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Peste porcina en China: ¿crisis u oportunidad?

Durante los últimos meses, una serie de factores afectaron el funcionamiento de los mercados de granos, con importantes consecuencias sobre los niveles producidos, consumidos y comerciados de los distintos productos. Un claro ejemplo de esto es lo que sucedió con los precios internacionales, que llegaron a los niveles más bajos desde 2007.

 

Estas causas que afectaron el comercio son múltiples. En primer lugar, la guerra comercial entre Estados Unidos y China que no se detiene, por el contrario, cada vez se profundiza más y está haciendo estragos sobre el comercio mundial. Especialmente por la incertidumbre que esta situación genera, porque más allá de la imposición de aranceles, el verdadero poder destructivo de esta guerra es la inseguridad que le imprime al comercio mundial. Es un factor fundamental para el mercado de la soja por ejemplo.

 

Pero a esta guerra comercial se le suman otros factores, como pueden ser los propios del mercado y especialmente el de la peste porcina africana que afecta a la producción de cerdos chinos. Situación que, para el comercio de soja, puede ser incluso mucho más grave que la guerra comercial ya que retrae considerablemente las compras chinas de poroto destinado a la elaboración de harina para consumo animal.

 

Por “suerte”, las complicaciones climáticas que viene soportando EE.UU., que le están imposibilitando completar las áreas destinadas a soja y maíz, están haciendo de contrapeso coyuntural a tanta elementos negativos para los precios de los principales granos.

 

Este nuevo escenario de sucesos internacionales genera por un lado un fuerte impacto sobre el nivel de los precios, pero también un cambio en los volúmenes y en los flujos del comercio internacional. Forjando nuevos desafíos para países como la Argentina, que si bien no está en el conflicto directo, es parte fundamental en el mapa productivo mundial, en especial por la vinculación con China.

 

La pregunta es la siguiente: ¿Puede Argentina obtener algún beneficio ante toda esta incertidumbre global? Para absorber ese nuevo desafío, nuestro país necesita realizar cambios. Y no solamente desde el punto de vista productivo, sino específicamente desde la política que se aplica hacia el sector.

 

 

El impacto de la peste porcina africana

 

La enfermedad que afecta los planteles de cerdos en China es un virus altamente contagioso, con tasas de mortalidad cercanas al 100% en cerdos, pero que de ninguna manera afecta a los humanos.

 

China es el mayor productor y consumidor de cerdo del mundo, con una producción que superó las 54 millones de toneladas en 2017, lo que significa el 48% del total mundial. Pero a pesar de su inmensa producción, el consumo se ubica en valores aún más altos. De esta manera, en 2017 China importó 1,6 millones de toneladas de carne de cerdo (un 20% de todo lo que movió el mercado internacional). Por otro lado, la carne porcina representa una parte importante de la ingesta de proteína de origen animal, unos 30 kilos per cápita, ubicándose en segundo lugar luego de los 43 kilos que representa el pescado.

 

En este contexto de desastre productivo que atraviesa el país asiático, proyectar lo que ocurrirá hacia adelante es complejo, y depende de la efectividad que tengan las medidas implementadas. De todas maneras, lo que pareciera estar claro es que será muy difícil cubrir la demanda total, ya que los volúmenes requeridos serían muy elevados.

 

“La situación es más compleja si se considera que las compras desde EE.UU., el segundo exportador después de la Unión Europea, enfrenta aranceles adicionales producto de la mencionada guerra comercial”, señala un informe elaborado por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA)

 

Hay, en este contexto de incertidumbre y de desconocimiento dos escenarios posibles. Por un lado la visión más pesimista, que estima que la epidemia podría implicar una caída de 30%, con importaciones que podrían llegar a cuatro millones de toneladas. Y otra, algo más moderada, proyecta una caída en la producción de cerdo de China de 10%, con un 40% de incremento de las importaciones.

 

La Bolsa de Cereales de Buenos Aires, realizó un estudio con la simulación de tres posibles escenarios (“bajo”, “medio” y “alto”), que incluyen impactos que limitan la producción porcina en China en 10%, 20% y 30%, con respecto a un año normal. Además, se considera una expansión del virus a otros países, con un 5% de impacto en Vietnam y el resto del sudeste asiático. Finalmente, se asumió una retracción en la demanda en China de 5%, 10% y 15% para los escenarios bajo, medio y alto.

 

De esta manera, al analizarse estos escenarios queda como resultado que los tres representan shocks de importancia en el mercado de carne porcina en China, con importaciones entre 745 mil y 4,7 millones de toneladas por encima de un año de referencia considerado “normal”.

 

Adicionalmente, la BCBA agregó que parte del consumo no satisfecho de cerdos se podría desviar hacia otras carnes, rondando las 300 a 900 mil toneladas de carne bovina y entre 230 y 570 mil toneladas de carne aviar.

