de la casa de la víctima.
No había mucho que Cristian Darío Sánchez y T.J. pudieran hacer para explicar por qué en el Renault Clio en el que estaban había un bolso con 104 mil pesos, y lucir inocentes en el intento. Todo les indicó a los policías de la Comisaría 8ª que ese dinero era de Margarita Alaniz, una anciana a la que acababan de engañar por teléfono diciéndole que se avecinaba un nuevo “corralito” y que por eso lo mejor sería entregarle todos sus ahorros al gerente de un banco que pasaría por su casa a retirar la plata. La dupla estaba afuera de lo de la jubilada, a punto de ir nuevamente para quitarle más efectivo con la misma farsa, cuando los efectivos los aprehendieron. Por eso el juez Leandro Estrada los procesó a ambos por estafa y a Sánchez además, por ser mayor de edad, le dictó la prisión preventiva.
Luego de ser notificado de la resolución, el hombre de 30 años fue trasladado a la Penitenciaría de San Luis. Pero no estará allí por mucho tiempo. En la semana estará en su tierra natal, Mendoza.
Pero ésa no es precisamente una buena noticia para el presunto estafador. Puesto que será una comisión enviada por un juzgado de San Rafael la que irá a buscarlo a San Luis. Es que en aquella ciudad mendocina también está sospechado de haber engañado a otras personas para robarle, reveló una fuente judicial.
No obstante los problemas de Sánchez en Villa Mercedes no terminan ahí. El mismo juez instructor que lo procesó investiga otra estafa, al estilo “cuento del tío”, que tendría mucha similitud con lo que sufrió Alaniz. Y aunque, en la formalidad, no es sospechoso de ese delito, la posibilidad está abierta, comentó el informante.
Sánchez y el adolescente fueron arrestados el jueves 19, alrededor de las dos y media de la tarde. Unas cinco horas antes alguien llamó por teléfono a Margarita a su casa de Belgrano al 1200. Le dijo que era su sobrina de Mendoza y la anciana de 85 años le creyó. Esa supuesta sobrina le aconsejó, casi le ordenó, que ante un inminente “corralito” colocara todos sus ahorros en un banco. Eso último significaba que debía entregarle su dinero a un gerente bancario que pasaría luego por su vivienda.
La víctima siguió a rajatabla el consejo de quien creyó era una pariente. Sin dejar correr un minuto, fue hasta la financiera donde tenía depositado sus ahorros, retiró esa plata y regresó a su domicilio. A los empleados de la entidad les pareció raro ese repentino movimiento de la mujer y llamaron a su hija para ponerla al tanto de ese trámite.
Una hora y media después de haber recibido el llamado que anunciaba el “corralito”, un hombre de traje y corbata llegó a lo de Margarita. Se presentó como el directivo de un banco, recibió de la mano de la víctima 31.600 pesos y 2.600 dólares y le avisó que en un rato volvería a buscar más.
Para ese entonces, la Policía ya había sido advertida por la hija de Margarita de que habían timado a la jubilada.


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