Para, con y desde las juventudes

La política bien entendida ha sido, es y seguirá siendo un esfuerzo colectivo de creación de un mundo mejor. Un ejercicio de imaginación y de construcción, de visualización de la comunidad en la que queremos vivir, y de trabajo duro y constante para resolver todos los problemas, remover todos los obstáculos y desandar los caminos que nos separan de esa comunidad. Por eso, hay una relación tan fuerte entre la política y las juventudes, sobre todo cuando entendemos a las juventudes no solo desde la edad biológica, sino como los principales actores de una nueva forma de ver y entender el mundo, desde una nueva visión de futuro y con una nueva forma de actuar y trabajar para construirla.

En esta relación, las y los jóvenes enfrentan numerosos desafíos. En un mundo cada vez más desigual, las dificultades que viven las juventudes para acceder al empleo, y las condiciones de informalidad y precariedad que padecen cuando lo consiguen constituyen, sin duda, uno de los principales obstáculos para la construcción de esa comunidad mejor. Y es imprescindible que la política se dedique, a través de la gestión, a resolver estos problemas.

Es necesario que la política trabaje para las juventudes, en una estrategia fundamentalmente dirigida a generar oportunidades. La educación, la salud, el deporte y la cultura son los principales vectores de desarrollo humano, y crean capacidades para que las personas puedan imaginar y cumplir un proyecto de vida. Y, a pesar de los cambios que sigue viviendo el mundo, el trabajo digno y de calidad sigue siendo la principal estrategia de creación de oportunidades. En ambos frentes, las juventudes enfrentan desafíos que se han agudizado con la pandemia y que ya son casi una marca de su vulnerabilidad.

Pero la política también debe trascender esta mirada y profundizar en la construcción con las juventudes, con una dinámica mucho más centrada en escuchar de verdad y en trabajar mancomunadamente. Abriendo los espacios de discusión, pero también los de decisión. Dialogando y debatiendo, pero también habilitando que las preocupaciones, las acciones y las visiones de las juventudes tengan un impacto real en las decisiones políticas.

Y también creo que es necesario comenzar a trabajar desde las juventudes, adoptando una actitud verdaderamente abierta y prestando atención a las miles de ideas e iniciativas que muchos jóvenes de San Luis, del país y del mundo están desarrollando.

Creo que es tiempo de que la política tome una pausa, mire alrededor y se maraville de la fuerza, la creatividad y la energía que caracterizan a un nuevo perfil en la política y en la sociedad, que en su mayoría está encarnado por personas formadas, capacitadas, interesadas, con conciencia social y voluntad de trabajo.

Personas con ideas, que tienen equipos, que se prepararon y se están preparando para llevar a San Luis y al país hacia el futuro. Jóvenes que, por crianza, quizás, o por signo de la época, son mucho más sensibles y están preocupados por los temas que son los temas del futuro: el ambiente y la sustentabilidad, la diversidad y la equidad. Y, precisamente, las cuestiones de género.

Por eso, creo fundamental el funcionamiento de un espacio como la Comisión de Equidad de Géneros y Juventudes, recientemente creada en la Cámara de Diputados de nuestra provincia. Un ámbito desde el que podamos trabajar para las juventudes, abordando las problemáticas que los afectan y construyendo los consensos necesarios para resolverlas. Un espacio abierto que reciba y escuche a las juventudes, para que podamos trabajar con ellos y ellas en la construcción de un mundo mejor. Una comisión para trabajar desde las juventudes, aprendiendo de sus ideas e iniciativas, escuchando sus prioridades y dando el lugar para que lo nuevo termine de emerger.