Daniel Velázquez, un escritor sobre rieles

Como tantos otros sanluiseños, las raíces de Daniel Velázquez nacieron junto con el tren que hace 50 años conectaba a la provincia con Buenos Aires. A partir de allí varios de sus parientes quedaron repartidos entre Concarán, Tilisarao, Villa Mercedes y la capital del país, como es el caso del escritor, dibujante y fotógrafo, quien sin dudarlo se reconoce como "un puntano atrapado en el cuerpo de un porteño".

Fueron esos incontables viajes en tren de Retiro a Villa Mercedes que despertaron en Daniel la pasión por las vías, los boletos y el sonar del claxon que avisaba el arribo a una nueva estación. Su cuerpo siempre estuvo en Buenos Aires, pero su corazón late al ritmo del "Quetren, quetren" y suena como el rechinar de los durmientes que cruzan el suelo puntano, huellas de los vagones que fueron y vinieron incontables veces.

"Empecé con los dibujos del tren. Tenía seis años y le pedía a mi mamá que guardara esos papeles grandes de envolver de la tintorería y yo en mi imaginación contaba un tren con 20 vagones. Los dibujaba con los colores y los detalles que recordaba", contó el artista, quien detalló que su primer viaje en tren fue cuando era un bebé.

"He viajado desde que nací. Tenía meses de vida y me llevaron en tren a Tilisarao para conocer a mi bisabuela materna. Tengo 56 años y toda mi vida fue ir en tren para allá. Además, mi abuelo era maquinista, de ahí viene mi locura", recordó Daniel, quien vive en Buenos Aires.

Por las venas del artista corre sangre puntana: su papá nació en el paraje Guanaco Pampa, del Departamento de San Martín, y cuando su abuelo fue contratado para trabajar como ferroviario se trasladaron a Villa Mercedes. Allí se conocieron sus padres. "Como dice el dicho, 'Dios está en todos lados pero atiende en Buenos Aires'; por eso mis viejos se fueron. Siempre tuve ese desarraigo emocional, nunca me sentí porteño. Yo soy un puntano hecho y derecho, y el centro de mi mundo es Tilisarao", afirmó.

Con relatos que le habían contado sus antepasados y con los recuerdos de sus estadías en la provincia, Daniel empezó a escribir para complementar los dibujos que hacía de las épocas de gloria de los trenes y las fotografías que tomó de la estación abandonada en Tilisarao, donde va al menos tres veces al año a la casa de su abuela materna. Además, es su forma de sentirse, al menos un rato, más cerca de casa.

Ahora los escritos de Velázquez, acompañados de sus dibujos e imágenes, son publicados con regularidad en un medio local. "Fue surgiendo paulatinamente. Después de recolectar vivencias durante unos años empecé a escribir para desahogarme de esas cosas que tenía adentro mío. Simplemente describí lo que fue el paso del tren por los pueblos en aquella época y no me pude detener, en mis relatos nombro a familias de Tilisarao y la gente empezó a responderme y a decirme que se sentía identificada", explicó.

Pero sueña más alto: quiere recopilar sus anécdotas, como los viajes en el rastrojero de su tío José, un maestro rural del paraje La Isla, y hacer un libro sobre su relación con la provincia. Y dijo que en febrero vendrá a San Luis para presentar un proyecto para que la estación de trenes de Tilisarao se declare como monumento histórico.