Una serie de eventos afortunados

En la conjunción de la naturaleza, la ligereza de las notas musicales y el amor abrazador de la paternidad, Mauricio Lago encontró el equilibrio y la forma de hacer resonar el caos en su vida. Un cuadro con el sol, la luna y un bebé angelado componen el arte de tapa del nuevo disco del músico que busca equilibrar su universo y el de quienes lo escuchan.

Mauricio lanzó hace unas semanas “Resonar”, un álbum compuesto por diez canciones de su autoría que navegan entre los subgéneros del folclore y en donde encuentra sus raíces musicales. Lograr una buena resonancia entre los instrumentos, su voz y el universo, fueron los pilares que le dieron vida al material discográfico que se puede escuchar en las plataformas musicales.

“Cuando hay afinidad con una persona, hay una resonancia, o si uno resuena con el universo es porque está afinado. Pero cuando te perdés en la vida, la cosas no salen y uno se sumerge en relaciones tóxicas. Es ahí donde hay que buscar la resonancia”, fundamentó el músico radicado hace algunos años en Los Molles, en el corazón del Valle del Conlara.

Para describir el nuevo material, Lago recurre, además de a las raíces, a la medicina como forma terapéutica y de meditación que le permite lograr paz y equilibrio en su vida, algo que busca transmitir a través de sus canciones. Otra de las referencias que toma es el biocentrismo, una  teoría que afirma que todo ser vivo merece respeto moral.

El disco comienza con la canción que lo bautiza y tiene a la guitarra y la voz del autor como protagonistas principales en temas dedicados a la naturaleza como "Reverdecer" y "Renacer del águila", a su hija como "Lunita" y "Duendecita de jardín" y a los devaneos personales del autor, como "Conversando con mi mente". Colaboraron en la grabación Santos Vera Guayama en el bombo legüero, Ariel Guzmán en violines, Meme Caviasso en flauta traversa y Antú Bratosevich en udu.

“Con mi música busco generar un estado de calma, que quienes la escuchen se queden con una sensación agradable”, explicó Mauricio, quien sacó su primer disco en 2015, llamado "Del ombú al empedrado", un material de reversiones folclóricas y tangueras también ligadas a sus raíces.

Con “Resonar”, el intérprete, que estudió música clásica en el Conservatorio de Buenos Aires, se animó por primera vez a componer tanto las melodías como las letras. Hace tres años empezó a hacer las canciones del nuevo disco. “Vi que había lindos arreglos y decidí grabar esos temas para mostrar cómo me ayudaron a liberar las cosas que me hacían mal”, explicó el cantante.

Una vez que tuvo todo listo, Lago se conectó con la gente de “Estudios al natural”, de Los Molles, para grabar las melodías. Cuando las terminó vio los cuadros de su vecino Máximo Fretes, un artista autodidacta, y le pidió que escuchara el disco. Además, le propuso, solo si le gustaba y le transmitía paz, que hiciera el arte de tapa. La respuesta está a la vista.