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Denunciaron al abogado José Luis Dopazo por abuso sexual

El hecho habría ocurrido hace 27 años, cuando María del Sol Uría tenía solo 15 años. La denunciante aseguró que hay más casos de mujeres que sufrieron violencia en manos de este abogado.

Por redacción
| 25 de febrero de 2019
El 15 de febrero, Uría se presentó en la Oficina de Recepción de Denuncias del Poder Judicial: "Sé que la impunidad un día se termina", expresó.

María del Sol Uría tiene 41 años y desde hace 27 años llevaba un peso. Pero, el 15 de febrero de 2019, decidió quitárselo de encima. Uría denunció en la Justicia a José Luis Dopazo por abuso sexual. El hecho por el que acusa al abogado habría ocurrido en el año 1992, cuando ella tenía solo 15 años.

 

En su presentación no especificó la fecha exacta del hecho, pero sí recordó que fue de madrugada, durante una de sus primeras salidas nocturnas. Cada proceso tiene su tiempo y el de María del Sol llevó casi tres décadas. En su interior albergaba un relato oscuro, triste, que la carcomía, e intentaba dejar detrás de una dulce sonrisa.

 

La mujer le puso palabras al proceso, a la oscura construcción interna. Dijo que todo era “una mezcla de pánico, temor, vergüenza, impotencia, frustración, ira, pérdida de autoestima, desvalorización” y que esto la invadió “durante muchísimos años”. Marcó también una contracara que azuza en una sociedad patriarcal y tradicionalista: “Mientras que él, como si nada, escalaba posiciones sociales, seguía ejerciendo su profesión y se paseaba por los bares como al día de hoy”.

 

Quitarse el peso también tuvo que ver con un nuevo contexto, uno de visibilización, que se originó en Hollywood en 2017, con actrices denunciando al productor de cine Harvey Weinstein por acoso sexual y que en Argentina estalló el año pasado con la denuncia de Thelma Fardín a Juan Darthés. Así fue que el pasado 15 de febrero se presentó en la Oficina de Recepción de Denuncias del Poder Judicial y: “Sé que la impunidad un día se termina y sé con total certeza que hoy no estoy sola”.

 

Sobre los hechos que denunció, Uría dijo que en el momento del intento de abuso, ella vivía con su familia en calles Colón y Tomás Jofré de la ciudad, desde donde salió para ver una banda que tocaba en un lugar llamado “La Cueva” ubicado en avenida España casi Maipú, donde se topó con Dopazo.

 

 

“Una mezcla de pánico, temor, vergüenza, impotencia, frustración, ira, pérdida de autoestima, desvalorización me invadieron durante muchísimos años de mi vida".

 

 

 Relató que le habían dado permiso hasta las tres de la madrugada para regresar a su casa, que estaba sola pero había acordado juntarse con unas amigas en otro lugar, en el boliche llamado Mecano (actualmente Sky), que funcionaba en calle Héroes de Malvinas a unos 30 metros de Riobamba. Dijo que Dopazo en esa época compartía un estudio jurídico con su padre, Omar Uría (otro conocido abogado de la ciudad) y que le propuso llevarla en su auto hasta el local bailable, a lo que accedió.

 

“'El Negro' (como se lo conoce) era como un tío para mí. Su mujer y sus dos hijos frecuentaban mi casa y teníamos reuniones familiares. Asistieron a mi cumpleaños de 15 como consta en las fotos de mi álbum”, relató en la denuncia, por lo que no sospechó del ofrecimiento.

 

Pero a Uría le sorprendió que, ya en el auto, Dopazo se desviara hacia su entonces domicilio, en Juana Koslay, y no hacia el boliche. “Me dijo que tenía que ir a buscar algo”, recordó.

 

Explicó que, una vez allí, el abogado sacó una botella de whisky, sirvió dos vasos y empezó a hablarle de la buena relación que lo unía con su padre y compañero de estudio. “Comencé a observar algunas actitudes diferentes en su trato”, detalló y le pidió pasar al baño y le exigió que la llevara a Mecano una vez que saliera.

 

“No alcancé a abrir la puerta (del baño) cuando se abalanzó sobre mí. Comenzó a manosearme, y a pesar de mis intentos de soltarme no lo logré, y tomándome de los pelos me arrastró hasta una habitación”, donde la tiró sobre una cama y se le tiró encima, según relató Uría en la denuncia.

 

Allí, siguió manoseándola. “No digas que no, yo sé que te gusta”, relató en la denuncia, mientras le levantaba la pollera y le metía la mano debajo de la bombacha. “Su pantalón estaba bajo y podía sentir su pene en mi entrepierna”.

 

Contó que recordar una frase de su abuela la ayudó a librarse: “Al verme sometida y sin posibilidad de escapar, con su lengua en mi cuello y toda su humanidad sobre mí, recordé la voz de mi abuela que me decía que a los degenerados nunca hay que mostrarles miedo”. Con ese impulso lo increpó diciéndole que, de abusarla, iba a tener que matarla para que no lo denunciara.

 

Así dijo que se libró y corrió al auto de él, que desafortunadamente estaba sin las llaves puestas. En ese momento, el hombre llegó al vehículo y le dijo que la llevaría a su casa. “Manejó a gran velocidad por la Aguada de Pueyrredón, mirándome y repitiéndome ‘vos no vas a decir nada’. En la esquina de Caídos en Malvinas y Riobamba me tire del auto y entré corriendo a Mecano”. Allí se escabulló entre la gente para perderlo de vista y salir por una puerta de servicio y regresar a su casa.

 

 

 “No soy la única”

 

“Recién hoy con 41 años, con una hija de 10 años, uno de 7 y una sobrina de 15, en un contexto histórico donde casos similares han sido denunciados públicamente y que están en boca de todos, con jueces que han dictado fallos de abusos cometidos hace 30 años, me atrevo a denunciar ante la Justicia el abuso que sufrí”, argumentó en su denuncia y enfatizó que tiene la total certeza de que no es la única que sufrió violencia de manos de Dopazo.

 

 

 

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