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Es clave para la agricultura familiar tener semilla propia

Las multinacionales imponen variedades híbridas, pero pidieron volver con fuerza a la polinización abierta.

Por redacción
| 30 de junio de 2021
Volver a las fuentes. No hay nada mejor para reproducir zapallos que contar con la semilla propia del año previo. Fotos: BCRNews e INTA.

Cuyo es una zona privilegiada para obtener semilla hortícola de calidad, por eso el INTA de la localidad mendocina de La Consulta trabaja en el mejoramiento genético, investiga sobre los mejores procesos de producción y analiza la calidad de las semillas. Hace unos días, junto con la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), organizó un ciclo de capacitación en producción de semillas hortícolas.

 

Fueron cuatro encuentros virtuales de los que participó un centenar de pequeños productores de todo el país. El contenido abarcó desde caracterización de la semilla hortícola y variantes de producción hasta aspectos de calidad comercializable y registro de variedades. “En la Argentina, la semilla que predomina de muchas especies hortícolas es híbrida”, expresó Julio Gaviola, quien estuvo a cargo de los contenidos. “Poco a poco se ha ido dejando de lado la práctica de multiplicar variedades de polinización abierta”, indicó Gaviola, y agregó que “la fuerte presencia de las empresas semilleras determinó este escenario. El problema para los productores, sobre todo los pequeños, radica en lo costosas que resultan esas semillas importadas”.

 

“La ventaja de hacer semilla propia, más allá de lo económico, es resguardar la genética nacional, tradicional. En Argentina la semilla hortícola es mayormente importada. La agricultura familiar e indígena busca abastecerse y preservar las variedades nacionales del INTA o sus propios materiales, criollos y nativos”, subrayó Gaviola.

 

 

 

Según cifras de la Federación Internacional de Semillas, en 2017 se importó semilla hortícola por U$S 29 millones y se exportó por 14 millones. Por su parte, un estudio del sistema de agronegocios de semillas argentino, a cargo de la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA), complementa los datos de la Federación y agrega que el número de las empresas nacionales es reducido y que si bien existen compañías que desarrollan cultivares, los casos son aislados, de porte extremadamente pequeño y con bajo impacto en los usuarios.

 

“Para la agricultura familiar es un problema mantener las variedades criollas o nativas de especies como maíz o zapallo, que se van perdiendo como consecuencia de la entrada de los híbridos”, señaló Gaviola, quien puso énfasis en poder conservar esas variedades de polinización abierta y tener semillas de bajo costo. "La  idea es incentivar la producción propia de semilla para autoconsumo y también para vender”.

 

Durante el encuentro participaron pequeñas productoras y productores de 16 provincias. Maritsa Puma, integrante del Consultorio Técnico Popular de la Secretaría de Producción de la Unión de Trabajadores de la Tierra y productora hortícola en La Plata, aseguró que “muchos de los agricultores producen hortalizas en los cinturones hortícolas de las grandes ciudades o crían animales y producen granos para alimentarlos. Estamos en búsqueda de alternativas para dejar de depender de la compra de semillas híbridas. En Misiones, por ejemplo, tenemos compañeros que tienen una cooperativa, producen y venden semillas de hortalizas, aromáticas y árboles nativos, pero son casos aislados”.

 

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