A filosofar y beber con Ricardo Tapia

La mayor capacidad de Ricardo Tapia para cantar blues es usar su voz con la característica del camaleón, pero en los dos colores que permite el género. Cuando hace temas de compositores negros, canta como negro; y cuando se enfrenta a creaciones de blancos, canta como tal. Sus interpretaciones se potenciaron notablemente cuando se mezclaron con las muchas anécdotas de su carrera que contó en el recital que, el jueves, marcó su regreso a San Luis.

Apenas empezó el show, poco después de las 23, el cantante, quien imprimió su propio estilo al blues nacional con La Mississippi, dijo sentirse como en el patio de su casa, el lugar que considera más cómodo para tocar. Con una guitarra resonadora y la armónica como única compañía de su voz potente, el músico repasó algunos estándares bluseros y rozó por encima la riquísima discografía de su banda.

Más allá de la música, las intervenciones más divertidas de la noche surgieron de las charlas que Tapia mantuvo con los comensales, entre las que se colaron su estado físico (cantó con dos costillas rotas por participar de un partido de fútbol) y la actualidad. "¡Qué palabra de mierda pandemia!, parece el nombre de una tía a la que no vas a visitar nunca", dijo entre las risas del público.

También, el cantante les hizo un guiño cariñoso a los seguidores de su banda al contar algunos detalles de los temas, como el modo en que se enteró cuál era la verdadera identidad de la destinataria de "Por fin te fuiste Mabel", uno de los éxitos de su carrera.

En cuanto al repertorio del jueves, Ricardo mostró la generosidad de cantar un tema de Los Zorros de Florindo, un muy recomendable grupo de blues chubutense al que produjo y apadrina, entre muchos clásicos en inglés.

Pero fueron las obras del blues porteño —una de sus especialidades— las que dominaron un repertorio que por parte del público tuvo mejor recepción cuando se escucharon las canciones de La Mississippi. De su grupo madre estuvieron presentes en el show de All Right "El blues del equipaje",  "San Cayetano", "Piso de madera", "El matadero" y el clásico "Café Madrid", todas con notorios cambios en la melodía y en el fraseo.

Entre medio, Tapia abrió el arco histórico con un clásico inicial del género en la Argentina como "Una casa con diez pinos", de Manal, y lo continuó con una seguidilla de uno de los máximos referentes, Noberto Napolitano, de quien tocó "Sucio y desprolijo", "Blues local" y "El tren de las 16".