Clarisa Fernández: "El momento de Nadia es único y va ayudar al tenis"

La semifinal alcanzada por Nadia Podoroska en Roland Garros fue histórica. Algo parecido había pasado hace 18 años atrás en ese mismo escenario, cuando Clarisa Fernández, la cordobesa de la sonrisa amplia, con tan solo 20 años se metió entre las cuatro mejores del Grand Slam parisino. Clarisa, hoy licenciada en Administración y jefa de ventas en una importante concesionaria de Córdoba, habló con El Diario de la República y buscó puntos de comparación entre su hazaña y la de la “Peque”.

“Nadia vino de la qualy y después entró al cuadro principal.Creo que la vivencia es muy similar a la mía; ambas jugamos con mejores jugadoras y de mejor ranking que nosotras. Las dos fuimos pasando escollos y cada triunfo nos daba la esperanza de seguir con vida en un certamen que tiene a las mejores del planeta. No todos los días se llega a una semifinal de Grand Slam; por suerte lo pudimos hacer”, empezó diciendo Clarisa.

La cordobesa veía los partidos de Nadia y se le venía a la cabeza aquel 2002. Clarisa había jugado los torneos previos desde la clasificación. Al igual que la rosarina, corrió de atrás en la consideración, pero después la satisfacción fue tan grande como la de la “Peque”.

“La vi muy fuerte a Nadia. La tranquilidad fue su caballito de batalla. Ella venía de menor a mayor en los torneos anteriores. Tuvo templanza y la aprovechó al máximo. Acá lo importante no es ganar tantos puntos, sino los importantes, y en ese aspecto estuvo fina y supo sacar rédito de los momentos que le dio su adversaria de turno”, aseguró.

Los años pasan y ese Roland Garros de 2002 está presente para Clarisa; y esta gran actuación de Podoroska lo trajo más cerca todavía. El sacrificio es grande. Hay que recorrer mucho camino para estar en la elite y después hay que mantenerse. “El momento de Nadia es único y va ayudar al tenis. Es una gran alegría para el tenis femenino. Es sumamente importante que juegue en la elite para que genere una inyección para que una niña elija jugar e ir a tomar clases de tenis, eso es fundamental. Me pone contenta por Nadia. Sé que no fue fácil su camino, pero ahí tiene el logro y lo debe disfrutar”, aseveró.

Aunque esté retirada de las canchas, Clarisa sigue respirando tenis. Habla como una tenista en actividad. Este presente hace que se ilusione con que más jugadoras se involucren. Los triunfos siempre son un arma seducción para que otras se inicien. “Hacía falta un logro así. Ayuda mucho. Se está trabajando desde la Asociación Argentina para que salgan tenistas, pero si no hay figuras no es tan fácil”, dijo.

Clarisa y Nadia tienen otro punto en común: la variación del slice. Las dos manejan muy bien ese golpe, que es vital para neutralizar a jugadoras que son más fuertes. “Cuando te enfrentás a rivales que son sólidas y tienen más potencia que vos, tenés que buscar armas para contrarrestar eso. Creo que Nadia tuvo buena lectura de juego y con la variación del slice supo neutralizar a sus adversarias. Yo en 2002 hice algo similar y nos dio resultado: las dos llegamos a semi”, afirmó.

Nadia, como Clarisa en 2002, apareció como de un libro de cuentos. Empezó como la Cenicienta y con el correr de los días se transformó en la revelación del torneo. Seguramente a las dos les deben pasar millones de recuerdos por la cabeza. Los inicios, esos primeros días en las canchas del club. Los viajes, el esfuerzo de la familia para juntar el dinero para que puedan competir. La foto que ve el común de la gente es la semifinal que lograron, pero el camino es largo, más largo que jugar una qualy y los partidos del cuadro principal.

Clarisa y Nadia hicieron historia en Francia al igual que Raquel Giscafré, Gabriela Sabatini y Paola Suárez. Ojalá no pasen tantos años para que otra tenista se meta entre las mejores.

Mientras Nadia vive un presente de novela, Clarisa, a 18 años de su logro, disfruta de la actualidad de Podoroska. Dos grandes tenistas. Una dejó su impronta y se alejó de la actividad; la otra está comenzando a escribir su propia historia. Nadia sabe que lo mejor está por venir.