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"Mis cuentos no son finales"

Con una mirada más segura y entendida, el escritor guatemalteco reeditó "El boxeador polaco" después de diez años de su primera publicación.

Por redacción
| 21 de septiembre de 2020

¿Cómo fue reencontrarte con tus textos después de diez años?
—Realmente no fue un reencuentro después de diez años debido a todas las traducciones de "El boxeador polaco" que se fueron dando en este tiempo. Son textos que tengo muy metidos en la cabeza porque los he ido trabajando en otros idiomas, con traductores y editores entonces no es un volver a encontrarme con ellos sino volver a encontrarme con ellos en español.

 

¿Cómo surgió la idea de reeditarlo?
—En 2008 se publicó la primera edición de "El boxeador polaco" en la editorial Pre-Textos con seis cuentos y 102 páginas. Pasó casi desapercibida por la prensa y pensé que eso era todo y que ahí terminaba el proyecto. Cuando escribí los cuentos pensé que eran independientes pero hilvanados por un mismo narrador, esa voz narrativa de ese otro Eduardo Halfon. Pero de pronto uno de esos cuentos originales, "El del pianista serbio", continuó y entonces un cuento se volvió capítulo en un libro que publiqué dos años después que se llama "La pirueta".

 

En el prefacio de esta edición dice que la literatura sólo es literatura si la dejamos morir. ¿Cómo sería eso?
—De la misma manera que estos cuentos crecieron, otros muchos murieron o estos mismos pudiesen haber muerto en el camino pero también me refiero a que la literatura no está escrita sobre piedra. Mis cuentos no son finales, no están fijados en el tiempo en el que los escribí sino que siguen escribiéndose, siguen creciendo o disminuyendo y de golpe se vuelven otra cosa.

 

Los narradores de estos relatos tienen la capacidad de escuchar y así logran que otros se animen a desplegar confesiones
—Casi casi que el narrador, este otro Eduardo Halfon, está ahí como escucha, tomando el testimonio de ellos, casi como portavoz de estas otras historias, sin darse cuenta que, al mismo tiempo que escucha y toma y recibe las historias de todos estos personajes, está de alguna manera escribiendo la suya.

 

En el último de los relatos hay varias definiciones sobre lo que es la literatura y cómo se concibe
—Hay algo en la literatura de esotérico, de mágico, de codificado. Es algo que tenemos al alcance pero que no se termina de decir, de entender, que queda entredicho, que queda más en los silencios que en los gritos.

 

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