Cada vez más gente llega a las joyerías a vender alhajas de oro

Como en el resto del mundo, la pandemia afectó en lo económico a varios vecinos de la ciudad. Por ello, muchos eligen vender sus alhajas de oro para poder tener un ingreso extra de dinero y solventar sus gastos. Sin embargo, los propietarios de las joyerías aseguran que al ser tan grande la oferta que hay desde mediados del año pasado, no pueden comprar en cantidad porque no tienen actividad en el rubro para generar los montos de efectivo necesarios.

Un equipo de El Diario consultó a los principales empresarios del rubro. Entre ellos, Marcelo Nicola dijo que su local funciona desde hace unos 70 años y que, a comparación de otras épocas, el movimiento de este primer trimestre es mucho.

“A veces hasta lo que ven dorado lo quieren vender, traen relojes nuevos y usados y también plata, pero nunca hemos comprado. La contra que tienen es que depende de nuestros ingresos si se lo vamos a poder tomar o no. Entonces está frenado por ese lado, porque no tenemos para comprar metales, y nos está pasando en general a todos, así que está complicado”, afirmó.

En cuanto al proceso, las tasaciones son en el momento y de acuerdo al precio de cotización del día. El de ayer fue de aproximadamente tres mil trescientos pesos por gramo. En algunos casos piden completar una planilla para conocer la procedencia del producto y los datos de la persona. Además, para saber si la pieza es de oro, aparte de pesarla le hacen un pequeño pulido y le colocan un reactivo que detecta si es realmente el material que creen.

“Si bien no les preguntamos, algunos clientes cuentan que se tienen que hacer un estudio de salud o pagar cosas atrasadas y no es para ahorrar, sino por diversos problemas”, sostuvo el hombre.

Aldana Ferizola, vendedora de una joyería situada sobre calle Pedernera en el microcentro, coin-cidió en que hay un incremento en la demanda y que se debe a los efectos que causa la pandemia. “Hoy en día está bastante bajo el precio, fue cambiando con el correr de los meses, pero por la situación económica no les queda otra. Cuando vienen, a veces más de cinco personas al día, les preguntamos si realmente lo quieren dejar, porque se les nota que le tienen afecto”, indicó la joven.

Otro de los empresarios del rubro, Roque Saber, señaló que últimamente a su local entra más gente a vender que a comprar alhajas. “Lo que está funcionando es el taller, pero como este sector no es esencial, no tiene mucho movimiento”, afirmó.

Asimismo, contó que antes de la llegada del coronavirus los vecinos llevaban alianzas para casarse, para renovar sus votos o llegaban a elegir regalos para eventos o cumpleaños, pero que eso por el momento no se ve más.

En todos los casos consultados, si bien tienen poco caudal de ventas de los productos que ofrecen, mantienen sus locales con las tareas que realizan de arreglo y mantenimiento de distintas piezas.