El puntano Matías Escudero, listo para saltar a la cancha

Matías Escudero está agazapado esperando que vuelva el fútbol. El defensor puntano, que juega en Patronato de Paraná, aprovechó el parate por el coronavirus para operarse de pubalgia, una lesión que le venía molestando hace tiempo. Hace dos meses pasó por el quirófano, ya está recuperado y comenzó a correr para llegar de la mejor manera para cuando se reanude la actividad.

 "Me venía doliendo mucho. Y el 20 de abril decidí operarme para estar bien y empezar de mejor forma esta segunda parte del año. Tengo contrato con Patronato hasta el 30 de junio, nos sentaremos a dialogar con los dirigentes para ver si sigo o si tengo que tomar otro rumbo", dijo el defensor desde Paraná, donde está con su familia.

Matías se fue muy chico de San Luis. Se inició en la EFI Juniors, el club del barrio. Y a los doce años, con su amigo "Panchito" Garcés, fue a una prueba que hizo Boca en Merlo. "Me acuerdo que nos llevó Sergio de la Fuente", dice. Los dos quedaron y ahí comenzó la carrera futbolística de Mati, que se fue a buscar continuidad a Nueva Chicago. Y vaya si lo logró.

En el "Torito" de Mataderos se vio la mejor versión del sanluiseño. Fue parte importante del ascenso del "Verdinegro" al Nacional B en la temporada 2011/12. Después una serie de lesiones le jugaron una mala pasada y estuvo alejado de las canchas. Chicago no hizo pie y perdió la categoría. Pero, al igual que la vida, el fútbol da revancha, y Escudero la tuvo: el "Torito" volvió a ascender. En ese elenco Matías formó dupla central con Germán Lanaro.

Si bien es cierto que en el Nacional B fue el único jugador que disputó todos los partidos de ese equipo que pegó el salto al fútbol grande, Matías dice que su mejor versión se vio cuando salieron campeones en la Primera B Metropolitana. "Me quedo con ese campeonato. Creo que pude mantener mi nivel y tener regularidad", asegura.

Después vino la chance de jugar en Palestino de Chile. Pablo Guede, que fue el DT que más lo marcó y fue su entrenador en Chicago, lo llevó del otro lado de la Cordillera. Más tarde llegó a su vida San Martín de San Juan, hasta este presente en Patronato. "En todos los equipos di lo mejor de mí, y más también, esa es la tranquilidad que tengo", dice.

Está cómodo en Patronato. Tuvo continuidad, y es un club que lo hace sentir como en su casa. Pero hay un deseo que todavía está latente. "Mi sueño es jugar en Europa. Es un anhelo que tengo y ojalá lo pueda cumplir", afirma. A los 31 años todavía tiene mucho para dar y por ahí se abre alguna puerta para pegar otro salto en su carrera.

Tiene en mente aquel partido con Godoy Cruz por la primera fecha de la Copa de la Superliga. Ese empate 1-1 lo va a marcar siempre, porque siente que fue su mejor partido en el "Patrón".

"Hice todo bien esa tarde. Me salieron todas. Son esos partidos donde hacés la primera bien y te sale todo redondo", asevera.

 

El defensor de 1,76 metro, que tiene como referente a Walter Samuel, posee como mayor virtud su capacidad de anticipo. Es un marcador central que también puede correrse al lateral. "Me siento más cómodo de seis. Jugué por las bandas, pero en la zaga estoy más cómodo".

Cuando llegue el momento del retiro le gustaría hacerlo en Nueva Chicago. El club que lo catapultó. "No descarto nada, porque uno nunca sabe qué puede pasar, pero mi deseo es retirarme en Chicago".

No se ve ligado al fútbol una vez que cuelgue los botines, pero por el momento piensa en jugar por muchos años más. Hasta el 30 de junio tiene contrato con Patronato. Habrá que ver qué pasa.

A los 12 años tuvo un sueño: fue a probarse a Boca y quedó. Ahora irá por otro anhelo. En la cabeza de Matías sigue latente ese deseo de jugar en Europa. Y seguramente lo cumplirá.