SAN LUIS - Domingo 12 de Mayo de 2024

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Preocupa la pérdida en el stock de cabezas caprinas

Según el relevamiento hecho hace poco más de dos años, la baja ronda el 50%, aunque podría ser mayor. La provincia tienes planes sanitarios y de arraigo rural para revertirla.

Por redacción
| 08 de agosto de 2021

Las conclusiones del Censo Nacional Agropecuario que se hizo en 2018, del que siguieron apareciendo números hasta octubre del año pasado, dejaron un dato preocupante para San Luis: las existencias de ganado caprino, al menos en cuanto a las cabezas registradas porque se sabe que hay productores que se manejan en la informalidad, bajaron un 50% en los últimos diez años, que es el período que transcurrió desde la encuesta anterior.

 

Es un descenso que va de la mano con lo que ocurrió con el total de explotaciones agropecuarias (lo que en la jerga estadística se conoce como EAP’s) que se dedican a la crianza de cabras. Hay un 40% menos, pero la situación podría ser aún peor si la comparación es con los registros del INTA de hace una década (en base a datos de Senasa y otros organismos oficiales), ya que en ese caso la pérdida se acerca al 70%.

 

El deterioro del stock caprino es de vieja data a pesar de los esfuerzos del Ministerio de Producción por apoyar a los pequeños productores con planes sanitarios y la reposición de chivatos y madres para sostener el stock y mejorar la genética. “De 2005 a 2015 llamaba la atención cómo se publicaban majadas a la venta cada semana, en el ambiente no pasó desapercibido”, comentó el ingeniero agrónomo Esteban Suárez, del INTA, al blog In(bici)ble, del periodista Jorge Rosales.

 

En cuanto a la consistencia de los datos que arroja el Censo Agropecuario, el veterinario Julián Muñoz -coordinador del relevamiento-, resaltó el reconocimiento obtenido por San Luis al alcanzar el 93% de cobertura censal, por lo que la información es certera. “Fuimos de las tres provincias que hicieron el mejor trabajo”, comentó el especialista al remarcar además que ya en el CNA del 2008 se hizo visible la tendencia en baja en el stock de animales caprinos.

 

 

La disminución de las majadas va de la mano de la pérdida de establecimientos rurales dedicados a la cría, que fue del orden del 40%.

 

 

“Sin contar los cinco emprendimientos grandes que hay en la provincia, esta actividad está compuesta en su gran mayoría por pequeños productores, muchos de ellos minifundistas, y en condiciones de subsistencia. Grupos de familias en donde los integrantes venden además, su mano de obra, con el fin de completar los ingresos que necesitan para vivir”, apunta Rosales.

 

El bloguero asegura que la merma es tan pronunciada, que en Suyuque y Los Molles han quedado unos puñaditos sueltos y que en Villa de la Quebrada, que era una zona importante de cabras, también perdió presencia la cría caprina. Allí funcionaba un tambo caprino que manejó la provincia varios años atrás, pero solo quedan vestigios de las bachas de acero inoxidable, la ordeñadora de cuatro bajadas y el sistema de pasteurización utilizados para elaborar quesos artesanales.

 

 “Pasa que los jóvenes no quieren saber nada con el campo. Los viejos se mueren y no hay quien siga con este trabajo”, explica Regi Lucero, que tiene su majada pasando el dique en Nogolí. Junto a su hermano José Lucero, Lucía Herrera y Guillermo Pérez, son de los pocos que continúan con la actividad, en una zona donde van quedando las taperas vacías arriba del río Amieva.

 

 

 

El Gobierno provincial tiene un plan de arraigo rural que incluye la entrega de pantallas, heladeras y calefones solares y trata de llevar electricidad a los parajes más alejados, pero de todos modos la población viene en franca disminución en el interior, algo que ya se había comprobado en los censos de 2002 y 2010. El Departamento San Martín, uno de los tradicionales en cría caprina, disminuyó la cantidad de habitantes y Belgrano apenas si se mantuvo, pero con bajas en La Calera y Villa General Roca. Del resto, Pueyrredón, Ayacucho y Pringles vieron crecer el número de vecinos y la explosión demográfica se dio en Junín, en la costa del Comechingones, “donde la situación de los productores caprinos es distinta al resto de la provincia, sobre todo por su organización y el turismo”, escribió Rosales.

 

 

Entre 2005 y 2015 llamaba la atención cómo se publicaban majadas para la venta todas las semanas. Eso no pasó desapercibido (Esteban Suárez)

En general, los criadores caprinos puntanos son de baja escala. Es una actividad con múltiples propósitos: autoconsumo, canje o venta directa a vecinos y turistas. En promedio cada uno reúne entre 30 y 40 animales, a lo sumo 70. “Es un productor con muchas carencias, bajo nivel educativo, falta de cultura asociativa y, por diversas razones, tampoco con papeles de posesión de la tierra”, describe el ingeniero agrónomo Jorge Jornet, de la Secretaría de Agricultura Familiar, en el blog In(bici)ble, quien agrega que “el aislamiento no le permite organizarse y necesita acompañamiento”. Él trabaja en El Morro, Villa del Carmen, Las Aguadas, Potrerillos, Quebrada de San Vicente y Balde de Escudero, donde son pocos los que hacen servicio estacionado, fundamental para tener los chivos en el momento adecuado para la venta.

 

Las fichas están puestas en el trabajo de la Unidad Ejecutora Provincial (UEP), un organismo que preside el Ministerio de Producción y en el que aportan sus ideas técnicos del INTA, Senasa, Agricultura Familiar y un grupo de criadores interesados en pensar en el largo plazo. Es la que distribuye los fondos (escasos) que llegan de Nación y busca el desarrollo, tanto de la actividad caprina como la ovina, en todo el territorio de San Luis.

 

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