Un viaje de arco a arco

El metro o subte de Qatar lleva las emociones de los hinchas que desde ayer comenzaron a llegar en masa.

El centro de Souq Waqif ya es un hervidero generado por los propios anfitriones. Visten y empuñan los colores de Inglaterra e Irán. Y por el metro aparecen quienes encarnan las veces de argentinos. Son árabes, pero la pasión los hace latinos por un rato.

La red de subterráneo está estructurada en 37 estaciones y permite llegar con acceso directo a cinco de los ocho estadios del Mundial. A los ocho accede, pero en 5 es bajarse y entrar a la cancha.

La estación de Msheireb es la más grande de Doha y marca el cruce de las tres líneas principales: roja, verde y dorada.

Este transporte construido bajo tierra en 2019 no necesita de conductor para funcionar.

La línea roja hace Lusail, Universidad de Qatar, Legtaifiya, Qatara, Al Qassar, DECC, Bahía Oeste, Cornisa, Al Bidda, Msheireb, Al Doha Al Jadeda, Umm Ghuwailina, Al Matar Al Qadeem, Oqba Ibn Nafie, Terminal 1 del aeropuerto internacional de Hamad, Zona libre, Ras Bu Fontas y Al Wakra.

Por la línea verde, Al Rifa, Ciudad de la Educación, Biblioteca Nacional de Qatar, Al-Shaqab, Al Rayyan, Al Qadeem, Al Messila, Hospital Hamad, el Palacio Blanco, Al Bidda, Msheireb y Al Mansurá.

Y la línea dorada une Ras Bu Abboud, Museo Nacional, Zoco Waqif, Msheireb, Bin Mahmud, Ql-Sad, Joaan, Al Sudan, Al Waab, Ciudad Deportiva y Al Aziziya.

Los nombres, aún distantes de un aprendizaje inmediato, empiezan a acercarnos.

El metro de Qatar abre entre las 6 de la mañana hasta pasadas las 3 de la madrugada, todos los días durante el Mundial.

Con la tarjeta Visa Haya es gratuito, y los locales viajan con tarjetas recargables en las mismas estaciones: cada pasaje cuesta 2 riales cataríes (0,55 dólar). El pago mínimo de la tarjeta es de 10 riales cataríes (2,75 dólares).

En la estación, previo a llegar a Qatara, nos cruzamos con una familia de Túnez. Rápido aceptan sacarse una foto con la bandera argentina que llevó El Diario.

Mahmoud, Elena y la pequeña Aida posan felices con los colores celestes y blancos.

Empieza a notarse el clima del Mundial. La noche (que en Doha arranca a las 17) muestra el colorido que la mañana y el mediodía guardan bajo el aire acondicionado de los hogares.

Los 30 grados son firmes, parejos y sudadores.

Y de repente bajamos en el centro comercial Qatara, donde emerge una gigantesca caja de regalo, en una obra arquitectónica que yace torcida y que será estrenada el fin de semana como salón de juegos para niños.

A metros, un espectáculo de música, luces y aguas danzantes despiertan admiración.

Lo que sigue es una caminata entre pérgolas iluminadas y gigantes pelotas de fútbol relucientes.

Los varones caminan en grupo exclusivo para varones. Las mujeres hacen lo mismo entre ellas. No vale tomarse de la mano: la actitud podría juzgarse con tarjeta roja.

Los autos y camionetas son de lujo absoluto. Un Lamborghini blanco se engalana con la bandera argentina. El dueño acepta la producción fotográfica, solo porque hablar de Argentina le hace acordar a Messi.

El segundo día de El Diario en la sede del Mundial había comenzado con la acreditación de FIFA concedida y luego viaje en micro desde la sala de prensa internacional hasta nuestro lugar de residencia.

El micro nos permite dar un vistazo por una ciudad futurista,  igual que en las películas. Acá solo falta que los autos vuelen. Mientras, bajo tierra, el transporte va de arco a arco.