 

“Evidentemente, de alcanzar efectos de esta magnitud se deberían esperar interacciones significativas más allá del mercado de carnes, impactando también en la demanda de harinas proteicas y granos de uso forrajero”, escribió la BCBA.

 

En este sentido, y ahora utilizando el escenario medio como referencia, la demanda tanto de maíz como de harina de soja se vería fuertemente afectada en China, al punto de requerirse 17 millones de toneladas menos de cereal, 9 millones de toneladas menos de poroto de soja y 7 millones de toneladas menos de harinas de soja.

 

Los precios de exportación que enfrenta Argentina también se ven afectados por este contexto. De esta manera, la carne de cerdo podría incrementarse respecto del escenario de base entre 2% y 13%, y la bovina entre 0,3% y 1%. Por otro lado, el maíz podría alcanzar una baja de 5%, un 10% para la soja y un 13% para la harina de soja.

 

Además, la Bolsa también aseguró que los movimientos en las exportaciones argentinas podrían verse afectados especialmente por el lado del poroto y de la harina, que podrían caer en 3 millones y 300 mil toneladas respectivamente.

 

 

No es solo peste porcina

 

No solamente la situación de peste porcina es la que puede reconfigurar el mapa mundial. La denominada “guerra comercial” también juega su rol y le agrega volatilidad e incertidumbre al mercado de granos.

 

Después de una serie de imposiciones de aranceles por parte de Estados Unidos a productos de procedencia china, y de respuestas en el mismo sentido por el lado del gigante asiático, estamos hoy en lo que parece ser el peor momento de esta guerra. El último movimiento se dio días atrás, después de la nueva imposición de aranceles y cuando Donald Trump anunció un programa de ayuda a los productores agrícolas de su país por 15 mil millones de dólares, superior a los 12 mil millones otorgados en 2018, tal como lo informáramos en nuestra anterior edición.

 

De esta manera, por el resultado de la guerra comercial más la peste porcina que afecta a China, la soja registro importantes descensos en el mercado internacional, llegando a su valor más bajo desde el año 2007. En el caso de nuestro país, la reducción del precio también fue significativa, pero por la estructura del mercado mundial esta situación genera una prima en favor de los precios de la soja proveniente de Argentina y Brasil, que se ubican por encima de la soja de Estados Unidos.

 

Claro está que después acá, internamente, tenemos otros problemas como por ejemplo los costos de producción, los impuestos o los derechos de exportación.

 

 

Abriendo paso a las oportunidades

 

Si bien es cierto que la situación de guerra comercial y de peste porcina afecta de manera significativa al comercio mundial, también lo es que esto abre algunas posibilidades para nuestro país, especialmente a través de las exportaciones de carnes en el corto y mediano plazo.

 

La BCBA también cree que existen al menos dos dimensiones que multiplicarían el abanico de posibilidades. La primera deviene del hecho de que no se analizó la evolución de la enfermedad en el tiempo. Una vez controlada la peste porcina africana, podrían pasar años hasta que China recobre su producción, lo que abre un importante abanico de oportunidades.

 

La segunda es consecuencia de los posibles caminos que pueden recorrer las negociaciones de la llamada guerra comercial. En el trabajo de la BCBA se asumió que los aranceles aplicados por China continúan en vigor, tanto para soja como para cerdos. Pero esta es solo una de las múltiples posibilidades.

 

Pensando en nuestro país, y de acuerdo a estimaciones de la Bolsa de Cereales, el nuevo escenario de precios bajos tiene impacto sobre la contribución del sector agroindustrial a la economía de 2019. El Valor Bruto de Producción de las 6 principales cadenas agrícolas (Soja, Maíz, Trigo, Girasol, Sorgo y Cebada) registraría una caída de más de 2.300 millones de dólares, y el valor de exportaciones disminuiría en 1.344 millones respecto de las estimaciones de inicio de campaña.

 

Ante estos resultados, preguntarnos cómo debe posicionarse nuestro país se vuelve absolutamente necesario. Tal vez el primero de los pasos que se deberían dar es el de revisar las decisiones en materia de derechos de exportación. Cambiar algunas de las políticas internas que se aplican en nuestro país es seguramente el mejor complemento para aprovechar esta oportunidad, rara y única, que nos ofrece China.

 

Posiblemente si esto sucediera, nuestro sector productivo podría repetir lo que hizo a partir de 2016, cuando se registraron tres campañas consecutivas con un significativo crecimiento del área sembrada y la inversión en tecnología por hectárea. Si esto no sucede, difícilmente los números actuales generen el crecimiento productivo que nuestro país tiene posibilidades de alcanzar.

 

Algunas cosas ya se están haciendo en pos de mejorar las exportaciones hacia China, para aprovechar el momento. Esperemos que lo que se hizo hasta ahora sea acompañado de otras políticas, aún mejores a las actuales, para el beneficio del sector y del país en su conjunto.

 

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