Orgullosa de ser argentina

Aquella madrugada fría de invierno, un incontable número de argentinos y argentinas seguíamos, latido a latido, el debate en el Senado de la Nación. De un lado estábamos los que bregamos por la Ley de Matrimonio Igualitario, que ya tenía media sanción en Diputados. Del otro, quienes rezaban para que no se hiciera realidad.

El muro divisorio traspasaba las paredes del Congreso. Detrás de las pantallas de TV, las tribunas también estaban claramente demarcadas. Recuerdo que fue la época en que me dedicaba a cederles el paso a todas las mujeres trans que encontraba en San Luis, solo para escuchar su cálido: “Gracias reina”. Ellas que lucen tan esbeltas los tacos que yo nunca usaré.

A 10 años de aquella batalla ganada, al menos 20.244 parejas se casaron según estadísticas de la Federación Argentina LGBT+. Un número que demuestra que el derecho solicitado era una necesidad.

Nuestro país fue el primero de América Latina en aprobar una ley de este alcance. Y aunque con tropezones, avanza. Hablar de tropiezos es recordar a Mariana Solange Gómez el 2 de octubre de 2017. La mujer fue presa por besar a su esposa, Rocío Girat, mientras esperaba un tren en Constitución: la Policía de la Ciudad de Buenos Aires le pasó una factura de otra era. Solo a ella le llamaron la atención por fumar ese día, aunque no era la única persona que despedía humo por la boca en el lugar. Y luego, la acusaron de resistirse a la autoridad. Tras varias horas en un calabozo, manifestantes feministas lograron que recuperara la libertad.

Los cambios pueden provocar ansiedad, desconfianza, temor y también libertad. Esa emoción que me recorrió el cuerpo hace 10 años: el día que sentí orgullo de ser argentina.