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La soja y el maíz arrancaron varias sonrisas en el Conlara

Con buenas precipitaciones, sobre todo en enero y marzo, los cultivos pasaron sin sobresaltos el período crítico. La oleaginosa promedió 28 quintales y el maíz, unos 65.

Por Marcelo Dettoni
| 10 de octubre de 2021
Maíz. El promedio general del rinde arrojó 65 quintales por hectárea en el Conlara. Fotos: Gentileza Marcelo Bongiovanni.

La campaña pasada, en rasgos generales, fue muy buena en el Valle del Conlara, con rendimientos que le arrancaron más de una sonrisa a los productores. Pasa que se dio un excelente comportamiento de los cultivos porque acompañaron las condiciones climáticas.

 

“El comienzo fue complicado, porque veníamos de un invierno seco, sin precipitaciones, con perfiles vacíos o con muy poca agua. Había no más de 80 o 100 milímetros en el segundo metro, con el primero casi vacío. El 25 de octubre fue la primera lluvia, unos 60 milímetros, que permitieron recargar las napas y ayudar a que comenzaran las primeras labores de siembra, aunque por cierto bastante atrasadas”, relata Marcelo Bongiovanni, ingeniero agrónomo y productor, con un campo en Tilisarao y una larga trayectoria docente.

 

 

Lo mejor que le pasó a la campaña fue tener un enero con lluvias entre 180 y 200 milímetros, lo que ayudó a tener rindes sobresalientes.

 

 

A esas lluvias iniciales les siguieron erráticas y dispares. “En noviembre cayeron unos 80 milímetros y otros 75 en diciembre en promedio de todo el valle. Eso provocó complicaciones, porque las lluvias, sobre todo de diciembre, no fueron muy parejas. Se atrasó bastante la siembra de maíz porque faltaba humedad. Se sembraba y a los pocos días, por las altas temperaturas, se secaba el suelo”, recuerda Bongiovanni ante la consulta de la revista El Campo. El retraso fue importante, hubo lotes sembrados hasta fines de diciembre, entre Navidad y Año Nuevo, fuera de la fecha normal. Aunque las de noviembre, tanto de maíz, sorgo o soja, se hicieron en forma adecuada porque las condiciones fueron mejores. Pero lo mejor estaba por venir. “Enero fue el mes determinante, porque tuvo un comportamiento afortunadamente anormal, con registros de entre 180 y 200 milímetros. Entonces, lo que se sembró temprano tuvo excelentes condiciones para obtener buenos rendimientos”, siguió el profesional, quien calificó a febrero como “normal, con unos 90 milímetros, aunque hubo un período de alta temperatura entre el 10 y el 25, con golpes de calor y sin precipitaciones. Eso complicó el período crítico de algunos cultivos”.

 

En marzo retornaron las lluvias, con valores entre 130 y 140 milímetros, por encima de la media del mes. Eso ayudó para que los cultivos que venían atrasados pudieran completar el llenado de granos y culminar con rendimientos adecuados. El único problema fueron algunas heladas tempranas en la zona sur del valle, en ciudades como La Toma, Naschel, Paso Grande, Villa del Carmen y La Punilla. El termómetro marcó  4 o 5 grados bajo cero a fines de marzo, lo que complicó la finalización del ciclo de varios lotes sembrados temprano, mientras que a los que tenían maíz sembrado tarde les complicó el llenado. “Por fortuna, de Tilisarao al norte no hubo heladas y entonces no se notaron daños”, completó.

 

La soja está en retroceso

 

En el Conlara, la soja ocupó la menor área sembrada de las últimas 11 campañas. Fue una caída importante con motivos conocidos, los mismos que a nivel nacional. “Influyeron los precios, la presión impositiva y también hubo cuestiones de manejo y emergencia de malezas. La oleaginosa se viene complicando bastante por la aparición de malezas tolerantes a herbicidas, como el yuyo colorado. Por eso la gente se volcó más que nunca al maíz”, opinó.

 

En cuanto a superficie, la soja ocupó el 30% del área total cultivable, cuando siempre andaba entre 45% y 50%. Sembrada desde principios de noviembre hasta fines de ese mes, con buenas condiciones hídricas, se desarrolló bien, ayudada por la acumulación de agua en enero, justo en el período crítico. Y después, con las precipitaciones de fines de febrero a principios de marzo los lotes alcanzaron una condición ideal para el llenado de granos, con agua y buena temperatura. “El promedio que se alcanzó fue de 28 quintales por hectárea. Hubo extremos parejos, de 20 a 40 quintales en lotes puntuales. Esto está por encima del registro histórico, que es del orden de los 20 quintales”, contó Bongiovanni.

 

 

El maíz se sembró, a diferencia de otros años, temprano. Fue un acierto, la lluvia luego llegó en el período crítico de llenado de granos.

En toda la campaña no hubo complicaciones con plagas ni enfermedades. “Allá por fines de febrero y en marzo, al comienzo del llenado de granos, hubo que hacer aplicaciones por el complejo de isocas defoliadoras y chinches que aparecieron por encima del umbral de daño económico. Pero fueron casos puntuales”, evaluó el ingeniero.

 

 

El buen momento del maíz

 

El maíz es el cultivo más importante de San Luis. Como contraposición a la soja, el área sembrada fue en crecimiento en los últimos años, hasta alcanzar la mayor superficie en 14 campañas. El cereal ocupó el 60% del total, con mucho terreno sacado a la soja. El 10% restante fue para el sorgo (5%) y otros cultivos menores.

 

“Se sembró, a diferencia de otros años, más temprano. Los productores, libres de la soja, aprovecharon las lluvias de fines de octubre y siguieron hasta noviembre. Es inusual, porque se siembra generalmente a fines de noviembre y principios de diciembre”, según el profesional.

 

Esos maíces tempranos tuvieron una buena situación porque normalmente la segunda quincena de enero es seca e impacta en el período crítico del maíz. Pero hubo entre 180 y 200 milímetros y como estaba floreciendo y comenzando a formar grano, fue un momento excelente para expresar el mejor rendimiento, que alcanzó máximos de entre 100 y 120 quintales. “Lo grueso osciló entre 70 y 80 quintales, con un promedio general de 65 quintales, mínimos de 30 y máximos 120”, aseguró.

 

Las siembras más tardías tuvieron un comportamiento menor en cuanto a rendimiento. El período crítico fue febrero, con maíces afectados y rindes bajos, ya que el calor pegó fuerte en el período de formación de granos. “Hubo menos por unidad de superficie y eso hizo caer el rendimiento. Después el llenado fue bueno, con peso importante por las precipitaciones de marzo. Anduvieron entre 50 y 70 quintales. Claro que los de menor tecnología no alcanzaron ese umbral”, agregó Bongiovanni.

 

Lo mejor para el técnico fue la coincidencia entre rinde y precios. “Es la primera vez en muchos años que coinciden ambos factores, no se suele dar. La última vez de buenos rindes fue en la campaña 14/15, pero el precio por entonces era muy bajo, lo que complicó la rentabilidad del negocio agrícola”, finalizó.

 

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