Una lactancia sin prejuicios

La imagen de una madre amamantando con plena tranquilidad y disfrute es tan hermosa como irreal. Por eso, como ayer empezó la Semana Mundial de la Lactancia Materna, es un buen momento para reflexionar sobre lo que significa esa faceta de la maternidad para nuestra sociedad.

Sabemos que la leche materna es, por lejos, el mejor alimento para un bebé, lo más recomendado por los médicos y, justamente por eso, se la promueve durante toda esta semana en particular y a lo largo del año. Sobre eso no habrá punto de discusión. Pero también es una presión enorme para miles de mujeres, y un generador de estrés y frustración importante durante el período de posparto.

“Tu leche no lo llena, por eso llora de hambre”, “Mejor dale una mamadera”, “¿Ya le das mamadera?”, “¿Otra vez le vas a dar teta?”, “¿Tiene más de dos años y todavía toma el pecho?”, son algunas de las frases que escuchan, reiteradas veces por día, las madres. Comentarios que lastiman y generan dudas e inseguridades. Por sí o por no, por mucho o por poco, todas terminan juzgadas al momento de la lactancia.

La sociedad no acompaña y el tema suele abordarse con recomendaciones que, sin el acompañamiento necesario, terminan convirtiéndose en exigencias. La lactancia exclusiva, prolongada y a libre demanda requiere horas de paciencia y dedicación y muchas mujeres no encuentran la contención y el apoyo necesarios para lograrlo. La vuelta al trabajo, las pocas horas de sueño y el cansancio de los primeros meses atentan contra una labor full time poco reconocida, pero sí muy exigida.

Los médicos indican que es lo mejor, pero muchas veces hace falta un instructivo de cómo lograrlo. Para eso están las puericultoras, las redes maternales y el acompañamiento de otras madres que colaboran en esta causa. También hace falta el compromiso de la sociedad en los trabajos y en los lugares públicos. Y, sobre todo, terminar con la mirada juzgadora. Porque si bien la leche materna es lo mejor para el bebé, igual de importante es tener una mamá tranquila, feliz y segura con sus decisiones.